Las siete cabritas, de Elena Poniatowska
Se trata de un libro en el que la periodista y escritora mexicana expone, con su vitalista y coloquial estilo, la vida y milagros de siete mujeres mexicanas del siglo XX. Mujeres que fueron independientes, creadoras, rompedoras. Pintoras (Frida Kahlo, María Izquierdo, Nahui Olln), Escritoras (Pita Amor, Nahui,de nuevo, Rosario Castellanos, Elena Garro), y la bailarina y coreógrafa Nelly Campobello.
Probablemente, desde Europa sea difícil comprender cómo un país considerado el paraíso del machismo pudo permitirse a estas mujeres, que no son las únicas, ni mucho menos. Las mujeres mexicanas han sido grandes. México es revolucionario y dio paso a estas privilegiadas mentes y a estos corazones femeninos. Como los hombres, se llenaron de vida y murieron, como tantos artistas, devoradas por sus propios fantasmas, por la incomprensión del mundo ante su talento, o por la ancianidad, la muerte o la locura.
El libro, editado en España por la editorial vasca Txalaparta, es indispensable para conocer un poco de la historia (cultural y social) de México en el siglo XX.
De Pita Amor:
Dios, invención admirable
hecha de ansiedad humana
y de esencia tan arcana
que se vuelve impenetrable
¿por qué no eres tú palpable
para el soberbio que vio?
¿por qué me dices que no
cuando te pido que vengas?
Dios mío, no te detengas,
¿o quieres que vaya yo?
Pita Amor, que no amó a nadie más que a sí misma...
"Porque yo que he sido joven, soy joven porque tengo la edad que quiero tener. Soy bonita cuando quiero y fea cuando debo. Yo, que he sido la mujer más mundana y frívola del mundo, no creo en el tiempo que marca el reloj ni el calendario. Creo en el tiempo de mis glándulas y de mis arterias. La angustia hace mucho que la abolí. La abolí por haberla consumido".
Nahui Olin escribe a los 10 años:
"Soy un ser incomprendido que se ahoga por el volcán de pasiones, de ideas, de sensaciones, de pensamientos, de creaciones que no pueden contenerse en mi seno y por eso estoy destinada...
No soy feliz porque la vida no ha sido hecha para mí, porque soy una llama devorada por sí misma, que no se puede apagar. Protesto, a pesar de mi edad, por estar bajo la tutela de mis padres".
¿Sorprendente?
Maravilloso.
Elena Garro:
"Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Sólo mi memoria sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va al agua, así yo, melancólico, vengo a encontrarme en su imagen cubierta por el polvo, rodeada por las hierbas, encerrada en sí misma y condenada a la memoria y a su variado espejo. La veo, me veo y me transfiguro en multitud de colores y de tiempos. Estoy y estuve en muchos ojos. Yo sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga".
Leyendo este libro no puedo evitar pensar en mi abuela, María Aizpuru Álvarez, profesora de canto y de piano, mujer extraordinaria, a la que México ( y mi abuelito, Pedro De Lille Borja), dejaron ser y desarrollarse. Así,leyendo este libro, me encuentro memorizando, de nuevo, mi país.
0 comentarios