Blogia
arteyliteratura

La Seconda Volta, cine y terrorismo

La Seconda Volta, cine y terrorismo

Aunque el cine italiano no pasa por su mejor momento, algunas de sus películas son dignas de ser vistas, reseñadas e incluso recordadas. Los actores italianos más conocidos hoy en día son Mauricio Bentivoglio (La balia -1999-); Sergio Castellito (Deliciosa Marta- 2001-), Roberto Benigni (La vida es bella – 1997-) y Nanni Moretti (La habitación del hijo -2001-, Caro Diario -1994). De ellos, ninguno me es particularmente simpático, aunque haya disfrutado con alguna de sus películas (Deliciosa Marta me parece una excelente comedia romántica, La habitación del hijo un drama preciso y eficiente, La Balia, también con Bruni-Tedeschi, un melodrama de clase muy bien contado). Pero hay un par de películas que me parecen sobresalientes, una, ésta que reseño hoy, La seconda volta. La otra, Che ora è (Ettore Scola, 1989), que se me quedará, por ahora, en el tintero, con los ya desaparecidos Marcello Mastroianni y Massimo Troisi (a quien seguramente recordaréis por El cartero de Neruda, con el gran Philip Noiret).
Desaparecida la gran generación de actores italianos como Mastroianni, Gassman, Sordi, Tognazzi(y Volonté y Giannini en plena vejez), desaparecidos también los Monicelli, Visconti, Pasolini, de Sica… En decadencia los Bellochio, Bertolucci, los Taviani y Scola mismo, el testigo, en los últimos quince años, ha caído en manos que podríamos adelantar que no están a la altura del cine anterior y que no son otras que las de Moretti, Benigni o la propia Bruni-Tedeschi.
De todos, el más regular y prolífico es Moretti. Su trayectoria política -es comunista, trotskista, para ser exactos-, está íntimamente ligada a su actividad como cineasta, que está enmarcada claramente dentro del cine político que tan importante ha sido siempre en Italia, país que ha vivido, tanto en su cine como en su literatura, en una larga reflexión sobre los problemas que plantea el capitalismo, sobre todo por lo que toca a la lucha de clases y a la industrialización; los temas de fábrica-industria-proletariado-ciudad, son centrales para la intelectualidad italiana progresista. En anteriores reseñas (Véanse las entradas sobre Volponi o Pasolini), ya he hablado de este contexto discursivo que debemos tomar en cuenta cuando hablamos de la cultura italiana desde la Segunda Guerra Mundial hasta hoy.
La seconda volta va más allá y plantea, desde una perspectiva humanista, el tema de las secuelas que dejó en la sociedad italiana la irrupción del terrorismo de las Brigadas Rojas en la Italia de los años setenta y ochenta. La acción transcurre en la década de los noventa y está centrada en Alberto Sajevo – víctima de un atentado- y Lisa Venturi – la terrorista que le dejó una bala alojada en el cerebro-. La película trata de la persistencia, en uno y otra, de las consecuencias de unos actos que en Italia ya son pasado, pero que aún se manifiestan como vivas y presentes a través de las víctimas sobrevivientes de los atentados, de sus familiares y de los presos que aún están cumpliendo condenas, muchos de ellos ya en un tercer grado, como la propia Lisa Venturi de la película.
La acción tiene lugar en Turín (sede de la fábrica de las fábricas italianas: la Fiat). Alberto Sajevo (Moretti), es un profesor universitario. Un hombre solitario, triste, marcado por un atentado contra su vida que le dejó un recuerdo que persiste: la bala que le dispararon no fue extraída en su momento, por razones médicas. Vive con ella. La bala se ha movido y hay que operar. Su vida entra en un angustioso momento de espera, cuando casualmente, mientras viaja en un tranvía, ve pasar a su ejecutora, Lisa Venturi (Valeria Bruni-Tedeschi). No es extraño que la siga, perplejo: la ve circular libremente por las calles con su abrigo rojo. La sigue, la observa, la ve reír, charlar, comer. Tampoco es extraño que ella no le reconozca. Han pasado doce años y ella está fuera durante el día: ya sólo vuelve a la cárcel por la noche, después del trabajo. Le ha olvidado o más bien, ha olvidado su cara: él no fue, en el momento del atentado, una persona para ella, él era sólo un objetivo. Por eso le disparó.
Venturi le dirá luego, cuando se entere de su identidad, que lo hizo convencida de que las ideas que defendía eran correctas. Ella no puede admitir, no admitirá nunca, que los fines no justifican ciertos medios. No lo hará porque es su tabla de salvación en esa vida suya, ya rota para siempre a causa de su crimen. Distantes, los dos han coincidido un momento. Él desea saber la razón ¿Por qué alguien decide disparar a la cabeza de un hombre, de un profesor universitario, de un empresario, de un concejal? Por qué alguien puede apretar un gatillo fríamente sobre otro ser? ¿qué razón puede impulsar a una persona para hacer eso? No hay respuesta posible. Lo cierto es que las dos vidas se truncan. No hay una víctima, hay dos. De distinto modo, ambos han muerto en ese acto. El terrorista, al matar a otro, se mata también a sí mismo. La vida de Venturi está tan rota como la de Sajevo. Tan destruida la una como el otro. ¿Con qué fin, por qué sucedió esto? La gran pregunta queda sin respuesta.
Lejos del pensamiento vengativo, Sajevo; lejos del arrepentimiento, Venturi: los dos personajes solos, desgajados de los demás y de sí mismos.
Las actuaciones son contenidas, expresivas y eficaces. El guión, duro y concreto, nada melodramático: realista. La puesta en escena, sobria. Una película para no olvidar.

Nota al margen: España está todavía en un tramo lleno de dificultades en el tema del terrorismo y debatiendo encarnizadamente sobre sus víctimas o sobre un posible diálogo para el fin del terrorismo. España está lejos todavía de poder reflexionar, como Italia, sobre estos hechos terribles con cierta distancia o con pretensiones de objetividad. Al ver ayer la chulería y el desprecio, la actitud inhumana de dos etarras en el juicio – entre otros crímenes- por el asesinato a sangre fría del concejal del PP, José Luis Blanco, pensé qué lejos estamos todavía, qué lejos de la paz.

La seconda volta, Dirección Mimmo Calopresti; Reparto: Nanni Moretti, Valeria Bruni-Tedeschi, Valeria Milillo, Simona Caramelli, Roberto de Francesco, Francesca Antonelli, Paola de Vita, Antonio Petrocelli; Guión: Heidrun Schleff, Mimmo Calopresti, Francesco Bruni; Productores: Nella Banfi, Angelo Barbagallo, Nanni Moretti; Música: Franco Piersanti; Fotografía: Alessandro Pesci; Edición: Claudio Cormio; Dirección artística: Guiseppe M. Gaudino (Italia, 1995).

6 comentarios

juano101 -

estimados amigos me pueden indicar desde que lugar puedo bajar la seconda volta les agradecería infinitamente

Gabriela -

Yo no sé si la sociedad vasca puede o no ir superando tanto odio y confrontación, supongo que como en la irlandesa, irán surgiendo aquí y allá brotes esporádicos de violencia. Pero lo más preocupante es el empecinamiento de los partidos de la derecha, cada vez más trogloditas, enconando las heridas, movilizando gente ¿y con qué fin? con el pequeño, mezquino fin de que el otro partido, ahora en el gobierno, no se cuelgue la medalla de la pacificación. Yo creo que en Inglaterra, con respecto a Irlanda, esto no se dio así. Pero no puedo afirmarlo.
Por otro lado y ciñéndonos de nuevo a la peli, digamos que el gesto de Venturi al renunciar a su tercer grado no resulta lógico o creíble, pero sí es éticamente justo, poéticamente deseable. Que ellos tuvieran conciencia de lo que han hecho, que hubiera un arrepentimiento sincero...es utópico, lo sé, pero es poéticamente justo.
De todos modos, ese sentimiento, en Venturi, sólo surge después de haber conocido a su víctima. Después de haber valorado el dolor y el desconcierto vital que generó su acto. Es decir, después de palpar las consecuencias. No antes.
Por cierto ¿has visto La playa de los galgos?
Un abrazo.

La lentitud... -

La verdad que el rechazo de Venturi al tercer grado me cuesta creer. Como bien dices en tu comentario el terrorista también es "víctima". La violencia que subyace en la mirada de los etarras me da la impresión que es el reflejo de la imagen en la que todavía están atrapados y de la que difícilmente podrán desprenderse. Creo que lo realmente importante para que la paz después de producirse ésta, digamos que "oficialmente" (tengamos esperanza en ello), es que el tejido social, la sociedad del país vasco cicatrice las heridas. Si esto se produce, actitudes como la de los etarras en el juicio, aunque sigan existiendo, quedaran como gestos de quien, como decía, no han podido liberarse de su propia imagen, como víctima y verdugo y quedaran definitivamente enterrados.
(Pido disculpas por reiterar el tema. Tampoco pretendo sentar cátedra).

Aprovecho para dejar la nueva dirección donde habita ahora La lentitud...

http://lalentituddelosgramofonos.blogspot.com/

Un saludo.

Gabriela -

Querido Fernando, no sé si la película está en catálogo por allá, pero si la pasan por la tele o la bajas (en italiano), te gustará. Un fuerte abrazo.


Querido Lentitud, tienes razón, se me pasó por alto Amelio, que yo creo que dentro del cine italiano ocupa una plaza singular, similar a la de Techiné en el cine francés, con quien guarda más de una similitud.
En cuanto a la nota marginal que escribí, quizá la actitud de esos etarras me impresionó más tras ver la de Venturi en la película, porque claro, ella tiene conciencia, renuncia al tercer grado que le habían concedido. El choque que se produce al ver la realidad de la situación actual me hizo escribir esa nota, que como imaginas, es completamente subjetiva y emocional, porque no sólo la derecha parece que quiera a toda costa abortar el diálogo, sino que algunas asociaciones de las propias víctimas parecen deseosas de dinamitar el posible proceso de paz. Esta actitud de los terroristas hace presagiar lo peor, al menos desde mi punto de vista: la tremenda violencia que los embarga sigue ahí. Ésa fue mi impresión al verlos. Naturalmente, todo lo que digo es pura opinión personal y no es fruto de ningún análisis ni pretende sentar cátedra. Un cordial saludo.

La lentitud... -

Me llama la atención la no mención entre los directores italianos actuales a quien particularmente considero junto a Moretti el más interesante: Gianni Amelio, por lo menos del cine italiano que nos llega a nosotros. "Niños robados", "Lamerica", "Así reían" y "Las llaves de casa", considero que son de lo mejor del cine europeo actual.
Estoy de acuerdo, "La seconda volta" es una película que no se olvida y tu texto así lo confirma.
Por otra parte, no considero que la deleznable actitud de los dos etarras en el juicio sea un dato significativo para considerar que la paz está todavía lejos. Creo que ahora podemos tener una cierta esperanza (los movimientos que se están dando por un lado y otro parecen acreditarlo) de que la paz puede está más cerca. Actitudes chulescas como la de los etarras lo que significan, desde mi modesto punto de vista, es que aúnque triunfe la paz, la herida abierta en el cuerpo social de Euskadi, tardará mucho más en cicatrizar.

fgiucich -

Gracias por la recomendación. De las películas italianas que mencionas al inicio me gustaron, realmente, La vida es bella y La habitación del hijo. Abrazos.