Gustavo Dudamel, de Arturo Márquez, Danzón Núm. 2
De México y Latinoamérica para el mundo ¡Maravilloso!
De México y Latinoamérica para el mundo ¡Maravilloso!
Así cantaba la gran Lucha Reyes, la reina de la canción ranchera (años 30 ¡ahí nomás!)
Pinchando abajo al terminar una canción, se pueden escuchar otras con la gran intérprete ranchera.
En enero de 2008, el tenor mexicano Rolando Villazón pisó de nuevo el escenario del Gran Teatro del Liceu en Barcelona. Fue un concierto que no podremos olvidar. El Liceu ha prohijado a Villazón. La entrega del cantante (en esa y otras ocasiones) y de su público me recordó de inmediato la conexión única que se establecía con la Caballé, en illo tempore. Rolando es, como algunos cantantes del pasado, un ser carismático, que va más allá de su arte para comunicar emociones. No es sólo un tenor. Es un artista. Y un artista que va más allá de arte va hacia el centro del ser. Del suyo y del de los otros. Eso explica que a pesar de sus problemas vocales (dos operaciones, dos largas interrupciones en su carrera, muchas cancelaciones), cuando se anunció que volvería a cantar en Barcelona, se agotaron las entradas. Al segundo día de salir a la venta ya no quedaba ninguna buena. Rolando vuelve en abril de 2011 y tiene el Liceu vendido enterito desde, por lo menos, el 15 de julio.
Resulta curioso y sintomático observar que ni Violeta Urmana, ni el gran contratenor Andreas Scholl ni el tenor ’de moda’ Jonas Kaufmann hayan conseguido la misma respuesta del público. Invita a reflexionar. Sobretodo lo de Kaufmann, que canta en octubre de este año y todavía tiene por vender más de la mitad de las entradas. Me resulta misterioso observar que nadie, por los pagos de los blogs de ópera, se haya parado a analizar este dato: es más, que este dato haya sido conscientemente silenciado. Villazón está en crisis vocal, Kaufmann está en su apogeo. Así pues, ¿cómo se explica que el mexicano haya conseguido el lleno en julio para su concierto de abril de 2011 y el alemán no haya vendido ni la mitad del aforo para el suyo de octubre de este mismo año?
Villazón tiene tantos detractores, tantos son los que parece que esperan con morbosidad o cierto deleite malsano que fracase, que resulta confortante ver que sigue teniendo el mismo gancho que en sus mejores momentos. Y esto se explica porque Villazón es más que un tenor, más que un cantante, como he dicho arriba. Es un alma que sale de sí misma para entregar su arte y en ese acto se empeña él mismo. El riesgo que corre al entregarlo no es un esfuerzo vano ni le sale gratis al artista. En esa entrega va implícita la pérdida de algo de sí mismo que habla a los otros. Esa entrega consigue decir algo de ellos a esos que escuchan, algo que no saben, que intuyen, algo que él probablemente tampoco sepa, pero que da. Algo silenciado pero presente, algo misterioso, pero concreto, existente. En esa comunicación entre artista y público, algo muy hondo se da y algo se transmuta en quienes le escuchan. Ese algo que nos da el artista con mayúsculas es una revelación para el que lo recibe: es humanidad, lucha, fracaso, dolor, alegría melancólica, y es indecible.
La emoción estética requiere una entrega por parte de quien la propone y por parte de quien está decidido a recibirla. La unión entre el artista y el público es una especie de unión mística que surge de la percepción y no del análisis. La música, entre todas las artes, es la más abstracta, la más mística de todas. Es la que es anterior a la palabra, la que está por encima de ella. Por eso cabe en ella la más grande emoción. Quignard* nos dice que la rotundidad de la emoción que la música nos ofrece es sólo comparable a la de aquel nadador de Paestum que se sumerge en las aguas para morir, abandonándose completamente, sin reservas, a las aguas. La música no es la nota musical: es el agua. Lo insondable que espera al nadador suicida.
Villazón es ese nadador. Y por eso, porque su Arte se encara con la muerte, se sumerge en el abismo, se entrega del todo: por eso su Liceu está lleno desde el 15 de julio, y el de los otros, no.
* "La musique commence par murmurer à la oreille de celui qui l’aime et qui s’approche du chant qui l’enveloppe, où il consent à perdre son identité et son langage: Souvenez-vous, un jour, jadis, on a perdu ce qu’on aimait. Souvenez-vous qu’un jour vous avez tout perdu de tout ce qui était aimé. Souvenez-vous qu’il est infiniment triste de perdre ce qu’on aime". (Pascal Quignar, Boutès, p. 79).
Diosito santo, de Luis Pérez Meza
Diosito santo, diosito santo:
antes que muera de amor
baja y bórrame esta pena.
Se me ocurrió quererla
como nunca había querido
y ahora sólo pido olvido
y valor para olvidar.
Tan seguro estaba yo
ser el dueño de su vida
como creer en mi Dios
así en ella yo creía.
¡Válgame el cielo!
La verdad que este dolor
ya no tuvo compañero.
Si vivir o morir:
no hallo por cuál decidir.
Diosito santo, diosito santo:
antes que muera de amor
baja y bórrame esta pena.
Se me ocurrió quererla
como nunca había querido
y ahora sólo pido olvido
y valor para olvidar.
¡Hasta la vuelta!
Los dejo con el cantor mexicano Óscar Chávez, del álbum Herencia Lírica Mexicana.
Letra:
No salgas niña a la calle
porque el viento fementido
jugando con tu vestido
puede dibujar tu talle.
No hay quien de amor no desmaye
al ver que en tus formas bellas
se manifiesta la huella
que el pudor ocultar debe,
y sólo el viento se atreve
a entretenerse con ellas.
El son huasteco es un género que me fascina. La música, los violines, las arpas, el guitarrón, las letras, el falsete. Todo.
Todavía tiene valor juglaresco e improvisado en ocasiones.
Más información y videos de Guillermo y sus Leones, aquí.
La Pasión
De tanto no haberte visto
Soy con el alma vacía.
Soy con el alma vacía
De tanto no haberte visto. (Bis)
Con dos carbones provisto
Y caído en la melancolía
Sólo la pasión de Cristo
Se compara con la mía.
Me condenan por quererte
Por amarte me han juzgado.
Por amarte me han juzgado
Me condenan por quererte. (Bis)
Me han flagelado tan fuerte
De espinas me han coronado
Y en el dolor de no verte
Me siento crucificado.
Nunca lo hubiera previsto
Y en Judas me convertí.
En Judas me convertí
Nunca lo hubiera previsto. (Bis)
Pero en otra vida existo
Porque siento esto en ti
Y en vez de entregarme a Cristo
Yo quiero entregarme a ti.
Lunes y martes deseo
Que el miércoles traiga el don
Que el miércoles traiga el don
Lunes y martes deseo. (Bis)
El jueves santo en que oteo
El viernes de mi Pasión
Y el domingo que te veo
Eres mi Resurrección.
Hoy traigo a colación el magnífico Huapango, de José Pablo Moncayo, ilustrado con imágenes del paisajista mexicano José María Velasco.
Orquesta Filarmónica del Estado de México dirigida por el Maestro Enrique Bátiz.
Mi prima Paloma, la persona con la que más me siento identificada, me va a venir a visitar. Estoy muy contenta.
María de Lourdes canta Cielo Rojo de los Hermanos Zaizar.
Aquí les dejo este huapango. Mis Navidades son muy rancheritas...
Cantando el gustito estaba
Cuando me quedé dormido
Cuando me quedé dormido
Cantando el gustito estaba
Mi mamá me despertaba
Yo me hacía el desentendido
Para ver si me dejaba
Otro ratito contigo
Dicen que el hombre casado
A bailes no va a gozar
A bailes no va a gozar
Dicen que el hombre casado
Pero se han equivocado
Por que él también sabe amar
Por que él también sabe amar
Nomás que es más reservado
Ya con ésta me despido
Cantando con alegría
Huapango por bulerías
Ya con esta me despido
Ahí les dejo mi gustito
Para que alegren la vida
Les dejo mi despedida
Y que les vaya bonito
Poco a poco os iré presentando las bellas voces de contratenores ( o altos) como Deller, Scholl, Daniels, Bowman, Jaroussky o Asawa. Me encanta la ópera barroca y he ido coleccionando poco a poco las grabaciones de estos cantantes, verdaderos artífices actuales de la música que va desde finales del XVI al XVIII.
Aquí os dejo con Andreas Scholl, cantando el aria Che farò senza Euridice de la ópera de Gluck Orfeo y Eurídice (1762).
De Scholl os recomiendo repasar su discografía
El otro día mencioné que había abandonado al ortodoxo Van Cliburn por el ecléctico, extravagante Gould. Aqui es dejo un cachito de Van Cliburn, un pianista excepcional.
Me encanta Henry Purcell. Ahora que un amigo mío sufre, quiero enviarle, dejarle aquí, esta hermosa canción llena de esperanza, este elogio de la soledad:
O! Solitude, my sweetest choice
Places devoted to the night,
Remote from tumult, and from noise,
How you my restless thoughts delight!
O Heavens! what content is mine,
To see those trees which have appeard
From the nativity of Time,
And which hall ages have reverd,
To look to-day as fresh and green,
As when their beauties first were seen!
Letra: Katherine Philips, poeta renacentista inglesa.
Por e-mail me llega la siguiente noticia sobre la publicación de este libro que estará en febrero en las librerías españolas: Objeto de culto a la personalidad, la vida y la obra de Glenn Gould han recibido una atención póstuma sin precedentes, fruto en gran parte de los interrogantes que suscita su excéntrica personalidad, inasequible a los tópicos, rodeada de misterio, hipocondriaca y aparentemente asexuada. Por otro lado, el lugar que ocupa entre los grandes intérpretes de piano parece cada vez más sólido a medida que las nuevas generaciones descubren su obra. Ésta y otras cuestiones se analizan en este libro de éxito internacional y merecedor de varios premios que constituye el estudio definitivo sobre el singular pianista canadiense. Veinte años de investigación exhaustiva y acceso sin restricciones a los papeles y el entorno de Gould han permitido a Kevin Bazzana revelar datos inéditos y componer un intenso retrato artístico y vital de uno de los más grandes artistas de todos los tiempos. Espero que llegue a las librerías para comprarlo y reseñarlo. Kevin Bazzana, Vida y arte de Glenn Gould; ISBN: 978-84-7506-736-0; Dimensiones: 13,5x21; Año de publicación: 2007; Encuadernación: rústica con solapas; No. de páginas: 570; Traductores: Eugenia Vázquez Nacarino y Miguel Martínez-Lage ; Nº de fotos en B/N: 40; Editorial: Turner.
No pude subir la música de las Posadas aquí, pero las tenéis en la barra lateral, en la Stickam. Es una versión un poco ñoña pero ¡qué le vamos a hacer!
Y una versión posterior del propio Goyeneche:
Leo a emejota, que me recuerda que el 25 de septiembre Glenn Gould cumplía 75 años. Coincidentemente, ese día estuve viendo y escuchando las Goldberg en el film de Bruno Monsaigeon (1981), aunque no recordaba el aniversario. La metamorfosis de Gould mientras toca, su inmersión en el mundo de los sonidos concretizados en sus manos, pero que le envuelven y le alimentan, es un espectáculo de fundición del ser con el todo que le alimenta como espíritu. La música se hace concreta y visible. Las notas adquieren colores y formas. Gould en una burbuja íntima, en una matriz sin líquido amniótico, puro feto flotante y nosotros, desde fuera, observando, sintiendo de refilón, la caricia.
Perdida ya la belleza física de sus inicios juveniles, Gould se convierte en una especie de fauno encorvado y extático, cuyas manos y rostro y ser están poseídos por la música de Bach. Sin él, siento que Bach habría muerto hace mucho.
La sillita que le hizo su padre le acerca al teclado como a un ara.
Los sonidos con que acompaña la música son el eco inexcusable de su estancia en parajes no terrenales. Para mí, la música de Gould es la música que toca más sus sonidos guturales y sus ta-ta-ta. Combinados, estos sonidos son otra cosa, que atañe a las entrañas de la música, al lleno sonoro absoluto y a su ausencia, a la habitación donde se comulga.
Oír y ver tocar a Gould es volver a estar sumergido en un medio acuático y espeso en el que la nada y el todo son olas de sonido y olas de silencio.
Glenn Gould no es un músico. Es la música materializada.