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Obviamente, los niños salvajes, alejados de la sociedad o confinados por sus padres, nunca aprenden a hablar, pues en los años formativos no tienen quién les enseñe y el lenguaje no es una adquisición espontánea. Una vez descubiertos, los niños salvajes han corrido varia suerte, dependiendo de la profundidad de la carencia afectiva, social y/o lingüística que han sufrido.
El Dr. Itard escribió sobre Víctor:”Finalmente, viendo que la continuación de mis esfuerzos y el paso del tiempo no traían cambio alguno, renuncié a la necesidad de seguir intentando que Víctor produjera discurso, y abandoné a mi discípulo a su incurable imbecilidad”.
El experimento prohibido.
Consiste en no poder situar a un individuo en situación de aislamiento, para determinar cuáles son las características de aprendizaje o pérdida de lenguaje que experimenta en esta situación carencial, Y, en todo caso, deja abierta la hipótesis de que la no adquisición de lenguaje lleva al individuo a un estado de disminución mental.
Al principio, muchos de los estudios relacionados con estos niños se basaban en el deseo de los investigadores por encontrar “el verdadero lenguaje del hombre” (que sería el lenguaje conocido por estos niños o seres aislados del mundo), o sea, el lenguaje que Dios imprimió en los humanos en los tiempos de la Creación. Ésta era una hipótesis, por así decirlo, filosófica o de índole ontológica. Ahora se sabe que los seres aislados, simplemente, no tienen lenguaje. Itard al principio, cuando observa a Víctor, no solamente le ve como a un ser puro y natural (a la manera roussoniana), sino que piensa que en él podrá observar las características de la naturaleza del hombre según debía ser en el origen de los tiempos. La Francia de Itard, enciclopedista, cree que el hombre como especie tiende naturalmente al bien y a la “armonia mundi”. Hipótesis que naturalmente también tuvieron (aunque no tan abiertamente), quienes estudiaron el caso de Kaspar Hauser.
Lo que a la mayoría de los niños aislados aprenden es la mímica y los ruidos de sus familias, ya sean salvajes o “normales”. Aquellos que han vivido con lobos o con perros se comportan como lobos y perros, aullando, ladrando, corriendo a cuatro patas. Así ocurrió con el niño salvaje hindú cuya historia narró Rudyard Kipling, o con Oxana, abandonada por sus padres en compañía de perros.
La hipótesis del “Período Crítico”
Las razones por las que estos niños no aprenden discurso han intrigado a los investigadores. Y tienen que ver con los años de formación del cerebro infantil y no solamente con el trauma del aislamiento y la soledad, sino con el agotamiento de las funciones cerebrales asociadas al discurso. Se ha hablado de un período crítico que equivale a los 6 ó 7 años de edad. A partir de esta edad, la posibilidad de que un ser humano que ha estado aislado pueda emitir discurso se desvanece. Lo más interesante de todo es que, aunque alguno de ellos ha conseguido aprender algunas palabras, casi siempre breves, sencillas y de sonido onomatopéyico, como los “Lait”y “Oh mon dieu” de Víctor, ninguno, excepto Kaspar Hauser (ya veremos por qué), aprendió jamás a enlazar esas palabras y formar frases. Es decir, están incapacitados para la sintaxis ¿lo que quiere decir que lo están para el pensamiento?
El lenguaje de los signos
Desde el principio, el lenguaje de los signos estuvo ligado al problema de lenguaje de los niños salvajes.. Ya Víctor de Aveyron (encontrado en 1797) fue recluido en una Institución modélica para sordomudos. Y una vez cruzada la frontera del período crítico, se ha intentado paliar la inmensa dificultad articulatoria de estos sujetos por medio de la enseñanza del lenguaje de los signos. La chica de Kranenburg (encontrada en 1717), aprendió algunos; se hizo el intento también con Genie, tratando de evitar los errores cometidos con Víctor: pero sin éxito. Porque el lenguaje de signos es “otro lenguaje” y requiere el mismo desarrollo neurológico que el lenguaje hablado, y los niños salvajes han perdido una capacidad cerebral involucrada con “el lenguaje”: no solamente con “un lenguaje”. Los perros, los animales amaestrados, comprenden también los significados de palabras sueltas, tal como Víctor hacía, y actúan en consecuencia, lo mismo que los niños salvajes.
Cuando se socializó a Kamala(1920), sus salvadores notaron que copiaba el sonido "Hu Hu Hu" emitido por los otros huérfanos cuando hacía frío y querían una manta. Kamala emitía este sonido, pero sin darle su significado preciso. Aprendió a mover la cabeza de arriba a abajo para decir “sí” y de un lado a otro para decir “no”, pero nunca pronunció estas palabras.
Victor de Aveyron, como hemos dicho, podia actuar siguiendo instrucciones, no siempre mecánicamente; pero solamente aprendió a decir, como ya hemos dicho “lait” (/lé/) y “Oh mon Dieu” (/omondí/), expresión favorita de Madame Guérin, la mujer que le cuidaba. Ignoramos si comprendía verdaderamente las palabras cuando obedecía las instrucciones de Itard. El caso es que nunca pasó de aquí. El inglés “Wild Peter” llamaba al “King George” /Ki/ y a la reina (“Queen Caroline”) /Ka/, siendo estos dos sonidos los únicos reconocibles que emitió.
El extraordinario caso de Kaspar Hauser
Kaspar Hauser fue reconocido por el mundialmente famoso lingüista Feuerbach en julio de 1828, quien escribió sus impresiones sobre las habilidades lingüísticas de Hauser. Notó que las conjunciones, los participios y los adverbios no existían en su discurso y su sintaxis era muy deficiente. Su lenguaje se parecía al de los niños en edad muy temprana -2 ó 3 años- . Cuando hablaba, decía “Kaspar quiere…” y tenía una extraña lógica. Pensaba que un hombre gordo era un hombre con una montaña dentro, o que las habitaciones crecían alrededor de las personas y que los edificios los construían gigantes. Es decir, su idea del mundo era una idea no ordenada según nuestra lógica. Sin embargo, cuando pasó a vivir en casa del Sr. Daumer, en medio de una familia normal, hizo considerables progresos y aprendió a leer y escribir, aunque de una manera muy primitiva y a veces indescifrable. Sin embargo, esta extraordinaria habilidad probablemente fue la causa de su asesinato. Inmediatamente se pensó que le habría acuchillado aquel mismo hombre que le había mantenido confinado durante años, para evitar que algún día Kaspar pudiese recordar algo lo suficientemente preciso para inculparle de tan horrenda retención.
Hauser tenía habilidades que los otros "Niños salvajes" no poseían, probablemente porque fue aislado en aquel galpón oscuro después de los tres años, cuando ya había adquirido algún lenguaje, por lo que su “aprendizaje”, una vez liberado, consistió en realidad, en “recordar” aquello que una vez aprendió y había olvidado. Pero naturalmente, nunca consiguió dominar el lenguaje.
Kamala
Después de ser encontrada viviendo en la selva con otra niña que murió poco después, Kamala fue internada en el orfanato donde se intentó enseñarle las costumbres humanas y el lenguaje. Aprendió unas 30 palabras, todas onomatopéyicas y aprendió a salir vestida (rechazaba ya la desnudez). Podía nombrar cosas si se le pedía que lo hiciera, pero nunca espontáneamente.
Genie
Descubierta en 1970, cuando tenía 13 años, su caso conmovió a USA: fue aislada por sus padres en una habitación de la populosa ciudad de Los Ángeles. Confinada en una silla alta, atada, Genie no articulaba ni sabía hacer otra cosa que callar, pues si gritaba o lloraba, su padre le pegaba y ladraba para asustarla.
Después de muchos estudios, excesivo entrenamiento, muchos “hogares”, Genie permanece en una institución para enfermos mentales. No fue capaz de adquirir discurso (aunque aprendió un vocabulario de unas 100 palabras), ni de socializar normalmente, excepto en ciertas ocasiones, ni pudo desarrollar su afectividad. Fue un caso muy estudiado, torpemente gestionado y que terminó en fracaso, como todos los demás (excepto Hauser).
Oxana
Criada entre perros salvajes, abandonada por sus alcohólicos padres, fue encontrada en 1990 en Ucrania, aunque había nacido en 1983. Su caso es idéntico a los anteriores: ladraba, olía la comida antes de comerla, andaba a cuatro patas y enseñaba los dientes al sentirse cercada.
29/12/2005
Aunque ha pasado el tiempo desde que publiqué este artículo, mi estimado Portnoy me ha dado esta referencia, que es muy interesante y aparece en Ciudad de Cristal de Paul Auster.
2 comentarios
kerin acosta -
yasmin -