Jakob von Gunten de Robert Walser
Jakob von Gunten fue la primera novela de Robert Walser que alcanzó una fama envidiable.
Leerla me ha recordado mucho a Thomas Bernhard, escritor austriaco que también hace un repaso demoledor de los fines de la enseñanza en uno de los volúmenes de su famosa pentalogía: la enseñanza destruye la iniciativa, la creatividad del individuo y le convierte en una oveja del rebaño social.
Éste es el tema de la novela de Walser. En Bernhard, este hecho incontestable se vive como una frustración, como una herida. En Jakob von Gunten es una bendición, un bien precioso. No ser nadie, no tener opiniones propias, no hacer nada, no aprender nada, no cuestionar: obedecer, callarse, Aceptar la mediocridad. ¿Por qué? No lo sabemos. Jakob se sumerge en el mundo de la Academia Benjamenta y se enamora de la señorita y del director: son sus maestros. A su lado, los compañeros ( Fuchs, Schilinski, Schacht, Kraus y otros), unos más torpes que otros, alguno con grandes cualidades. Jakob -voz narrativa-, resalta siempre en ellos lo positivo, sin dejar de mencionar, de pasada, sus defectos. Von Gunten asume la realidad, la acepta, sólo a veces duda, se contradice muchas veces, medita, decide no ser. No ser importante, no ser encantador, no ser elegante, no resaltar, no llamar la atención: ser una persona invisible, prescindible para todos menos para los Benjamenta.
Lo extraordinario del enfoque y la escritura, una escritura distante, y sin embargo activa, emocional por ese mismo distanciamiento que es el del personaje con relación a la vida, nos involucra en la trama. Una trama de extraño realismo, a la vez que onírica por su transparencia metafórica, que se proyecta como una radiografía de la realidad de nuestras sociedades-castradoras.
En el conformismo puede encontrarse la felicidad, nos viene a decir Jakob. En la ausencia de ambiciones, en la aceptación de una realidad mísera es en donde podemos ser. Sin pensamiento crítico, podemos vivir, plenamente imbuidos de esa nada. Marchar por la vida como si estuviéramos en un inmenso páramo blanco, nevado, frío, ausente de vida o de floración en ausencia de ilusiones que, de existir, sin duda alguna se evaporarían dejando dolor.
Jakob siente. Pero siente como en segunda potencia, lejos, a la vez que multiplicado. No quiere ser otro von Gunten. Quiere ser un Bejamenta. Su entrada en la casa de los hermanos es su iniciación en ese mundo hiperrealista y lleno de misterios para el joven estudiante.
Hay algo de perverso en todos esos libros que hablan de internados. Lo hay tanto en Jane Eyre de Charlotte Brönte como en la primera parte de La sombra del ciprés es alargada de Delibes, aunque los mundos de sus narradores estén tan lejos, en el tiempo y en el espacio. El interregno del internado (también pienso en Cero en conducta de Jean Vigo), es ese purgatorio de soledades y de lejanías y de descubrimientos personales que no están lejos del dolor, pero que son sólo preparatorios, aunque en sí mismos constituyan un mundo. Un mundo en que se vive absolutamente, como si el mañana no existiese.
Jakob von Gunten es una gran novela. Misteriosa, evocadora, triste, con una melancolía tenue, casi imperceptible, tan evanescente como los sueños que tiene el adolescente narrador sobre la señorita Benjamenta.
Walser es como Lucien Freud, como Stanley Spencer, un creador de miradas.
Robert Walser, Jakob von Gunten, Ed. Siruela, Madrid, 2003. Trad, de Juan José del Solar.
8 comentarios
Javier -
Un saludo.
Víctor Manuel -
Gabriela Zayas De Lille -
Paco -
Besos, Gabriela.
Gabriela Zayas De Lille -
Francisco -
si te apetece pásate por
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espero tus comentarios
Gabriela Zayas De Lille -
fgiucich -