L'amant (El amante) de Marguerite Duras
Literatura y vida se funden en este texto visceral y a la vez profundamente objetivo en que Marguerite Duras narra su primera experiencia sexual, no reconocida como amor hasta muchos años después, cuando el alcohol y la vida la dotaron de aquel rostro que ya se prefiguraba en la jovencita de 15 años y medio que se acostaba con un chino.
La familia, la madre, los hermanos, la miseria, el consciente y omnipresente racismo al tiempo que la atracción por el dinero del riquísimo amante. El sombrero de hombre color de palo de rosa, el cinturón de cuero masculino, el vestidito de seda gastado, los zapatos de lamé dorado y la mirada del chino, semioculto en su magnífico cochazo, en aquel atardecer en un barco en medio del río Mekong. He aquí los materiales de lo que Marguerite llamó "la fotografía" del hecho que le cambió la vida.
En entrevista de 1984, la autora dice que le cambió la vida, sí, pero que no cambió para nada su destino, que sería escribir. Y en la escritura, todo lo que parece extraño resulta natural y todo lo que parece sórdido parece deslumbrante. Y todo ello porque la Duras tiene, en su nerviosa manera de escribir, en sus frases cortas y en sus cambios de punto de vista (el relato va de la primera a la tercera persona, del subjetivismo al objetivismo), el secreto de la Belleza. Y el secreto de la Verdad. No hablo de la verdad de la vida, que va siempre con minúscula, sino de la Verdad artística, que o va con mayúscula o no va.
No sé cómo será la traducción al español. Pero este francés escueto, clásico, lúbrico y pudoroso a la vez, esta escritura a la vez erótica y frígida, este nadar en dos aguas (subjetiva-objetiva) del texto de la Duras fascina, hipnotiza y te deja sin aliento, y te enamoras de esa adolescente fría, calculadora, cálida, vulnerable e indestructible que cruzó sola el Mekong aquella tarde en que el chino, subido en su carrazo, la miró para no poder volver a mirar hacia otro lado. Y no extraña nada que a pesar del turbio pasado político de la autora este texto (que no sé si es novela o si es poesía), haya sido premiado con el prestigioso Goncourt, porque pocas veces la lengua francesa ha llegado tan alto, diciendo y ocultando, hablando y callando. Y pocas veces los puntos y seguido que enhebran las cortísimas frases han sido tan elocuentes y tan íntimos en cualquier lengua, en cualquier tiempo.
Marguerite Duras, L’amant, Les éditions du minuit, Paris, 1984.
8 comentarios
fernando giucich -
Gabriela -
Abrazos.
fgiucich -
Libros -
Gabriela -
Abrazos.
isabelbarcelo -
Gabriela -
Abtrazos.
Fernando Giucich -