Tous les Matins du Monde (Todas las mañanas del mundo): Música y ausencia
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No eres un músico: tocas música.
Así es como el maestro de Sainte-Colombe (se sabe tan poco de él que ni siquiera ha quedado registrado su nombre en la historia), le señala a Marin Marais su carencia fundamental. Marais es un joven ambicioso. La música es un medio para llegar más alto, para dejar atrás a su padre zapatero, sus gritos, su pobreza, su ignorancia. Pero Sainte-Colombe (encarnado, no se puede decir de otro modo, maravillosamente por Jean-Pierre Marielle), busca otra cosa en la música: trascender. La música es una religión, pero una religión que sirve para agudizar las virtudes del alma, para buscar lo invisible. Lo que no puede ser dicho de otro modo: no el silencio, sino lo otro: lo indecible.
Tous le Matins du Monde (Todas las mañanas del mundo) ganó siete Césares y es fácil entender por qué. Su narración es perfecta, su fotografía, justa y en claroscuro, atenta a la época: el manierismo (Georges de la Tour, presente en las escenas de interior). Las emociones en ella fluyen sigilosamente, casi imperceptiblemente. Los actores y actrices están soberbios. La música… la música es sencillamente celestial. Amor, música, ausencia, dolor, muerte, apartamiento del mundo: todo está perfectamente narrado, imbricado en el discurso tanto visual como musical de la obra.
El film está basado en una obra de mi favorito Pascal Quignard: Todas las mañanas del mundo es una de las tres historias que se cuentan en La lección de música. Comienza con un prólogo narrativo en que la voz en off de Depardieu (que encarna a Marin Marais en su edad adulta), narra, recuerda (en un flashback casi constante, desde su vejez en la corte, al amado maestro, inigualado por él. ¿Qué narra? la pérdida de la esposa de Sainte-Colombe, la desolación del maestro, la aparente indiferencia con la que sigue su vida frente a sus dos pequeñas hijitas, la construcción de la cabaña de madera en la que tocará, ya siempre solitario, siempre dolido por esa muerte. Herido de muerte en vida por la ausencia de la que amó. El aprendizaje de las dos hijas: el arte de la viola, todos sus secretos. Los tres en los conciertos íntimos, ofrecidos en su propia casa, la vida austera, hasta que el rey manda llamar a Sainte-Colombe, atraído por su fama de virtuoso único y el rechazo de éste: no aspira a tocar para los demás, acaso para sí mismo y para el alma de su desaparecida esposa. Su alejamiento del mundo se acentúa.
Propiamente, la historia comienza cuando ese Marais joven (Guillaume Depardieu, que por cierto, toca la viola de gamba en la realidad), llega a pedir a Sainte-Colombe la gracia de ser su alumno. El examen, un escrutinio a tres: las dos hijas y Sainte-Colombe, la frase del maestro: Usted no es músico, usted toca la música. La aceptación posterior, las lecciones, el enamoramiento de Marais y la hija mayor del músico, Madeleine…La partida del joven hacia la corte. En verdad, él no busca la música: busca el honor, el reconocimiento mundano, algo que Sainte-Colombe no necesita, no desea.
Sainte-Colombe fue un músico genial, Admirado en su tiempo precisamente por su apartamiento, por el misterio que le envolvía. De su obra quedan muy pocas piezas. Todas extraordinarias. Creó la séptima cuerda de la viola de gamba, para añadirle profundidad a su sonido y dio una nueva dimensión al instrumento, otorgándole valor por sí mismo, más allá de las orquestaciones de la época. Transmitió una nueva forma de digitación y una nueva forma de sostener el arco. No quedó registrado su nombre, ni se sabe dónde nació ni dónde murió. Apenas nada quedó registrado sobre su vida personal. Así lo quiso él, adscrito al movimiento jansenista, que tanto nos apasiona a Quignard y a mí: se envolvió en la sombra (o en la luz) de su obra, desdeñando el mundo y sus oropeles. Lo que se sabe nos ha llegado a través de su alumno más famoso, Marin Marais, que, de joven se escondía, junto a Madeleine, bajo el suelo elevado de la cabaña, para escuchar a su maestro, para descubrir sus secretos y a partir de las observaciones que le dedica Evrard Titon du Tillet en Le Parnasse Francais (1732).
Marais, ya músico famoso y cortesano, repite la hazaña: oculto, fascinado por la maestría y más todavía,, espera, noche tras noche, el milagro. Busca el alma de la música que fluye de la viola de gamba tocada por Sainte-Colombe.
Convocada por esa música, la esposa aparece ante los ojos del esposo dolorido ante su muerte. Confortada por la música, el alma de ella consigue hacerse visible ante los ojos de Sainte-Colombe. Aparece la esposa, y Sainte- Colombe hace pintar un lienzo en que se muestra la copa de vino y las neulas que están sobra la mesa en la que ella apoya su blanca mano de muerta, convocada por los recuerdos del esposo. Mano que él no puede tocar. Una escena misteriosa, bella, sobria, como todo en la película.
Sainte-Colombe es un músico que vive para el arte; Marais es un músico que vive para la gloria de su música. Las dos figuras contrapuestas. Al final de su vida, Marais reconoce, agradecido, que jamás superó, que ni siquiera llegó a igualar a su maestro.
Amando, los dos también difieren: Sainte Colombe ama a su esposa hasta más allá de la muerte. Marais abandona el amor de la hija mayor de Sainte-Colombe, Madeleine (una maravillosa Anne Brochet), causando su enfermedad y su posterior suicidio (ahorcada con las cintas de unos zapatos que Marais le ha regalado). Marais vive para el mundo, Sainte-Colome para su mundo: música, amor, amor que trasciende lo concreto, música que se toca para convocar espíritus amados, ausentes, para decir lo indecible.
Sainte-Colombe sabe que Marais tendrá fama, nombre, posteridad, dinero, poder, gloria…Le dice: Todo eso lo tendrás, porque careces de corazón y de alma. Sin embargo, no llegarás a saber qué es la música, ni para qué existe. Para saber esto es necesario huir del mundo y de su ostentación. Recluirse, buscarse, callar.
Marais lo posee todo, tal como le ha profetizado Sainte-Colombe, pero su música sigue careciendo de alma. De modo que, noche a noche y durante tres años, el famoso músico de la corte de Su Majestad vuelve a esconderse bajo el suelo elevado de la cabaña de Sainte-Colombe. Durante tres años, noche a noche, Marais espera en vano que Sainte Colombe toque la viola, que le revele su secreto. Pero Sainte-Colombe ha enmudecido: el dolor, las muertes de su esposa y de su hija le han vuelto mudo. Hasta que por fin, toma el instrumento. Finalmente, los dos hombres hablan. Finalmente, los dos músicos tocan.
La obra es una oda y un planto.
La película ha sido editada en marzo de 2006 en la zona 1 (USA y Reino Unido) en dos discos, uno de los cuales trae los contenidos extras, entrevistas con el director Alain Corbieu, Jean-Pierre Marielle, una featurette, y una extensa y muy interesante entrevista con Jordi Savall, artífice de la banda sonora.
Reparto : Jean-Pierre Marielle, Gérard Depardieu, Guillaume Depardieu, Anne Brochet, Carole Richert, Michel Bouquet, Jean-Claude Dreyfus. Guión: Alain Corneau y Pascal Quignard , sobre la obra homónima de éste. . Diálogos: Pascal Quignard. Productores : Jean-Louis Livi, Bernard Marescot. Fotografía: Yves Angelo. Escenografía: Bernard Vézat. Vestuario: Corinne Jorry. Francia, 1991. DVD, 2006.
La novela corta de Pascal Quignard, Todas las mañanas del mundo, se ha editado formando parte de La lección de música (Trad. Ascensión Cuesta, Editorial Funambulista, Madrid, 2005), que está constituida por tres historias igualmente bellas, una de las cuales es la de Sainte-Colombe y Marin Marais. En Francia se ha editado aparte, pero no sé si se trata de una ampliación de la historia, o si es la misma.
La BSO (uno de los más vendidos en Francia en el año de su aparición) es interpretado por Jordi Savall y Le Concert des Nations, e incluye obras de Couperin, Lully (otro de mis favoritos), Marais y Sainte-Colombe. Hybrid SACD, 1992, aunque posteriormente Savall ha editado también sendos cedés con obras tanto de Marais como de Sainte-Colombe. De Marais también existen otras muchas grabaciones, una de mis favoritas es la de Paolo Pandolfo, Le Laberynthe & autres histories, editado por Glossa, España: una verdadera delicia.
24 comentarios
Gabriela -
(Es una posible interpretación).
Daniel -
Saludos
antonio -
Gabriela Zayas De Lille -
Gabriela -
Saludos.
anadoris -
Carolina -
Paula Fdez. -
Carla -
Daniel -
Gabriela -
Felipe López -
Gracias
Gabriela -
En esa pelícua, el actor asutriaco más quiso hacer una autobiografía que un estudio de Paganini. Por otro lado, el cine es cine, no tratado.
Un saludo cordial.
Darien Brito -
La obra es sin más una vulgar blasfemia al genio demónico de Niccolo Paganini, pues cientos de especulaciones alrededor de su figura han influenciado en exceso la imaginería del público musical. Hoy pocos se atreven a ejecutar sus obras en publico por el excesivo virtuosismo que implican y si bien su música tiende a lo pirotécnico (especialmente en los conciertos), tales niveles visionarios que han elevado la categoría técnica al punto que hoy tiene el violín no podrían ser compatibles con la vida disoluta y patológica que se nos muestra en la película, al contrario, el ejercicio práctico de un instrumento exige una vida entera de austeridad, pues al contrario de lo que se cree, mientras más talento se posea más necesario es el estudio. Paganini fué un excéntrico y hasta en ciertos aspectos vicioso (con en el juego por ejemplo), pero de ninguna manera debemos pensar que su vida adulta fué de tal desequilibrio y perversión
Un genio merece sin duda mucho más respeto.
Gabriela Zayas De Lille -
David Gómez García -
gracias.
Gabriela Zayas -
gonzalo valiente -
me gustaría comprar la película, ¿alguien sabe cómo conseguirla?
es para regalar así que si tiewne contenidos extra y tal, mucho mejor.
si alguien sabe algo, que me escriba un mail. gracias!
Gabriela -
fgiucich -
Gabriela -
letyricardez -
Gabriela -
Fabián -