Blogia
arteyliteratura

Mis otros poetas italianos: Pavese, Ungaretti, Pasolini

Mis otros poetas italianos: Pavese, Ungaretti, Pasolini Pavese , Ungaretti y Pasolini llenaron mi juventud de versos. Cesare, además, con la prosa inigualable de su “Vita di un uomo”(traducida como El Oficio de Vivir”, en una edición preciosa, encuadernada en tela, me dio la iluminación de su tristeza y de su exilio interior lleno de claroscuros.
“Vendrá la muerte y cerrará mis ojos”, cuando solamente de muerte estaba yo rodeada, vino a ser la transposición de mi vida, narrada por un tercero. Trabajar cansa comletó el delirio de la anagnórisis de mi alma y la suya. Luego vino Ungaretti, alejandrino como Kavafis, llegó con su verso puro, desnudo, terso. El italiano devino el cantor de “La alegría” y “Del dolor”, “El sentimiento del tiempo” o “La tierra prometida”, que puntúan todas las vidas humanas, pero que sólo los poetas pueden enaltecer y hacer perennes. Un verso de Ungaretti vale por todo un tratado de filosofía: “M’illumino d’immenso”… Su versos cortos, su economía expresiva están en relación inversa al tremendo contenido de sus letras. Menos es más, y de qué manera.
Pasolini cerró mi personal Trinidad italiana con sus versos largos, su marxismo cristiano, sus imágenes duras, sucias a veces, dolorosas, realistas. Yo también fui lectora de Gramsci…
A veces olvido, perdida entre mis Celan y mis Rilke con su melancolía teutona, la belleza pura y límpida de los poetas herederos del Dante y Sannazaro. Pureza, transparencia de la lengua italiana. Vocales que suenan en mi oído como música de tarantella. Tonos y ritmos de la antigua Roma, arenas y mareas de las playas de Ostia que absorbieron, sedientas, la sangre de Pier Paolo. Canciones populares de las colinas de Capri o de las calles de Nápoles. Las palabras, las luces del Mediodía, que incluyen una tristeza egea tan parecida a la de mi Kavafis, pero con otras vocales. Con otro alfabeto. De otra manera.

De Pavese (1908-1950) recojo este poema:

"Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, cara esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo. "

Verrà la morte e avrà i tuoi occhi
questa morte che ci accompagna
dal mattino alla sera, insonne,
sorda, come un vecchio rimorso
o un vizio assurdo. I tuoi occhi
saranno una vana parola,
un grido taciuto, un silenzio.
Cosi li vedi ogni mattina
quando su te sola ti pieghi
nello specchio. O cara speranza,
quel giorno sapremo anche noi
che sei la vita e sei il nulla.

Per tutti la morte ha uno sguardo
Verrà la morte e avrà i tuoi occhi.
Sarà come smettere un vizio,
come vedere nello specchio
riemergere un viso morto,
come ascoltare un labbro chiuso.
Scenderemo nel gorgo muti.

De Ungaretti (1888-1970)
La piedad
1
Soy un hombre herido.
Y yo quisiera irme
y llegar finalmente,
piedad, a donde se escucha
al hombre que está sólo consigo.

No tengo más que soberbia y bondad.

Y me siento exilado en medio de los hombres.

Mas por ellos estoy en pena.

¿No sería digno de volver a mí?

He poblado de nombres el silencio.

¿He hecho pedazos corazón y mente
para caer en servidumbre de palabras?
Reino sobre fantasmas.

Hojas secas,
alma llevada aquí y allá...,

No, odio el viento y su voz
de bestia inmemorable.

Dios, ¿aquéllos que te imploran
no te conocen más que de nombre?

Me has arrojado de la vida:
¿me arrojarás de la muerte?

Quizá el hombre también es indigno de esperanza.

¿Hasta la fuente del remordimiento está seca?

El pecado, qué importa
si ya no conduce a la pureza.

La carne apenas recuerda
que tuvo fuerza una vez.

Loca y gastada está el alma.

Dios mira nuestra debilidad.

Queremos una certeza.

¿Ya ni siquiera te ríes de nosotros?

Compadécenos entonces, crueldad.

No puedo seguir amurallado
en el deseo sin amor .

Muéstranos una huella de justicia.

Tu ley, ¿cuál es?

Fulmina mis pobres emociones,
libérame de la inquietud.
Estoy cansado de gritar sin voz.

La pietà

Sono un uomo ferito.

E me ne vorrei andare
E finalmente giungere,
Pietà, dove si ascolta
L'uomo che è dolo con sé.

Non ho che superbia e bontà.

E mi sento esiliato in mezzo agli uomini.

Ma per essi sto in pena.
Non sarei degno di tornare in me?

Ho popolato di nomi il silenzio.

Ho fatto a pezzi cuore e mente
Per cadere in servitù di parole?

Regno sopra fantasmi.

O figlie secche,
Anima portata qua e là...

No, odio il vento e la sua voce
Di bestia immemorabile.

Dio, coloro che t'implorano
Non ti conoscono più che di nome?

M'hai discacciato dalla vita.

Mi discaccerai dalla morte?

Forse l'uomo è anche indegno di sperare.

Anche la fonte del rimorso è secca?

Il peccato che importa,
Se alla purezza non conduce più.

La carne si ricorda appena
che una volta fu forte.

E' folle e usata, l'anima.

Dio, guarda la nostra debolezza.

Vorremmo una certezza.

Di noi nemmeno più ridi?

E compiangici dunque, crudeltà.

Non ne posso più di stare murato
Nel desiderio senza amore.

Una traccia mostraci di giustizia.

La tua legge qual è?

Fulmina le mie povere emozioni,
Liberami dall'inquietudine.

Sono stanco di urlare senza voce.

" En esta oscuridad
con las manos heladas
distingo mi cara.
Me veo abandonado en el infinito. "

o

Pasolini (1922-1975):

Me voy, te dejo en el atardecer
que aunque triste, tan dulcemente desciende
para nosostros los vivos, con la luz de vela

que al barrio en penumbra descubre.
Y lo desordena. Lo hace aún más grande, vacío
más amplio y lejano, lo enciende

de una vida inquieta, y del ronco
rodar del tranvía, de los gritos humanos
dialectales, conjuga un concierto sordo

y absoluto. Y sientes cómo en aquellos lejanos
seres que en la vida gritan, ríen,
en aquellos sus vehículos, en aquellos tristes

caseríos donde se consume el infiel
y expansivo don de la existencia-
esa vida no es más que un temblor,

corpóreo, colectiva presencia;
sientes la ausencia de toda religión
verdadera, no vida sino sobrevivencia

-quizás más dulce que la vida- como
de un pueblo de animales, en el que el misterioso
orgasmo no tenga otra pasión

que la del actuar cotidiano:
humilde fervor a la que da sentido festivo
la humilde corrupción. Cuanto más vano es

en este vacío de la historia, en esta
ronroneante pausa en la que la vida calla-
todo ideal, mejor se manifiesta

la estupenda, adusta sensualidad
casi alejandrina, que todo lima
e impúdicamente enciende, cuando acá

en el mundo algo se derrumba, y se arrastra
el mundo, en la penumbra al volver
a plazas vacías, a talleres sin entusiasmo...

Ya se encienden las luces, ribeteando
vía Zabaglia, vía Franklin, todo el
Teataccio, despojado de su gran

escuálido monte, los caminos a lo largo del Tíber, la negra
profundidad, más allá del río, que Monteverde
amasa o esfuma invisible sobre el cielo.

Diademas de luces que se pierden
brillantes y frías de tristeza
casi marina...Falta poco para la cena;

brillan los pocos ómnibus del barrio
con racimos de obreros en las puertas
y grupos de militares van, sin apuro

hacia el monte que cobija en medio de montones
sucios y muchos cestos de basura
a la sombra, subrepticias mujerzuelas

que esperan ansiosas sobre la basura
afrodisíaca; y no lejos, entre casillas
abusivas a los costados del monte, o en medio

de las casonas, como mundos, muchachones
livianos como jirones juegan en el aire
no ya frío, primaveral; ardientes

de desenfado juvenil su romana
tarde de mayo, oscuros adolescentes
silban por la calle, en la fiesta

vespertina; y suenan las persianas
de los garages de golpe, alegremente
si la oscuridad vuelve sereno el atardecer,

y en medio de los plátanos de la plaza Testaccio
el viento que cae en lenguas de tempestad
es muy dulce, aunque afeite los sombreros

y los olores del matarife, se impregnan
con sangre putrefacta, y por doquier
sacuda rechazos y olor de miseria.

Es un murmullo la vida, y estos perdidos
en ella, la pierden serenamente
si el corazón tienen colmo de ella: a gozar

he los miserables, el atardecer; y potente
en ellos, inerme para ellos, el mito
renace...Pero yo con el corazón consciente

de quien solamente en la historia tiene vida
podré alguna vez por pura pasión actuar
si sé que nuestra historia ha concluido?

Me ne vado, ti lascio nella sera
che, benchè triste, così dolce scende
per noi viventi, con la luce cerea

che al quartiere in penombra si rapprende.
E lo sommuove.Lo fa più grande,. vuoto,
intorno, e più lontano, lo riaccende

di una vita smaniosa che del roco
rotolio dei tram, dei gridi umani,
dialettali, fa un concerto fioco

e assoluto.E senti come in quei lontani
esseri che, in vita, gridano,ridono,
in quei loro veicoli, in quei grami

caseggiati dove si consuma l´infido
ed espansivo dono dell´esistenza
quella vita non è che un brivido;

corporea, collettiva presenza;
senti il mancare di ogni religione
vera; non vita; ma sopravvivenza

forse più lieta della vita-come
d´un popolo di animali, nel cui arcano
orgasmo non ci sia altra passione

che per l´operare quotidiano:
umile fervore cui dà un senso di festa
l´umile corruzione.Quanto più è vano

-in questo vuoto della storia, in questa
ronzante pausa in cui la vita tace-
ogni ideale, meglio è manifesta

la stupensa, adusta sensualità
quasi alessandrina, che tutto minia
e impuramente accende, quando qua

nel mondo, qualcosa crolla, e si trascina
il mondo, nella penombra, rientrando
in vuote piazze, in scorate officine...

Già si accendono i lumi, costellando
Via Zabaglia,Via Franklin, l´intero
Testaccio, disadorno tra il suo grande

lurido monte, i lungoteveri, il nero
fondale, oltre il fiume, che Monteverde
ammassa o sfuma invisibile sul cielo.

Diademi di lumi che si perdono,
smaglianti e freddi di tristezza
quasi marina...Manca poco alla cena;

brillano i rari autobus del quartiere,
con grappoli d´operai agli sportelli,
e gruppi di militari vanno, senza fretta,

verso il monte che cela in mezzo a sterri
fradici e mucchi secchi d´immondizia
nell´ombra, rintannate zoccolette

che aspettano irose sopra la sporcizia
afrodisiaca; e, non lontano, tra casette
abusive ai margini del monte, o in mezzo

a palazzi, quasi a mondi, dei ragazzi
leggeri come stracci giocano alla brezza
non più fredda, primaverile; ardenti

di sventatezza giovanile la romanesca
loro sera di maggio scuri adolescenti
fischiano pei marciapiedi, nella festa

vespertina; e scrosciano le saracinesche
dei garages di schianto, gioiosamente
se il buio ha resa serena la sera,

e in mezzo ai platani di Piazza Testaccio
il vento che cade in tremiti di bufera,
è ben dolce, benchè radendo i capellacci

e i tufi del Macello vi si imbeva
di sangue marcio, e per ogni dove
agiti rifiuti e odore di miseria.

È un brusio la vita, e questi persi
in essa, la perdono serenamente,
se il cuore ne hanno pieno; a godersi

eccoli miseri, la sera: e potente
in essi, inermi, per essi, il mito
rinasce...Ma io, con il cuore cosciente

di chi soltanto nella storia ha vita,
potrò mai più con pura passione, operare
se so che la nostra storia è finita?

0 comentarios