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El secreto de la isla de las focas, de John Sayles

<strong>El secreto de la isla de las focas</strong>, de John Sayles Director: John Sayles
Montador: Haskell Wexler
Guionistas: Rosalie K. Fry, John Sayles
Musica: Mason Daring
Intérpretes: Richard Sheridan, Jeni Courtney, John Lynch, Cillian Byrne, Eileen Colgan, Mick Lally, Richard Sheridan.
John Sayles (Hombres armados, Lonestar) es un cineasta peculiar. En esta película, rodada en Irlanda, nos entrega quizá su obra más sensible y más honda.
Irlanda tiene de por sí una gran carga mítica. Su lejanía, su perpetua lluvia, la niebla, los verdes y escarpados campos, su difícil geografía, su mar, más gris que azul y lleno de trampas mortales para los navegantes, su poesía, su música, su magia, su pobreza. Todo ello confluye aquí.
Fiona Coneelly, una niña que ha perdido a su madre y a su hermanito Jaime, será el hilo conductor. La personalidad seria, concentrada, inocente y crédula y nunca temerosa de la niña la empuja a internarse en sus orígenes y los de su familia a medida que pasa el tiempo narrativo. Fiona no se va a conformar con la tristeza de la pérdida, va a luchar contra ella y acabará venciendo.
La familia, abuelos, padres y tíos, había sido evacuada de la isla que da nombre a la película: Roan Inish en la versión inglesa, y la Isla de las Focas en la española. Ese día ocurre un accidente que marca a todos, pero muy especialmente a la abuela y a Fiona: Jaime, el hermanito, entonces un bebé, reposa en su cuna cuando una ola se la lleva inesperadamente. Parte de la familia ya ha embarcado hacia la costa irlandesa y en la isla sólo quedan el padre de Jaime y uno de sus tios. Inexplicablemente, el mar hace bogar la cuna sin que ellos puedan alcanzarla.
Fiona vuelve a ver a sus abuelos tres años después. Y vuelve convencida de que su hermano no ha muerto. Extrañas historias narradas por el abuelo y su primo Thadhg van a darle la razón. El origen de la familia explica que la cuna sea una nave, pues los Coneelly descienden del amor de un hombre y una “selkie”, una mujer acuática. Liam la encuentra casualmente cuando está cambiando la piel, y, como dice el mito, la mujer “selkie” será de aquel que posea esa piel. Durante años se aman y conviven y tienen muchos hijos (los rubios son los Coneelly, los oscuros, los “selkies”), hasta que una de las hijas descubre la piel de su madre, escondida por Liam. Entonces Nuala debe recuperar su piel y desaparecer de nuevo entre las ondas. A todos sus hijos los ha acunado en el agua, en una cuna-nave, que heredará su tataranieto Jaime, un bebé de cabellos muy oscuros...
Fiona se da cuenta que el niño ha sido llevado por los selkies porque los Coneelly han abandonado la isla y sus raíces, pero sabe que les será devuelto si consigue llevar ahí de nuevo a sus abuelos, y lleva a cabo sus planes con la ayuda de su primo Eamon.
La obra transita así por varias historias. La de Liam y Nuala, la de los padres de Fiona, la de los abuelos de los niños, la de su jovencísimo primo Eamon, que también ama, como ella, la isla por encima de todo. Y el mar. El mar que es un personaje importante: toma, se lleva, acepta o rechaza a los hombres. Les acoge o les vomita. Les permite vivir o les mata. Marca sus vidas con las mareas y no se puede jugar con él o resistírsele. El cielo, con sus tormentas o calmas, ha de ser “leído” también por los hombres y las mujeres de la isla, pescadores desde la primera generación. La naturaleza, que lo da todo para construir las casas y para vivir, también puede quitarlo todo.
La película es hermosa y no es infantil. Es una balada irlandesa, con mitos, sueños, presentimientos y señales, pero también con personajes fuertes, decididos, que aman profundamente y que luchan por aquellos a quienes aman y por volver a sus raíces.

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