Dos sonetos de Carlos Pellicer
Carlos Pellicer es un gran poeta al que he leído intermitentemente desde mis (ya ) lejanos doce años. Poeta y museólogo, fue un gran conocedor del arte y de la arqueología mexicanos.
Nació en Tabasco en 1899 y murió en México en 1977. Sus restos mortales reposan en la Rotonda de los Hombres Ilustres.
Octavio Paz dijo de él: Gran poeta, Pellicer nos enseñó a mirar el mundo con otros ojos y al hacerlo modificó la poesía mexicana. Su obra, toda una poesía con su pluralidad de géneros, se resuelve en una luminosa metáfora, en una interminable alabanza del mundo: Pellicer es el mismo de principio a fin.
Algunas de sus obras: Piedra de sacrificios (1924), Camino (1929), Hora de junio (1937), Ara virginum (1940), Recinto y otras imágenes (1941), Exágonos (1941), Subordinaciones (1948), Sonetos (1950), Práctica de vuelo (1956), Con palabras y fuego (1963). Su obra ha sido reunida por el Fondo de Cultura Económica (1981, ed. a cargo de Luis Mario Schneider).
Poeta luminoso, clásico y sensualista, aquí os dejo dos sonetos suyos.
Amor sin nombre
Amor sin nombre, ámbito destino
de ser y de no estar. Tu pronto asedio
sostiene mi dolor y anula el tedio
de copa exhausta o apretado vino.
En un alto silencio, un aquilino
palmo azul de silencio, vivo. En medio
de la infausta paciencia de tu asedio
abro las jaulas y desbordo el trino.
Por ti cuelgo coronas en los muros;
por ti soy más fugaz y en los maduros
soñares aligero tus canciones.
Y te llevo en mi ser y has recogido
la actitud que en Florencias o Bizancios
consagra sus palomas al olvido.
Esta barca sin remos es la mía...
Esta barca sin remos es la mía.
Al viento, al viento, al viento solamente
le ha entregado su rumbo, su indolente
desolación de estéril lejanía.
Todo ha perdido ya su jerarquía.
Estoy lleno de nada y bajo el puente
tan sólo el lodazal, la malviviente
ruina del agua y de su platería.
Todos se van o vienen. Yo me quedo
a lo que dé el perder valor y miedo.
¡Al viento, al viento, a lo que el viento quiera!
Un mar sin honra y sin piratería,
excelsitudes de un azul cualquiera
y esta barca sin remos que es la mía.
2 comentarios
Gabriela -
Paco -
Un beso, GAbriela.