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Albi, un tesoro a las orillas del Tarn

Albi, un tesoro a las orillas del Tarn


Albi, maravilla de la arquitectura, ciudad acogedora y calurosa, imponente y a la vez delicada como su basílica, símbolo de la todopoderosa iglesia, que guarda unos maravillosos frescos italianos cuyo tema parece salido de la mano del Bosco. Albi cuenta también con bellísimos, escondidos jardines y está llena de callejuelas y misterios, de hermosas casas burguesas, fruto de la riqueza del pastel, una tintura azul que la hizo rica.
Paseé, leí, pinté un poco; me empapé de la historia conflictiva de este Albi que padeció la terrible y cruenta represión de la cruzada contra los llamados albigenses (que eran solamente unas trescientas personas), y que luego quiso mostrar la omnipotencia del poder eclesiástico católico con la erección de esa basílica-fortaleza y de ese palacio episcopal también imponente que son su sello característico. En el antiguo palacio episcopal, el Berbie, se encuentra hoy el museo de Toulouse Lautrec, hijo de esa ciudad, aunque la ciudad, aparentemente, no haya dejado huella en su obra. Allí pude ver algunos de esos extraordinarios dibujos de Lautrec, que tanto me gustaron cuando era una adolescente. Durante muchos años, Toulouse Lautrec fue mi ídolo, y no pude evitar la emoción al recorrer las salas de su museo.

Me alojé en la Villa Mandarine de la familia Jeambrun (en la foto), gente amabilísima y acogedora, con una casa preciosa que queda a sólo 10 minutos a pie del corazón latiente de Albi: la plaza Vigan. Con una agradable piscina y un lindo jardín. Os recomiendo que si vais a Albi, os alojéis con esta familia encantadora y que no dejéis de callejear intensivamente por esa maravillosa ciudad del Midi francés.

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3 comentarios

fgiucich -

Qué hermosas vacaciones!!! He disfrutado de tu crónica fotográfica y guardé los datos de la Villa Mandarine. Uno nunca sabe qué nos deparará el destino. Abrazos.

Ático -

La imagino a usted caminando por las calles de Albi. La imagino con su cámara y su curiosidad colgadas de su mirada. La imagino hablando con la gente y llenándose de palabras. La imagino con ellos. Y siento celos.

Gregorio -

Bien venida. Tomo nota de tus recomendaciones. Te aseguro que se te echaba en falta por este mundo virtual.