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Miguel Manzur y yo

Miguel Manzur y yo


En 1969, estudié  fugazmente en la Prepa 7, Plantel Ezequiel A. Chávez, en la Calzada de la Viga. Me había casado y cambiado de domicilio, y me mudé de Prepa. Después, nostálgica, regresé a la 6, donde terminé mis estudios preparatorianos. Pero en ese año de 1969 tuve el privilegio de estudiar con el maestro Miguel Manzur Kuri, que nos enseñaba Filosofía.


Hoy me acordé de él porque mi compañero, Andreu Arroyo, bromeando, me propuso sustituirlo en la clase que daría sobre El Banquete de Platón. Con el maestro Manzur Kuri me leí con ganas la Apologia de Sócrates y los Diálogos. También La República. La verdad, la  altura intelectual de muchos alumnos de esa Prepa no era muy grande, así que el maestro 'me echó el ojo' y me dijo un día que yo era una flor entre cardos. Me preguntó que qué hacía yo ahí. Estudiar, naturalmente.


El maestro Manzur era bondadoso y brillante, me atrajo por su claridad y su sencillez expositiva, y me apasionó de una materia que realmente nunca comprendí del todo y que siempre ha estado por encima de mis posibilidades. Con él amé a Platón y a Santo Tomás, y algo también a Heidegger. Creo que he olvidado mucho de la materia que me enseñó, pero no lo he olvidado a él. Fue un privilegio estar en sus clases. Su flequillo alegre, sus cigarritos medio consumidos, sus trajes medio arrugados, su extraordinaria vitalidad, su ironía.


Más tarde (sería por 1972), cuando me puse a trabajar de periodista, me mandaron a la Universidad Iberoamericana, en donde lo reencontré ya como director de la Facultad de Filosofía. Me cogió en fuera de juego cuando me dijo que a veces le gustaba releer viejos exámenes, y que hacía unos días se había releído un examen mío sobre, precisamente, Platón. Me ofreció una beca para estudiar Filosofía en la Ibero. Pero la Ibero era una universidad muy popis para una chava como yo. No iba con mis planteamientos sesentayocheros y pseudorevolucionarios, y además yo sabía que la filosofía no era lo mío, así que decliné el ofrecimiento, aunque siempre recordaré su gesto con mucho cariño y con mucho agradecimiento.


Qué maestros tuve. Qué suertuda fui. Ahora que todavía me queda memoria de aquellos días y de aquellas clases, escribo y recuerdo. 




6 comentarios

Gabriela -

Querida Maribel,me ha emocionado mucho leer tu comentario porque cuando escribí en el blog no pensé que alguien conectado con el maestro Mansur (perdón por escribir mal su apellido, lo corregiré) pudiera leerme. Maestros como él dejan huella indeleble. Fue un privilegio ser su alumna y me alegra mucho que tus hijos sepan a través de mí que su abuelito fue un gran maestro y un ejemplo, no solo para mí, estoy segura, sino para muchas generaciones de estudiantes. Besos.

Maribel Mansur Garda -

Querida Gabriela:
Que hermosos comentarios y profundas reflexiones de un alma
sensible, agradecida y generosa!
Yo nunca tuve el privilegio de ser alumna del maestro Mansur, pero si la bendicion de haber sido su hija. Hoy les lei tu reflexion a mis hijos, que no conocieron nunca a su abuelo en vivo. Gracias por compartirla! Es muy emotivo y esperanzador ver que las ensenanzas mas profundas y la bondad se trasmitan y propaguen como un polvorin. Gracias por tu testimonio y felicidades por tu blog!

fgiucich -

Imposible de olvidar a aquellos maestros que nos dejaron una marca indeleble. Abrazos.

Gabriela -

Germán, gracias por la visita, en un santiamén te visitaré.

Carmen, eres muy generosa. Te mando todo mi cariño.

Carmen -

Gabriela:
Sabemos de tu cultura,pero por tu manera de expresarte con cariño y agradecimiento de tus maestros....
¡Eres un Alma Grande!

Quiero presentarte a una amiga que vive en España, mexicana como tu y tambien poseedora de un alma muy bella.
Saludos

german -

muy cultural tu blog... me gusto mucho... me encanta el arte y principalmente la literatura, tienes un blog muy interesante...