La resistencia indígena a la castellanización ( 5 )
Además de que tanto el clero regular como el secular se resistieron a extender el castellano entre los indios de Nueva España, los indios también rehusaron aprenderlo en muchos casos, cuando tuvieron ocasión de hacerlo. A partir del siglo XVII y durante todo el siglo XVIII, este fenómeno se agudizó.
Dice el arzobispo Lorenzana: ‘Y siendo uno de los decretos más repetidos santa y justamente en las leyes de estos reynos, y encargado a las dos potestades el que los indios aprendan el castellano y lengua propia de Nuestro Soberano, en lugar de haberse adelantado, cada día parece que se debilita más la execución’, y agrega: ‘Pues si los indios envían a sus hijos a la escuela, es más por temor al castigo que por deseo de su enseñanza y buena educación’.En su Pastoral, Lorenzana parece dar por hecho que en todas las escuelas de los conventos se impartía el castellano, lo cual es incierto si tomamos en cuenta un dato histórico: en 1778 se ordenó la reapertura de los Colegios de Santiago Tlatelolco y de San Juan, y se especificó que en ellos se enseñaría el castellano, lo mismo que en las escuelas de los conventos y en las escuelas para indios de los pueblos. Todas ellas deberían también enseñar a escribir y leer (punto que hasta entonces no venía aclarado en ningún documento). Pero el Virrey ordenó el cumplimiento de esta ley en 1782, y aun debemos agregar que la promulgación de la ley en fecha tan tardía no necesariamente supuso su cumplimiento.
Como vemos, hasta finales del siglo XVIII y con excepción de los primeros años de la colonización, el castellano no se enseñó habitualmente en las escuelas ni fue asignatura obligatoria o generalizada en los colegios de indios, que por otra parte no siempre estuvieron abiertos.
Es evidente que tampoco había interés por parte de los indios en este estudio. En 1822, ya concluida la Independencia, el Colegio de Santiago Tlatelolco contaba solamente con 19 niños y 4 niñas indígenas.
Si recordamos que en el siglo XVIII hubo unas treinta rebeliones indígenas, podemos comprender el creciente sentimiento de inseguridad que atenazaba a las autoridades coloniales de la época de Lorenzana.
Este aspecto claramente político de la cuestión de la lengua como ‘compañera del Imperio’ es expresado por Lorenzana en lo siguientes términos: ‘ El hablarse un mismo idioma en una nación propio de su Soberano y único monarca engendra cierto amor e inclinación de unas personas a otras, una familiaridad que no cabe entre los que no se entienden, y una sociedad, hermandad, civilidad y policía que conduce mucho para el gobierno espiritual, para el trato doméstico, para el comercio y política, como también ir olvidando los conquistados insensiblemente sus enemistades, sus divisiones, sus parcialidades y su aversión a los que mandan’.
Con esta conciencia, los españoles publicaron cédulas en las que se ordenaba imponer la lengua castellana en 1770, 1771, 1774, 1782, 1786, 1788, 1791…Al mismo tiempo, esta proliferación de órdenes demuestra que el proyecto castellanizador de Lorenzana no se llevó a cabo ni siquiera a finales del siglo XVIII.
Los indígenas se mostraron reacios a aprender el castellano porque se percataron de que para conservar su identidad cultural, debían preservar sus lenguas. Dadas las circunstancias, tampoco se vieron en la necesidad de resistirse demasiado, puesto que clero y autoridades administrativas vacilaban tan frecuentemente en la política lingüística.
Todavía hoy, en el México actual, se hablan docenas de lenguas prehispánicas con sus respectivos dialectos, y los gobiernos de la república siguen impulsando campañas de castellanización con moderados, tibios resultados. A la civilización occidental que se les presenta como cebo, ellos responden defendiendo su propia cultura y su propia lengua y valores.
5 comentarios
Baptisma -
-un buen blog
Felipe -
Muy interesante tu artículo y bien documentado. Enhorabuena.
Tendré que pasar con más frecuencia por tu casa.
Un abrazo.
Víctor Manuel -
Gabriela -
Un beso.
fgiucich -