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El amante del volcán, de Susan Sontag

Cuando yo era una adolescente sesentayochera, admiré profundamente a Susan Sontag. Hoy, varias décadas después, me gusta redescubrirla y me complace observar que la Sontag merecía ser uno de mis iconos.
Cuando un libro como éste cae en mis manos, pienso en la verdadera esencia de la literatura. Lenguaje y Pensamiento, pero también Pasión, Belleza. La emoción no es más que un derivado. Esto es lo que produce un libro como éste.

La historia de Emma Hamilton y de Lord Nelson es, como toda historia amorosa, un lugar común de sentimientos, encuentros y desencuentros, separaciones y dolor. La muerte de uno de los amantes y la decadencia del superviviente pueden estar hundidos en la vulgaridad más absoluta o ser elevados a las alturas de, digamos, un Romeo y Julieta shakespiriano. En realidad la historia, la formulación narrativa pueden llegar a ser perfectamente irrelevantes. Lo que eleva todo esto es el estilo y el estilo es, señores y señoras, una cosa que uno no sabría definir pero que sabe percibir perfectamente.

En la historia de Emma y Nelson hay otros personajes. Y éstos han sido casi siempre secundarios: Sir William Hamilton, que en la novela de Sontag es llamado El Cavaliere, Charles, su sobrino y primer amor de Emma. Catherine, la primera esposa del Cavaliere o Frances, la esposa de Nelson. Pero también el rey la reina de Nápoles, Tolo, el guía que acompaña a Hamilton en sus ascensiones al Vesubio, o Jack, el mono que adopta el coleccionista.

Sontag divide su libro en cuatro partes, en las que el personaje principal, a pesar de todo, es el Cavaliere, y en el que el paisaje principal es, sin duda, el Vesubio.

En la primera parte, El Cavaliere y Catherine (su primera esposa), presiden la acción y la emoción: un amor no dicho, silenciado (casi diría secreto), precisamente porque es un amor conyugal (¡y entre dos ingleses!), interrumpido inoportunamente por la muerte de la dama. El Cavaliere conoce entonces el amargo sabor de una soledad antes anhelada y ahora temida. Catherine habría conocido la ternura y la admiración gracias a otro de los sobrinos de él: William Beckford, un homosexual que cae fascinado a los pies de la mujer madura, de la extraordinaria compositora y ejecutante, de la sensible madonna de 42 años. El muchacho vuelve a Inglaterra (¿He dicho ya que toda la historia inicial transcurre en Nápoles, donde Hamilton es embajador de su Graciosa Majestad Jorge III? No, no lo he dicho, pensando que todos los que me leéis habéis visto la película de Vivien Leigh y Laurence Olivier y estáis en antecedentes de la historia: perdonadme).

Toda esta primera parte de la obra de Sontag es indispensable y es profunda y es poco narrativa y muy psicológica y descriptiva. En suma: es pura literatura, puro lenguaje y pensamiento. Una parte que me ha llenado de satisfacción. El Cavaliere es un coleccionista de arte: ésa es su pasión; sus colecciones y la belleza de sus objetos llenan su vida y llenan las páginas de Sontag. Una narradora visible, que comenta desde su momento histórico los avatares de la vida de este hombre, explorador, coleccionista, científico... tan alejado del Nueva York de Sontag de finales del siglo XX, y sin embargo, elegido por ella como sujeto de su propia exploración por quién sabe qué mecanismos. El primer libro termina cuando El Cavaliere, tras largos años de soledad y viudez, recibe en su casa a la antigua amante de su sobrino Charles: Emma. la belleza de 21 años que va a cambiar su vida (y la de Nelson, más adelante).

El proceso de aprendizaje de Emma en Nápoles, al lado del Cavaliere, conmueve y emociona. Es la historia mil veces repetida de Pigmalión y Galatea, pero ella es entusiasta: no lo hace por obligación. Emma amará a William y querrá agradarlo, sí, pero sentirá sinceramente que ama el saber, las lenguas que aprenderá, los cantos, la música, la danza, la literatura, la poesía....

En la segunda parte de la obra asistimos al encuentro de los tres personajes: el Cavaliere, Emma y Nelson. Impresionado por su belleza, y tras varios encuentros y habiendo pasado bastantes años desde el primero, el almirante se enamora de la bella, no tanto por su belleza como por su ternura, al mismo tiempo que se siente muy ligado al Cavaliere. Los tres forman una alianza feliz, un trío de personas excepcionalmente unidas por la admiración y el afecto. En esta segunda parte Sontag, sin soltar el discurso reflexivo sobre la naturaleza del coleccionista : el Cavaliere colecciona obras de arte, incluida Emma; Emma colecciona cualidades y conocimientos, ya que su humilde origen y escasa instrucción la llevan a desear la sabiduría y Nelson, glorias y heroicidades). Es una historia extraña, el gran escándalo del XVIII. Una historia de amor y también de lealtad (ya que no de fidelidad) entre tres seres excepcionales.

Pero también se nos cuenta la historia del siglo XVIII, de la Revolución Francesa y de su influencia sobre la política mediterránea y más concretamente, sobre el papel que Nápoles jugó en esa guerra; trata sobre Napoleón y Nelson, sobre Francia e Inglaterra luchando por el predominio marítimo y político. Un siglo tan rico en acontecimientos como extraño, contradictorio, cuna de nuestra modernidad.

La tercera y cuarta parte vienen narradas por los propios protagonistas en primera persona: el Cavaliere y Catherine, la madre de Emma, la propia Emma y la revolucionaria napolitana Eleonora Fonseca.
El cambiante punto de vista sobre las cosas, sobre los hechos, agrega una riqueza al relato que al fin queda convertido en un estroboscopio.

La sociedad nunca estuvo a la altura de esta historia ni de estos personajes. Todo amor es un insulto para ella, y éste no fue una excepción.

La belleza, la inteligencia, el valor, la erudición, la cultura: los tres protagonistas reunían todas estas cualidades. Cuando Hamilton murió, Emma tenía a Nelson. Pero cuando Nelson murió, Emma quedó a merced de un destino de decadencia, alcohol, pobreza y olvido. Y sin embargo, el legado es grande. La obra pictórica inspirada por ella, la literatura generada...No, no fue en vano. Esta mujer, nos dice Sontag, no sólo se limitó a sacar partido de su belleza, también aprendió, fue inteligente, participó en política, creó sus cuadros dramáticos (sus "Actitudes"). No sólo fue una modelo excepcional, fue una coautora de sus representaciones. Y fue cálida, cariñosa, amorosa y leal.

Sontag no degrada la historia al puro romanticismo, no. La enuncia en toda su complejidad y riqueza. La sitúa en el momento histórico, en el lugar. El Vesubio, que preside toda la primera parte es una metáfora que trasciende toda la novela y la recorre: el volcán que arroja fuego y lava tras extraños periodos de aparente serenidad. La belleza del lenguaje o la crudeza. Sontag está allí y no se oculta. Investiga y muestra todo el terror de la revolución en Nápoles y todo el terror de la represión de esa revolución, así como el papel que en ella tuvieron la reina, Nelson, Hamilton y Emma.

Del mismo modo que me gustan las películas lentas, debo admitir que me gustan también estas historias con muchas facetas, con misterios que se desvelan muy lentamente, con personajes que no entregan del todo sus secretos, con narradores que van y vienen, atentos a su quehacer, descorriendo el velo poquito a poco, apenas, atendiendo cuidadosamente a las palabras, pero sin descuidar los ademanes, a veces muy reservados, de los personajes, ahí, en el escenario. Entonces yo me dejo llevar, yo salgo de mí tal como dice Quignard: abandono mi cuerpo y mi tiempo y mi circunstancia, y me introduzco, fascinada, en el libro.

Además, la edición es realmente bonita para lo que estamos acostumbrados en libros de bolsillo, con bellas ilustraciones y tapas y contratapas doradas.

Susan Sontag, El amante del volcán, ed. Punto de lectura-Biblioteca de Bolsillo, 2000 (traducción de Marta Pesarrodona).

Aunque completamente distinta de esta novela, la película de Alexander Korda, "That Hamilton woman", con Vivien Leigh y Laurence Olivier, es muy recomendable. Ella está maravillosa.



5 comentarios

Ana -

Tomo nota de la recomendación, tu reseña invita a leerlo.

Saludos!

Fernando Giucich -

Lo leí con verdadera devoción. Abrazos.

isabelbarcelo -

Excelente, querida amiga. A mí me impresionó mucho de este libro la manera magistral en la que Sontang refleja todo el proceso de cambio de los personajes. Para quitarse el sombrero. Besos.

Ferre -

Esta vez no me lo apunto para mí, sino para un par de personas a las que creo les puede gustar mucho este libro.

Gracias,

Ferre

Ernesto -

Como siempre una excelente reseña sobre una obra interesante. Gracias.

Un saludo