Middlemarch, una novela extraordinaria de George Eliot
En primer lugar, debo dar las gracias a los que amablemente se han interesado por mi ausencia de este blog. He tenido y tengo algunos problemas con el router y eso ha sido lo que fundamentalmente me ha impedido continuar, así como algunas incidencias personales del todo agradables.
Vuelvo con esta reseña de Middlemarch, una novela a la que llegué después de haber visto la serie de la BBC del mismo nombre, que como todas estas series de época tan bien saben hacer los británicos.
Finalmente, hace un par de meses, decidí hincarle el diente a la novela (y no fue una decisión fácil, ya que tiene más de mil páginas). Coincidió esta lectura con el final del trimestre escolar, lo que me llevó a hacer una lectura lenta de la obra, cosa que no es habitual en mí, que soy una devora-libros.
He disfrutado mucho de la lectura, ya que tenía en mente la dramatización que se había hecho para la tele. En una obra tan larga y tan compleja, en la que hay varias tramas argumentales, la multiplicidad de los personajes puede llegar a ser un problema abrumador.
Algunos consideran esta obra de George Eliot (esa gran escritora inglesa de corte liberal, cuya fructífera obra se publicó, como la de muchos de sus contemporáneos, por entregas), como una especie de culebrón decimonónico.
Considerarlo de este modo sería como considerar que los Dickens, Balzac o Pérez Galdós son folletineros y no verdaderos escritores. Sólo quien ignora los mecanismos de esta literatura por entregas puede considerar que tiene algo en común con los modernos seriales televisivos, tan ayunos de literatura como llenos de tópicos,
Middlemarch, terminada en 1871 (año en el que La Fontana de Oro de Pérez Galdós vio la luz), ha sido correctamente considerada por Virginia Woolf y por otros, como una obra maestra de la literatura inglesa y continúa siendo una novela de referencia actualmente. Penúltima de las obras de Eliot, muestra su madurez como escritora y constituye un análisis especialmente lúcido de la sociedad victoriana con todas sus contradicciones, sus miserias, sus anacronismos, sus luchas de clase y de género, su religiosidad y su moral.
Como obra compleja que es, discernir el tema resulta arduo. A través de las historias entrelazadas de Dorothea Brooke y de su hermana Celia, del tío de ambas, Arthur Brooke, un terrateniente insulso y sin sentido de la virtud, aunque cariñoso y atento con sus sobrinas, de Casaubon, con sus manías pseudo intelectuales, su egoísmo feroz, su hipócrita sentido de lo conveniente y del joven y enamorado Ladislaw entramos en la primera historia. Historia que podríamos conectar por sus ecos religiosos (o más bien de crítica de la religión), con otra de las obras de Eliot, Daniel Deronda.
En la intrincada red de las relaciones de los personajes que pueblan esta historia primera de Middlemarch vemos la inteligencia y ternura juveniles de Dorothea estrellarse contra la frialdad y estrechez de miras de su esposo, Casaubon, y vemos desarrollarse también la historia del amor romántico y puro de Ladilsaw por la esposa de su tío. Pero también se nos describen los intríngulis de la vida política del pueblo, las relaciones entre los habitantes de esos feudos ingleses tan peculiares y tan distintos de los nuestros, pero sin embargo, y en el fondo, tal como los describe Eliot, podemos tender una línea que nos lleva hasta esos mismos problemas y corrupciones que están tan presentes en Los pazos de Ulloa, de Pardo Bazán, en los que el caciquismo se equipara con esas elecciones que transcurren en aquel pueblecito imaginario de Inglaterra en el que Eliot coloca a sus personajes.
En esta, que llamaremos la primera historia de Middlemarch, tenemos pues bien desarrollados y tratados los temas de la política y sus corrupciones, de las clases sociales (o sus diferencias), y del amor, enfrentándose a las convenciones sociales, que ante todo ven el matrimonio como un negocio o un trato sociales entre iguales y no como una unión amorosa. Y no menos importante, Eliot desarrolla aquí el tema del género. Dorothea es una mujer educada, ambiciosa (en el sentido de que desea hacer uso de sus cualidades intelectuales y de sus ideas de reforma social), y que se ve completamente decepcionada, primero como esposa de Casaubon, al darse cuenta de que él no es el gran intelectual al que ella había ambicionado ayudar en su magna obra, sino un mediocre recopilador de citas ajenas, y que después, ya unida a Ladislaw, sólo podrá ver cumplidos sus deseos por su interpósita persona, conformándose así con un segundo plano muy modesto, oscuro y sin relieve y encontrando en ese ámbito, al parecer, la felicidad.
No estamos ante una obra irrealista, y el planteamiento de este fracaso vital de Dorothea no puede verse como un argumento de feminismo avant la lettre sino más bien como una descripción bastante ajustada a la realidad de la época. Dorothea misma no es un personaje totalmente positivo. Eliot nos la muestra extremadamente ingenua en sus suposiciones, muchas veces precipitadas, como en el juicio equivocado que hace sobre su primer marido, Casaubon, el incluso después, la vemos moverse en un terreno muy próximo al fanatismo religioso, en este caso protestante, que suele ser tan nocivo como el de esos personajes ultracatólicos galdosianos de La familia de León Roch, o de Doña Perfecta, pero Eliot no usa ni abusa, como Galdós en estas dos novelas, del personaje-arquetipo, ni de la tesis. Y por lo tanto, su obra resulta en su conjunto más convincente que la del canario, o si se quiere, más moderna.
La que llamaremos la segunda historia de Middlemarch, fue en realidad, la primera que ocupó a Eliot en los inicios de la escritura de esta novela. Aquí tenemos a Lydgate, un joven médico, miembro subalterno de una familia de la ’gentry’, es decir, de elevada posición, pero sin medios económicos propios, cuyo alto idealismo y merecimientos académicos son extraordinarios. Su ambición es llevar a cabo investigaciones pioneras en una ciudad pequeña, de provincia, que resulta ser Middlemarch.Tertius Lydgate quiere llevar allí la ciencia y el progreso en el ámbito de la sanidad publica. Desea promover los estudios de la medicina moderna. Tiene todas las cualidades, pero no tiene las posibilidades materiales para llevar a cabo su proyecto, y por ello necesita alianzas. Alianzas que, en lo económico, lo llevarán a unirse a un hombre cuyo oscuro pasado hasta el momento de la historia nadie conoce, pero que saldrán a la luz con toda su vileza y maldad y que hundirán a Lydgate, lo mismo que lo hará una decisión equivocada: un matrimonio, como en caso del de Dorothea, fallido. Una mujer que no le merece, una mujer hermosa, aparentemente buena, pero realmente considerablemente indigna, que jamás comprenderá sus ideales, que sólo deseará opulencia, lujo, todo aquello que Lydgate desprecia y que acabará por tener que darle. El fracaso de Lydgate es total. Los ideales que acariciaba serán completamente aplastados por la crudeza de la realidad que lo rodea y a la que él ha tenido que rendirse.
Finalmente, la historia de la familia Garth, una familia de gente honesta, trabajadora y verdaderamente moral, es la única que tiene un final feliz, ya que Fred Vincy, muchacho alocado y bueno para nada, acaba siendo un hombre honrado al hacerse merecedor del amor y la confianza de Mary Garth. De las tres, esta historia es la más pura, en el sentido de que en ella no toman parte otros elementos, aparte de los puramente referidos a los personajes que la viven. Es una historia no romántica, pero sí de amor. O sobre el poder que tiene el amor para redimir a quien verdaderamente ama, como es el caso de Fred Vincy.
En esta ciclópea novela, hay muchas más historias, la de los padres de Ladislaw, la de Featherstone, la del hipócrita Bullstrode y su amada esposa Harriet, etc.
Middlemarch es una obra mayor.
George Eliot, Middlemarch, ed. Random House-Mondadori, (Col. Clásicos de bolsillo), Barcelona, 2004.
9 comentarios
Ferre -
También tomo nota de "La CAsa de la Alegría" (recuerdo que era una de las novelas favoritas de una amiga mía).
Saludos,
Ferre
Gabriela -
Saludos cordiales.
Carmen -
Gabriela -
Paco García -
Tengo muchas ganas de hincarle el diente a la novela después de leer tu reseña, pero como bien dices "requiere tiempo y energías". Tendré que dejar puesto el cargador.
Muchos besos.
Gabriela -
La traducción de la edición de bolsillo es la de Alba Ed. y no lo había puesto en la ficha porque precisamente, no sabía adónde de mi horrorosamente desordenada biblioteca había dejado yo el volumen. Finalmente, tras leer tu comentario y mucho trasegar, me lo encontré "recién puestecito" detrás de unos devedés. Tenía un agujero negro en mi mente, pues no hacía tanto que lo había guardado ahí.
Bueno, sobre "Casa desolada" yo tengo la serie de 2005 ó 2006, excelentemente hecha, con Charles Dance y la chica que salía en Expediente X (Gillian Anderson), como Lady Dedlock. Por cierto que también aparece en "La casa de la alegría", una peli basada en una novela de Edith Wharton. Te recomiendo ambas.
Abrazos, y perdón por el retraso.
Ferre -
1. La que has leído tú; De Bolsillo, 11. ¿Quién hace la traducción?
2. La de Alba Editorial, en tapa dura y con traducción de José Luis López Muñoz, 35,50
3. La de Cátedra - Letras Universales, edición similar a la de bolsillo, pero con mejor papel, prólogo y notas. Traducción de Pilar Hidalgo, 24,30.
Creo que para regalar (porque también lo apuntaré en esa lista), mejor el de Alba. Para mí, creo que me inclinaré por Cátedra, porque tengo debilidad por sus estudios preliminares y sus notas.
Siguiendo con las novelas-río inglesas del XIX, he tenido la suerte de que los Reyes Magos me dejaron en casa de unos amigos algo a lo que tenía muchas ganas de hincarle el diente: "Casa desolada", de Dickens. Como te pasó a ti con "Middlemarch", hace muchos años vi una miniserie inglesa de la novela que me dejó un muy buen sabor de boca. Por lo que he visto en la Wikipedia, debió ser la de 1985 con Diana Rigg y Denholm Elliott (y que, ya puestos, he de buscar en la red).
Saludos y me alegra mucho volver a tenerte por aquí.
Ferre
Gabriela -
En el caso de Lydgate y de Rosie, es un matrimonio que interfiere con los legítimos ideales del doctor, a los que se opone su esposa por razones obvias: ella quiere una vida social, desahogo económico, comodidades, mentras que la vida que el anhela es una vida de sacrificio y de entrega total a su destino como reformador sanitario. En fin, él cede, culpabilizándose por el error de su matrimonio y para no dañar a Rosie. Pero se convierte en un hombre consciente de su fracaso, en un ser triste y desolado.
Como tú dices, es una novela que requiere tiempo y energías. Como los de Dickens, Hardy o Collins, estos novelones son verdaderos tochos. Valen la pena pero hay que tomarlos con calma y en el momento adecuado.
Besos.
isabel barcelo -