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Mal de escuela, de Daniel Pennac

Mal de escuela, de Daniel Pennac

Hace unos días, mientras iba a la panadería, me crucé con tres cicistas. Uno de ellos se detuvo y pude reconocer a un ex-alumno, Nos saludamos y al detenerse también el padre y el hermano, fui presentada con estas palabras: " Es Gabriela, mi antigua profesora de castellano". El padre me dio la mano mientras me decía -¡Muchas felicidades! Le pregunté ¿Por qué, felicidades? --Porque, a pesar de que le hizo usted trabajar mucho, mi hijo la tiene en un gran concepto.

Tener en gran concepto al otro: los profesores a alumnos; los alumnos a profesores. Saber que quien te enseña está de tu lado, "aunque te haga trabajar mucho". Qué alegrías da esta profesión. No cambiaría estas alegrías por todo el oro del mundo.

El libro de Pennac nos habla de esto: de la alegría de enseñar y de aprender. De salir del pozo, de ser rescatado de la nada por alguien, en un momento dado. De que alguien rescata al que todos parecen condenar. Hay una evolución, hay un cambio, hay una salida, hay un disfrute. Más allá de los obstáculos, de los problemas, de los dolores, de las luchas contra la ignorancia o contra la propia torpeza hay un lugar donde misteriosamente, el milagro ocurre. Y es este milagro el que nos relata Pennac, a veces en primera persona (él fue uno de los "salvados"), otras en tercera. 

¿Y cuál es el secreto de esta profesión? Mirar. Mirar a los ojos del otro, saber ver la persona, no el estereotipo, no la máscara. Saber mirar y estirar la mano. Hablar mirando a los ojos. Exigir, entonces. Sacar del pozo. Finalmente, amar. De una manera no sentimentaloide, sino de verdad. Ser feliz en ese trabajo. Comprender su incomparable nobleza. Estar orgulloso/a, de mí, de ti, de mis chicos, de mis chicas. Yo ilumino sus vidas con el conocimiento, con el placer de aprender: pero ellos también iluminan la mía. Estamos en paz: nos lo debemos todo. 

Es el mensaje de Pennac. Optimista, realista. El de uno que está en el ajo. Qué cansada estaba de oír, leer y ver tantas opiniones de gente que nada tiene que ver con la escuela. Gracias, Pennac, no das lecciones. Cada uno sabe su cuento. Gracias por contarme el tuyo. Yo también creo en esto. Y mis chicos/as me lo confirman: esto funciona si uno quiere que funcione. Estamos en el mismo barco. Y hay mar, y hay puerto, aunque tengamos que atravesar las tempestades.

 

Daniel Pennac, Mal de escuela, Mondadori, Barcelona, 2008 (Traducción de  Manuel Serrat Crespo). Premio Renaudot (Francia), 2007.

 

 

 

8 comentarios

Villo -

El libro es insufrible,nada atractivo y con una publicidad inmerecida, pero que corresponde a las leyes de un mercado en que la calidad,da igual.
Pennac se pasa el libro escribiendo la palabra profesor,y encantado de haberse conocido. Es un libro insoportable, con un marketing inigualable. Malo, malo , malo.

Mariana la de los Libros -

Acabo de terminar mis prácticas para la docencia. Y estoy plenamente de acuerdo con la importancia de mirar, a lo que también agregaría escuchar al otro. Cuántas docentes con muchos años de ejercicio parecen olvidarse a veces de algo tan elemental como la escucha.

Ramon Balcells -

Hola Gabriela!!!
Ahora me estoy leyendo para el colegio El árbol de la ciencia. Realmente, cuando leo por obligación disfruto menos...

Te escribo, también, para anunciarte que he participado en el Festival de Trailers Falsos, y que he llegado a presentar cuatro (uno experimental, un culebrón y dos de terror). Mi último post trata sobre ellos y hay un link para cada uno por si se quieren ver. Espero que te gusten!
En la página principal de cada uno de Teaserland se puede comentar, lo digo porque me encantaría saber tu opinión sobre mis primeras "creaciones artísticas", je,je,je.

Un beso!

Carmen -

Este domingo cuando leí la entrevista en el magazine me apasiono su forma de pensar y de enfocar la vida de las personas.Ojalá hubiese muchas personas así.Enhorabuena Daniel Pennac.Un saludo.

Paco -

¡Cuánta razón tienes! Las administraciones educativas cada vez te lo ponen más difícil, pero sí: la enseñanza da alegrías difíciles de cambiar.
Un beso, Gabriela.

isabelbarcelo -

Tomo nota de este libro para pasarlo a mis amigos que están en ese campo. Todos necesitamos del optimismo. Besos.

Lola -

Estoy plenamente de acuerdo con Pennac, sólo hay que mirar a los ojos y ver más allá para ganarte a ese alumno que no quiere trabajar y que nos está pidiendo a gritos un poco de atención. Cuando se trata con respeto y amor a los demás, ellos te lo devuelven a su manera, cada uno como sabe y cada día mejor. Es una labor que requiere de mucho esfuerzo, pero qué duda cabe ¡merece la pena!

Fernando Giucich -

Una tarea que, a veces, parece ingrata, pero que da grandes satisfacciones. Abrazos.