Los musulmanes en el Reino Unido
Por Raquel Colomer
En torno a los sucesos del 7 y 21 de julio se ha especulado mucho. Mi pequeña contribución sólo consiste en mostrar algunos datos. A veces, como pensaban los filósofos del XIX, éstos son suficientemente elocuentes, aunque no me cabe duda de que es necesario interpretar, pero interpretar ¿desde qué orilla? Por eso he preferido engarzarlos en esta breve información.
En Inglaterra existe una comunidad musulmana que roza los 2 millones de personas, de un total de 59 millones de habitantes. La situación de esta comunidad es precaria, en su mayoría. Habitan los suburbios, los extrarradios de las ciudades industriales del noroeste de Inglaterra (ahí está Bradford, cerca de Leeds), ganan 150 libras menos por semana que un británico blanco, e incluso menos que un asiático no musulmán o un caribeño. El nivel de paro es el mayor de las minorías británicas, y afecta a ocho de cada diez mujeres y a cuatro de cada diez hombres y se sitúa entre el 38 y el 43%. Una tercera parte de estos musulmanes no tienen teléfono, sus hijos asisten a las escuelas gratuitas, el 47% de sus ancianos no tienen derechos sociales o subvenciones, el 73% de ellos están por debajo del umbral de la pobreza y el 80% por debajo del salario medio anual. Por otro lado, partidos racistas como el National Front o el British National Party de inspiración nazista, continúan hostigando, como en Oldham, Bradford (Leeds) o Burnley, abonando el campo para la islamofobia
Ante los acontecimientos del 7 de Julio en Londres ¿cómo ha reaccionado la comunidad musulmana?
Según las encuestas, un 88% de los musulmanes británicos no justifican las muertes del Metro ni del autobús, así como los ulteriores ataques, afortunadamente fallidos. Sin embargo, un 6% de ellos creen que tales ataques han sido justificados. Esto puede dar la impresión de ser un porcentaje pequeño, pero estamos hablando de cien mil personas. Más o menos las mismas que en el País Vasco justificaban la violencia de ETA en el año 2000. Es preocupante también que exista un 24% de la población de religión musulmana que siente simpatía por las acciones de estos terroristas y que un 56% entiendan la razón de la violencia terrorista, aunque no necesariamente la justifiquen.
Dentro del grupo de los musulmanes británicos encuestado, el más influenciable es el de los hombres jóvenes procedentes de Pakistán y Bangladesh, pero nacidos en Inglaterra, que no por casualidad son los grupos más depauperados del espectro de la inmigración en la isla.
Por lo que se refiere al grado de implicación o satisfacción por vivir en Inglaterra o ser británicos, el 46% sienten lealtad, mientras un 33% se sienten medianamente leales y un 18% no sienten lealtad alguna por Britannia. De nuevo volvemos a esos cien mil musulmanes británicos desafectos.
En cuanto a los valores occidentales, un 56% piensa que la sociedad occidental puede no ser perfecta, pero no pretenden cambiarla o terminar con ella, mientras que un 32% creen que la sociedad occidental es inmoral, decadente y que los musulmanes deben buscar su fin. De entre los que opinan así, unos 16-18 mil individuos piensan que esto debería llevarse a cabo por medios violentos y se declaran dispuestos a luchar por ello con todos los medios, incluido el terrorismo. Y decenas de miles ven la política británica como algo malévolo y sospechoso. El 52% por cierto de los encuestados opina que los líderes políticos británicos no hablan sinceramente cuando pronuncian la palabra Igualdad y creen mucho más valiosas las vidas de los blancos, despreciando, en el fondo de sus almas, las de los musulmanes británicos, como se demostró durante el tiroteo que causó la muerte a Jean Charles de Menezes ejecutado con 8 tiros en la cabeza por haber sido confundido con un musulmán, en un "incidente" que ha causado enorme alarma en la comunidad musulmana.
Estas personas piensan que no existe un respeto de las autoridades británicas hacia el Islam, al que desconocen.
Estas sospechas de falsedad se basan en la activa cooperación del Primer Ministro Blair (y la nación entera, salvo honrosas excpciones), con la política del Presidente Bush en Irak. Y muestran su desconcierto ante las tibias protestas de los líderes de la comunidad musulmana-británica, como Sir Iqbal Sacranie, a quienes muchos consideran entregado a la política del Primer Ministro Blair.
Sin embargo, un 73% de la población musulmana británica informaría a la Policía si tuviese datos que llevaran a la detención de los terroristas. Al menos la mitad cree que tendrán un juicio justo.
La encuesta fue hecha por YouGov para The Daily Telegraph fue hecha sobre una muestra de 526 musulmanes británicos entre el 15 de julio y el 22 del mismo mes.
Está claro que en Gran Bretaña hay una Quinta columna formada por unos 16 a 18 mil hombres jóvenes musulmanes nacidos en Gran Bretaña, en donde no se han sentido asimilados social, cultural y económicamente. Lo mismo ocurre en los Países Bajos, Alemania y Francia, que posee el mayor número de musulmanes europeos, al margen de los países del Este, para no hablar del Canadá británico, donde han comenzado a tener incidentes preocupantes.
Algunos comparan estos acontecimientos, que se iniciaron el 11 de septiembre del 2001 en Nueva York, con el fin del Imperio Romano. El fin de la civilización occidental tal como la conocemos, el inicio de una era islamista, cuyos prolegómenos llenarán de sangre nuestras ciudades.
Pero otros señalan la política británica en Irak como el factor desencadenante de estos ataques (cf. Young muslims and Extremism), como algunos prestigiosos especialistas, que no se sienten inclinados a las tesis apocalípticas.
Lo que es evidente es que es necesario hacer un estudio real de las implicaciones, causas, efectos y consecuencias de lo que está pasando. Y actuar en consecuencia antes de que sea demasiado tarde. No olvidemos que las injusticias se pagan.
En torno a los sucesos del 7 y 21 de julio se ha especulado mucho. Mi pequeña contribución sólo consiste en mostrar algunos datos. A veces, como pensaban los filósofos del XIX, éstos son suficientemente elocuentes, aunque no me cabe duda de que es necesario interpretar, pero interpretar ¿desde qué orilla? Por eso he preferido engarzarlos en esta breve información.
En Inglaterra existe una comunidad musulmana que roza los 2 millones de personas, de un total de 59 millones de habitantes. La situación de esta comunidad es precaria, en su mayoría. Habitan los suburbios, los extrarradios de las ciudades industriales del noroeste de Inglaterra (ahí está Bradford, cerca de Leeds), ganan 150 libras menos por semana que un británico blanco, e incluso menos que un asiático no musulmán o un caribeño. El nivel de paro es el mayor de las minorías británicas, y afecta a ocho de cada diez mujeres y a cuatro de cada diez hombres y se sitúa entre el 38 y el 43%. Una tercera parte de estos musulmanes no tienen teléfono, sus hijos asisten a las escuelas gratuitas, el 47% de sus ancianos no tienen derechos sociales o subvenciones, el 73% de ellos están por debajo del umbral de la pobreza y el 80% por debajo del salario medio anual. Por otro lado, partidos racistas como el National Front o el British National Party de inspiración nazista, continúan hostigando, como en Oldham, Bradford (Leeds) o Burnley, abonando el campo para la islamofobia
Ante los acontecimientos del 7 de Julio en Londres ¿cómo ha reaccionado la comunidad musulmana?
Según las encuestas, un 88% de los musulmanes británicos no justifican las muertes del Metro ni del autobús, así como los ulteriores ataques, afortunadamente fallidos. Sin embargo, un 6% de ellos creen que tales ataques han sido justificados. Esto puede dar la impresión de ser un porcentaje pequeño, pero estamos hablando de cien mil personas. Más o menos las mismas que en el País Vasco justificaban la violencia de ETA en el año 2000. Es preocupante también que exista un 24% de la población de religión musulmana que siente simpatía por las acciones de estos terroristas y que un 56% entiendan la razón de la violencia terrorista, aunque no necesariamente la justifiquen.
Dentro del grupo de los musulmanes británicos encuestado, el más influenciable es el de los hombres jóvenes procedentes de Pakistán y Bangladesh, pero nacidos en Inglaterra, que no por casualidad son los grupos más depauperados del espectro de la inmigración en la isla.
Por lo que se refiere al grado de implicación o satisfacción por vivir en Inglaterra o ser británicos, el 46% sienten lealtad, mientras un 33% se sienten medianamente leales y un 18% no sienten lealtad alguna por Britannia. De nuevo volvemos a esos cien mil musulmanes británicos desafectos.
En cuanto a los valores occidentales, un 56% piensa que la sociedad occidental puede no ser perfecta, pero no pretenden cambiarla o terminar con ella, mientras que un 32% creen que la sociedad occidental es inmoral, decadente y que los musulmanes deben buscar su fin. De entre los que opinan así, unos 16-18 mil individuos piensan que esto debería llevarse a cabo por medios violentos y se declaran dispuestos a luchar por ello con todos los medios, incluido el terrorismo. Y decenas de miles ven la política británica como algo malévolo y sospechoso. El 52% por cierto de los encuestados opina que los líderes políticos británicos no hablan sinceramente cuando pronuncian la palabra Igualdad y creen mucho más valiosas las vidas de los blancos, despreciando, en el fondo de sus almas, las de los musulmanes británicos, como se demostró durante el tiroteo que causó la muerte a Jean Charles de Menezes ejecutado con 8 tiros en la cabeza por haber sido confundido con un musulmán, en un "incidente" que ha causado enorme alarma en la comunidad musulmana.
Estas personas piensan que no existe un respeto de las autoridades británicas hacia el Islam, al que desconocen.
Estas sospechas de falsedad se basan en la activa cooperación del Primer Ministro Blair (y la nación entera, salvo honrosas excpciones), con la política del Presidente Bush en Irak. Y muestran su desconcierto ante las tibias protestas de los líderes de la comunidad musulmana-británica, como Sir Iqbal Sacranie, a quienes muchos consideran entregado a la política del Primer Ministro Blair.
Sin embargo, un 73% de la población musulmana británica informaría a la Policía si tuviese datos que llevaran a la detención de los terroristas. Al menos la mitad cree que tendrán un juicio justo.
La encuesta fue hecha por YouGov para The Daily Telegraph fue hecha sobre una muestra de 526 musulmanes británicos entre el 15 de julio y el 22 del mismo mes.
Está claro que en Gran Bretaña hay una Quinta columna formada por unos 16 a 18 mil hombres jóvenes musulmanes nacidos en Gran Bretaña, en donde no se han sentido asimilados social, cultural y económicamente. Lo mismo ocurre en los Países Bajos, Alemania y Francia, que posee el mayor número de musulmanes europeos, al margen de los países del Este, para no hablar del Canadá británico, donde han comenzado a tener incidentes preocupantes.
Algunos comparan estos acontecimientos, que se iniciaron el 11 de septiembre del 2001 en Nueva York, con el fin del Imperio Romano. El fin de la civilización occidental tal como la conocemos, el inicio de una era islamista, cuyos prolegómenos llenarán de sangre nuestras ciudades.
Pero otros señalan la política británica en Irak como el factor desencadenante de estos ataques (cf. Young muslims and Extremism), como algunos prestigiosos especialistas, que no se sienten inclinados a las tesis apocalípticas.
Lo que es evidente es que es necesario hacer un estudio real de las implicaciones, causas, efectos y consecuencias de lo que está pasando. Y actuar en consecuencia antes de que sea demasiado tarde. No olvidemos que las injusticias se pagan.
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