José Emilio Pacheco
Algunas veces, me gusta repasar aquellos poemas que me inflamaron el alma con ciertas emociones que podríamos llamar "atávicas", tales como el amor a la patria. Aunque ya sé que en España esta palabra tiene connotaciones de índole fascista, para un mexicano, "Patria" es una palabra sagrada y llena de emoción. Evoca luchas por la justicia que no por fracasadas dejan por ello de ser inmortales. Tierra, desde la cordillera hasta los mares. Árboles, desde el papayo hasta la jacaranda. Olores, el dulce olor de la panadería, como decia López Velarde y humedades de la selva tabasqueña.
En fin, hoy me apetece poner unos breves poemas de José Emilo Pacheco sobre estos temas:
ACELERACIÓN DE LA HISTORIA
Escribo unas palabras
y al mismo tiempo
ya dicen otra cosa
significan
una intención distinta
son ya dóciles
al Carbono 14
Criptogramas
de un pueblo remotísimo
que busca
la escritura en tinieblas.
ALTA TRAICIÓN
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.
ÉXODO
En lo alto del día
eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota;
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas;
el perpetuo exiliado que en el desierto mira
crecer hondas ciudades que en el sol retroceden;
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo: atónito
y sin embargo cierto de haber negado todo;
el que abre la mano
y recibe la noche.
FIN DE SIGLO
«La sangre derramada clama venganza».
Y la venganza no puede engendrar
sino más sangre derramada
¿Quién soy:
el guarda de mi hermano o aquel
a quien adiestraron
para aceptar la muerte de los demás,
no la propia muerte?
¿A nombre de qué puedo condenar a muerte
a otros por lo que son o piensan?
Pero ¿cómo dejar impunes
la tortura o el genocidio o el matar de hambre?
No quiero nada para mí:
sólo anhelo
lo posible imposible:
un mundo sin víctimas.
Cómo lograrlo no está en mi poder;
escapa a mi pequeñez, a mi pobre intento
de vaciar el mar de sangre que es nuestro siglo
con el cuenco trémulo de la mano
Mientras escribo llega el crepúsculo
cerca de mí los gritos que no han cesado
no me dejan cerrar los ojos.
INDESEABLE
No me deja pasar el guardia.
He traspasado el límite de edad.
Provengo de un país que ya no existe.
Mis papeles no están en orden.
Me falta un sello.
Necesito otra firma.
No hablo el idioma.
No tengo cuenta en el banco.
Reprobé el examen de admisión.
Cancelaron mi puesto en la gran fábrica.
Me desemplearon hoy y para siempre.
Carezco por completo de influencias.
Llevo aquí en este mundo largo tiempo.
Y nuestros amos dicen que ya es hora
de callarme y hundirme en la basura.
José Emilio Pacheco (México, D.F., 1939) es poeta, periodista ensayista y narrador. Estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y allí inició sus actividades literarias en la revista Medio Siglo. Dirigió con Carlos Monsiváis el suplemento de la revista Estaciones, fue secretario de redacción de la Revista de la Universidad de México y de México en la Cultura, suplemento de Novedades, así como jefe de redacción de La Cultura en México, suplemento de Siempre.
Asimismo, dirigió la Biblioteca del Estudiante Universitario. Ha sido profesor en varias universidades de los Estados Unidos, Canadá e Inglaterra. Se le han otorgado los premios Magda Donato, Nacional de Poesía, Nacional de Periodismo Literario, el Xavier Villaurrutia, el Malcolm Lowry para trayectoria en el campo del ensayo, Nacional de Lingüística y Literatura, 1992; y en 1996 el Premio José Asunción Silva al mejor libro de poemas en español publicado entre 1990 y 1995.
En Tarde o temprano recopila sus primeros seis libros de poemas: Los elementos de la noche, El reposo del fuego, No me preguntes cómo pasa el tiempo, Irás y no volverás, Islas a la deriva, Desde entonces, a los que han seguido; Los trabajos del mar, Miro la tierra, Ciudad de la memoria, así como un volumen de versiones poéticas, Aproximaciones.
Es autor de dos novelas, Morirás lejos y Las batallas en el desierto y tres libros de cuentos: La sangre de Medusa, El viento distante y El principio del placer.
Ha editado numerosas antologías como la Antología del modernismo y obras de muchos autores como Federico Gamboa y Salvador Novo. Entre sus traducciones figuran Cómo es de Samuel Beckett, De profundis de Oscar Wilde. Un tranvía llamado deseo de Tennesse Williams, a las que se han sumado en años recientes Cuatro cuartetos de T.S. Eliot y Vidas imaginarias de Marcel Schwob.
En fin, hoy me apetece poner unos breves poemas de José Emilo Pacheco sobre estos temas:
ACELERACIÓN DE LA HISTORIA
Escribo unas palabras
y al mismo tiempo
ya dicen otra cosa
significan
una intención distinta
son ya dóciles
al Carbono 14
Criptogramas
de un pueblo remotísimo
que busca
la escritura en tinieblas.
ALTA TRAICIÓN
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.
ÉXODO
En lo alto del día
eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota;
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas;
el perpetuo exiliado que en el desierto mira
crecer hondas ciudades que en el sol retroceden;
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo: atónito
y sin embargo cierto de haber negado todo;
el que abre la mano
y recibe la noche.
FIN DE SIGLO
«La sangre derramada clama venganza».
Y la venganza no puede engendrar
sino más sangre derramada
¿Quién soy:
el guarda de mi hermano o aquel
a quien adiestraron
para aceptar la muerte de los demás,
no la propia muerte?
¿A nombre de qué puedo condenar a muerte
a otros por lo que son o piensan?
Pero ¿cómo dejar impunes
la tortura o el genocidio o el matar de hambre?
No quiero nada para mí:
sólo anhelo
lo posible imposible:
un mundo sin víctimas.
Cómo lograrlo no está en mi poder;
escapa a mi pequeñez, a mi pobre intento
de vaciar el mar de sangre que es nuestro siglo
con el cuenco trémulo de la mano
Mientras escribo llega el crepúsculo
cerca de mí los gritos que no han cesado
no me dejan cerrar los ojos.
INDESEABLE
No me deja pasar el guardia.
He traspasado el límite de edad.
Provengo de un país que ya no existe.
Mis papeles no están en orden.
Me falta un sello.
Necesito otra firma.
No hablo el idioma.
No tengo cuenta en el banco.
Reprobé el examen de admisión.
Cancelaron mi puesto en la gran fábrica.
Me desemplearon hoy y para siempre.
Carezco por completo de influencias.
Llevo aquí en este mundo largo tiempo.
Y nuestros amos dicen que ya es hora
de callarme y hundirme en la basura.
José Emilio Pacheco (México, D.F., 1939) es poeta, periodista ensayista y narrador. Estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y allí inició sus actividades literarias en la revista Medio Siglo. Dirigió con Carlos Monsiváis el suplemento de la revista Estaciones, fue secretario de redacción de la Revista de la Universidad de México y de México en la Cultura, suplemento de Novedades, así como jefe de redacción de La Cultura en México, suplemento de Siempre.
Asimismo, dirigió la Biblioteca del Estudiante Universitario. Ha sido profesor en varias universidades de los Estados Unidos, Canadá e Inglaterra. Se le han otorgado los premios Magda Donato, Nacional de Poesía, Nacional de Periodismo Literario, el Xavier Villaurrutia, el Malcolm Lowry para trayectoria en el campo del ensayo, Nacional de Lingüística y Literatura, 1992; y en 1996 el Premio José Asunción Silva al mejor libro de poemas en español publicado entre 1990 y 1995.
En Tarde o temprano recopila sus primeros seis libros de poemas: Los elementos de la noche, El reposo del fuego, No me preguntes cómo pasa el tiempo, Irás y no volverás, Islas a la deriva, Desde entonces, a los que han seguido; Los trabajos del mar, Miro la tierra, Ciudad de la memoria, así como un volumen de versiones poéticas, Aproximaciones.
Es autor de dos novelas, Morirás lejos y Las batallas en el desierto y tres libros de cuentos: La sangre de Medusa, El viento distante y El principio del placer.
Ha editado numerosas antologías como la Antología del modernismo y obras de muchos autores como Federico Gamboa y Salvador Novo. Entre sus traducciones figuran Cómo es de Samuel Beckett, De profundis de Oscar Wilde. Un tranvía llamado deseo de Tennesse Williams, a las que se han sumado en años recientes Cuatro cuartetos de T.S. Eliot y Vidas imaginarias de Marcel Schwob.
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