Blogia
arteyliteratura

Bajo el sol de Satán, de Maurice Pialat

Bajo el sol de Satán, de Maurice Pialat

Esta reseña contiene datos que revelan el argumento.

  

Hacía tiempo que no me pasaba por el Fnac y como soy una amante del cine francés y una admiradora del trabajo de Sandrine Bonnaire y de Gérard Depardieu, me decidí a comprar esta película, de la que no había oído hablar. Fui a la tienda a comprar un cuento rodado por Jacques Demy, Piel de asno, para mi curso de Cine y literatura. No me arrepentí del impulso.

La película de Pialat es una historia que tiene mucho que ver con la mítica Ordet, o como la semi-propagandistica y más reciente Padre Pío (con un excelente Sergio Castellito). La obra parte de la adaptación de una novela de Georges Bernanos, del mismo nombre.

Se trata de la historia de un santo, el padre Dossignan (Depardieu). Es, por tanto, una historia provocativa, en la medida que nuestro tiempo es un tiempo de escepticismo e irreligiosidad. Hombre basto y de origen campesino, Dossignan se entrega a la mortificación de la carne y a la oración, pensándose siempre indigno de la gracia de su estado, angustiado por su mediocridad, por su falta de valor como sacerdote. Se encuentra bajo la tutela de un deán: el padre Menois-Segrais (el mismo Pialat), quien trata de llevarlo hacia la templanza con tolerancia y paciencia, pero al mismo tiempo, dándose cuenta de que su protegido, su hijo espiritual, es un santo. Menois-Sagrais conoce la ambigüedad de esta condición. El santo (léase a Shaw, en su Santa Juana, o remitámonos, de nuevo,  a Ordet) , es un ser de pie en el filo del abismo, entre los demoniaco y la locura, entre la bondad y el pecado, asediado por todo tipo de pasiones, por todos los excesos, aunque sean excesos píos.

El deán trata por todos los medios de apartar a Dossignon de este camino, sabiendo que fracasará: que a Dossignon le ha sido dado un don, y que ese don es fatídico, en el sentido etimológico de la palabra.

El clímax sobreviene cuando envía a Dossignon a asistir a un cura vecino, y por el camino, que es su particular vía crucis, Dossignon es asediado por el diablo. El diablo, Satán, le concede el don de ver en el interior de las personas. No sabe Dossignon si éste es un don de Dios o un don del Diablo, si Dios es el Diablo o el Diablo es Dios, pero no puede renunciar al don. La ambigüedad es total ¿ Resiste a la tentación o se entrega a ella? En realidad no lo sabemos.

Paralelamente, seguimos la historia de Mouchette (Bonnaire, siempre acertada), una adolescente promiscua, escéptica y cruel como tantas de su edad, que se entrega a varios hombres y comete un asesinato que queda impune. Dossignon mira en el fondo del alma de esta chica, al encontrarla al final de su camino. Le habla, trata de llevarla de nuevo a Dios, a su salvación, pero la chica le demuestra que su don no le sirve para nada: ella no será salvada.

Desesperado, Dossignon vuelve al pueblo, explica a su mentor los encuentros. Mouchette está perdida, completamente. Pero Dossignon no se da por vencido. Lleva el cuerpo de Mouchette ante el altar, como ofrenda. Ensangrentado, como ella, pretende así vencer en el último momento y dar a Dios la oportunidad de salvar a a la suicida. Ante tales excesos, es retirado a una parroquia lejana, donde su fama de santo va extendiéndose.

Finalmente, es llamado de nuevo, para salvar la vida de un niño. El milagro se produce. Se produce quizás, fugazmente. Los ojos del niño se abren. El peso de tal milagro es abrumador. Dossignan yace muerto en el confesionario. Menois-Segrais llega a tiempo para cerrar sus ojos.

 

 El aliento poético de la obra la eleva por encima de la media del cine de calidad. Es una película inspirada, bella, sin trampas ni cartón, tremendamente viva y misteriosa, como su propia esencia: el sentido de la santidad ¿cuál es? ¿la locura? ¿el exceso? ¿la angustia? ¿el miedo? ¿la soberbia? Sea lo que sea, no se la puede apartar o ignorar. Está ahí, en el alma de Dossignan, sin que él lo pretenda, más bien a pesar de él mismo. El milagro ¿de dónde proviene? ¿de Dios? ¿de su oponente? La vida ¿qué es sino una lucha constante entre Dios y Satán en nuestra alma? ¿es el Bien, el Bien? ¿La muerte, puede ser vencida por la Fe?

Todas estas preguntas quedan planteadas, no resueltas.

Con actuaciones memorables de todos los intérpretes (la trinidad formada por Pialat, Depardieu, Bonnaire), con una fotografía y un encuadre clásicos, extraordinarios, bellísimos sin ser amanerados, con una música divina, la película mereció la Palma de Oro de Cannes en 1987, en medio de la polémica por su contenido.

La recomiendo calurosamente, ahora que está en DVD, en un estuche con dos discos y extras, que vale la pena comprar. Espero que la colección Maurice Pialat siga adelante editando toda su obra que, repito, merece ser vista y admirada.

  

Bajo el Sol de Satán (Sous le soleil de Satan). Director: Maurice Pialat.

Reparto: Gérard Depardieu, Sandrine Bonnaire, Maurice Pialat, Alain Artur, Yann, Dedet,  Brigitte Legendre, Jean-Claude Bourlat. Productor: Claude Abeille. Guión:

Georges Bernanos y Sylvie Danton. Fotografía: Willy Kurant. Música: Henri Dutilleux.

93 minutos. (Francia, 1987).

(Adaptación de la novela de Georges Bernanos) y Palma de Oro en el Festival de Cannes.

 

 

3 comentarios

licantropunk -

Tomo nota de tu recomendación. Tiene un aroma de cuento medieval, de narración de ciego para contar por las plazas de los pueblos, con un bastón y un cartelón ilustrado, y al final un zagal que pase la gorra.
Saludos.

Gabriela -

Hola, Ramon. Pasó que no ssé por qué, me descuadraba la barra lateral, aunque fui haciendo l recuadro cada vez más pequeño. Opté por quitarlo del todo. Porque no me gusta que la barra se desplace hacia abajo. Lo siento. Un abrazo.

ramonbalcells112@hotmail.com -

¿Gabriela, qué pasó con el post de los actores?
Saludos!