Una lectora nada común, de Alan Bennett

La reina Isabel II de Inglaterra, por accidente, entra en una humilde biblioteca móvil que se estaciona todos los miércoles al lado del palacio. Al principio recelosa, poco a poco le va cogiendo el gusto a la lectura. Ha participado como actuante en muchos de los acontecimientos más importantes del siglo XX, pero nunca ha analizado ninguno. Ha conocido a los hombres y mujeres más significativos de ese siglo, pero no les ha dicho nada que no haya sido neutralizado y tamizado por el protocolo. Tampoco ha escuchado de ellos nada que no fuese pactado previamente. Más todavía, en sus muchas reuniones con gente del pueblo, no ha intercambiado más que frases hechas sobre el tiempo, las cosechas o las particularidades de la zona. Nunca ha tenido hobbies. No debe mostrar preferencias. No debe decir nada que pueda ofender a otros. Es una reina y a la vez una secuestrada. El protocolo lo preside todo, y la viste con un traje transparente tras el cual no se adivina nunca su cuerpo desnudo. Mucho menos, su mente.
La obrita se lee de un tirón y dice más de lo que parece. Diversión, deleite y reflexión: un buen cocktail.
Alan Bennett, Una lectora nada común, ed. Anagrama, Barcelona, 2008 (2ª ed). Traducción de Jaime Zulaika.
4 comentarios
Mariana la de los libros -
ernesto -
Gracias y saludos.
fgiucich -
Daniel Rivas Pacheco -
Un saludo