Revolutionary Road (Vía Revolucionaria), de Richard Yates
Al hilo del estreno de la película de Sam Mendes (que no he visto), he leído la novela de Yates, precedida de algunas reseñas verdaderamente ditirámbicas. Como muy bien dice mi ciber colega Portnoy de la literatura inglesa contemporánea, algunas obras, no se sabe bien por qué, son calificadas de ’obras maestras’ cuando realmente no lo son. Puede que sean buenas obras, obras interesantes, obras conseguidas... pero no son hitos en la historia de la literatura, ni siquiera de la literatura de su país.
Esto pienso yo de Revolutionary Road, novela publicada en 1962 y ganadora del premio Nacional de Literatura en USA.
Tengo la sensación de que es una historia que ya conozco. Me suena un poco a ¿Quién teme a Virginia Woolf? Está muy bien escrita, pero es una historia un poco repetitiva y bastante predecible. El tema no es tanto una crítica del llamado ’sueño americano’ como una radiografía de la desazón burguesa. Y sin embargo, qué poco variamos el esquema de esa vida vacía.
Lo que me parece más interesante de la obra es la forma en que Frank se imagina los diálogos. Los diálogos reales nunca se parecen a los imaginarios y nunca responden a sus expectativas, por lo que no tiene nunca las respuestas adecuadas ni las preguntas correctas y todo se vuelve un despropósito o peor todavía, un horrible malentendido.
Por otro lado, la pre-historia de su personaje protagonista femenino, April, se presta a hacer una ruda lectura psicoanalítica, la cual no deja de hacer su marido, y por supuesto, me temo que la mayoría de los lectores. Es un personaje que promete y no cumple con las (ni con sus) expectativas. No es interesante, ni inteligente, ni adorable. Peor todavía, actúa tan estúpidamente que uno no puede ni siquiera sentir una fugaz empatía.
La vida en común destruye el amor -ya lo pensaba la princesa de Clèves (ver mi reseña anterior), señores, tres siglos antes, je-, y hasta puede llegar a convertirse en odio ¡Qué noticia!
Destrucción, autodestrucción, adocenamiento de clase media, urbanizaciones, uniformidad de casas, coches, sentimientos, reuniones... Para definir o describir esto me remito con mayor placer a la imaginería de Eduardo Manostijeras en esas escenas impagables en las que los coches de los maridos abandonan el falso paraíso a la vez y vuelven a la vez, y las mujeres salen y entran de sus casitas de colores, mientras fabrican su bien elaborado infierno.
¿Vale la pena la lectura de esta obra? ¿Por qué no? Es suficientemente cáustica como para entretenernos un rato. Pero es olvidable. Dos tardes y un suspiro. Una lectura más. Tal vez la peli con la magnífica Kate...
Richard Yates, Revolutionary Road (Vía Revolucionaria), Madrid, Punto de lectura, 2009. (Traducción de Luis Murillo Fort).
8 comentarios
Gabriela -
Saludos.
Gabriela -
Gabriela -
Abrazos.
malvisto -
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isabelbarcelo -
Gabriela -
fgiucich -