Bertold Brecht en Poemas y canciones
Fue un día del azul septiembre cuando,
bajo la sombra de un ciruelo joven,
tuve a mi pálido amor entre los brazos,
como se tiene a un sueño calmo y dulce.
Y en el hermoso cielo de verano,
sobre nosotros, contemplé una nube.
Era una nube altísima, muy blanca.
Cuando volví a mirarla, ya no estaba.
Pasaron, desde entonces, muchas lunas
navegando despacio por el cielo.
A los ciruelos les llegó la tala.
Me preguntas: «¿Qué fue de aquel amor?»
Debo decirte que ya no lo recuerdo,
y, sin embargo, entiendo lo que dices.
Pero ya no me acuerdo de su cara
y sólo sé que, un día, la besé.
Y hasta el beso lo habría ya olvidado
de no haber sido por aquella nube.
No la he olvidado. No la olvidaré:
era muy blanca y alta, y descendía.
Acaso aún florezcan los ciruelos
y mi amor tenga ahora siete hijos.
Pero la nube sólo floreció un instante:
cuando volví a mirar, ya se había hecho viento.
8 comentarios
Gabriela -
Ático -
Gabriela -
isabelbarcelo -
En mi blog, al final del último post, he dejado un premio para tí. Creo que te lo mereces y mucho. Espero que te guste. Un abrazo enorme.
Gabriela -
Yo también te echo de menos.
Me ha dado muchísimo gusto saber de ti y te agradezco de veras tus lindas palabras.
Besos.
laura -
Gabriela -
Abrazos, Fer.
fgiucich -