Benjamin Constant: Cécile
Benjamin Constant, historiador de las religiones, político, filósofo y escritor suizo (1767-1830), es el autor de uno de los relatos más alabados de la novela psicológica: Adolphe, texto basado en experiencias propias y uno de los clásicos de la literatura en lengua francesa. Hoy me ocupo de este otro relato de características similares: Cécile, en el que nos narra los acontecimientos de su vida amorosa y sentimental entre 1793 y 1816. Dividido entre dos amores, el narrador/autor nos cuenta sus idas y venidas entre una mujer dulce, tierna, solícita, a la que amaba con ternura y con la que acabaría casándose y otra mujer, inteligente, sarcástica y tiránica a la que amó apasionadamente y con la que mantuvo una relación de amor-odio durante 13 años, el mismo tiempo que vivió enamorado tiernamente de Cécile, la mujer que da nombre al relato.
Cécile oculta el nombre verdadero de la esposa de Constant, Charlotte de Hardenberg y Madame de Malbée el de la amante apasionada y apasionante cuyo verdadero nombre era Madame de Staël, esa gloria de las letras francesas cuya obra hoy todavía es tan deliciosa y perfecta como la de Montaigne.
Ambas mujeres amaron a Constant, y Constant las amó a las dos. Como recuerda el postfacio del traductor, Constant pertenece por un lado a la cultura dieciochesca, en la que la figura del libertino estaba muy arraigada, pero por otro pertenece al primer tercio del siglo XIX, con su carga de neomoralismo postrevolucionario. Es por ello quizá que el texto no fue nunca publicado en vida de su autor. Sólo en 1951 la editorial Gallimard dio el campanazo de la década publicando estas memorias ficcionalizadas. Algunos acontecimientos no corresponden a la realidad vivida. Como todo texto literario, hay artificio en él, pero subyace, más allá de la historicidad de las anécdotas, una verdad profunda: la de nuestras propias contradicciones.
Porque más allá de los convencionalismos sociales, más allá de lo canónico o aceptado, hay en nuestra alma, como en la del narrador, una lucha entre lo que amamos y lo que deseamos. Y casi siempre lo que deseamos es lo que amamos pero no podemos tener. Y en cuanto lo tenemos, lo amamos mucho menos. Esta es la encrucijada perpetua en la que vemos a nuestro narrador. Cuando está con Madame de Malbée, añora a Cécile. Su paz, su ternura, su entrega desinteresada, sin quejas: emocionante. Cuando está con Cécile, en cambio, añora la inteligencia sin par de la Malbée, su extraña energía vital, su alegría, su coraje, su tiránica pasión. Se siente obligado a amar a ambas puesto que es amado por las dos. Y las ama, a su modo, alternativamente.
Siempre he pensado que una sola persona no puede llenar nuestros anhelos. Una persona pacífica, dulce, encantadora, puede llenar esa necesidad de paz en la guerra que todos tenemos, pero al mismo tiempo sentimos la atracción ineludible del peligro, de la emoción superlativa: una ansiedad por la pasión, tantas veces destructiva, pero que es también extraordinariamente embriagadora.
La edición de la editorial Periférica es preciosa. Formato, papel, impresión, traducción y postfacio: todo ello exquisitamente presentado.
Un relato que apasiona y al mismo tiempo, un relato clásico.
En francés se pueden encontrar los tres libros de memorias ficcionalizadas de Constant ( El cuaderno rojo, Adolphe y Cécile) en un solo volumen a un precio muy asequible (Col. Folio, de Gallimard). (4 euros).
Benjamin Constant, Cécile, ed. Periférica, Cáceres, 2009 (Traducción y postfacio de Wenceslao-Carlos Lozano).
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Gabriela -
Fernando Giucich -