Paganini, de Klaus Kinski
Klaus Kinski ...Niccolo Paganini
Deborah Caprioglio ...Antonia Bianchi
Nikolai Kinski ...Achille Paganini
Dalila Di Lazzaro ...Helene von Feuerbach
Tosca D'Aquino ...Angiolina Cavanna
Eva Grimaldi ...Marie Anna Elise Bonaparte
Beba Balteano ...Carol Watson
Fabio Carfora ...Mr. Watson
Donatella Rettore ...Miss Wells
Bernard Blier ...Pater Caffarelli
André Thorent ...Galvano
Marcel Marceau ...Pantomima
Cámara: Pier Luigi Santi
Música: de Paganini, tocada por Salvatore Accardo y la London Philarmonic Orchestra.
1987-1988
Klaus Kinski ha vuelto a mi vida por una de esas recurrencias insospechadas pero constantes de la vida. Creo que fue el hecho de volver a ver su Nosferatu tras algunas pláticas previas con Óscar lo que me devolvió un interés que ya no era adolescente, como el que tuve por Visconti, Truffaut o Bergman, sino más maduro y posterior, una etapa ya barcelonesa de mi vida, ya trasplantada aquí. Entonces, con Juan, vi muchas películas alemanas de Herzog y Fassbinder. Yo creo que Juan prefiere a Fassbinder porque es más intelectual que yo. Yo reconozco que Herzog es más intuitivo y un poco descuidado y lo que le interesa es lo que me interesa a mí, y no cosas más psicoanalíticas, más intelectuales, más esteticistas o más fellinianas. Aunque hace tiempo que no hablo de eso con Juan y lo que digo aquí a lo mejor ni siquiera es verdad.
El caso es que, recuperando a Herzog estos últimos tres o cuatro meses, le vi relatar en My best fiend la petición (denegada) que le hizo Kinski para dirigirle en la que sería su última película: Paganini. Y me intrigó hasta tal punto que cometí la locura de pedirla a Alemania. Mi dominio del inglés es bueno; en italiano también me defiendo (por ejemplo, puedo ver el Ludwig de Visconti en esa lengua y sólo perderme una parte del discurso de Romy en el pabellón de Ischl). Pero francamente, tenía pereza de escuchar esta obra en uno u otro idioma. Los subtítulos ¡ay! están en alemán y ahí sí que no llego.
La he ido postergando, hasta ayer. Mi pequeña se ha ido con uns becaErasmus a Italia y me he dicho: éste es el momento. Así que ahí va la reseña de una peli que casi seguramente a nadie le interesa y que pocos habrán visto, pues fue un fracaso económico y comercial.
Kinski planeó esta obra como una serie de televisión de 16 horas. Pero los productores, al ver el material, la vetaron. Después la soñó con una duración de 3 horas y quedó reducida a 82 minutos. Así fue como su condensación obligó a Kinski a emprender otra obra en esa iniciación en su triple papel de guionista, director y protagonista. Hace poco salió en Alemania un DVD doble con la versión del director y muchos extras.
La película contiene un prólogo narrativo, en el que vemos a Kinski-Paganini como inductor de transportes eróticos a través de la música. La narración es orgásmica, así como las imágenes de esas mujeres en la ópera de Viena, aplaudiendo, tocándose y sintiendo las notas como impulsos eléctricos. La narradora es la jovencísima esposa de Paganini-Kinski, Déborah Capriolio-Antonia Bianchi, cuyo turbador parecido con la propia hija del actor, la bella Nastassia, no pasa desapercibido y aumenta la sensación satánica que Kinski quiso imprimir en la obra. Asimismo, su hijo Nikolai aparece como Achille, el hijo de Paganini. No es difícil establecer el paralelismo entonces: Kinski cuenta la historia de Kinski. Después de haberse presentado por toda Alemania como el Mesías-Jesús-Kinski, este detalle no puede echar para atrás a ningún admirador.
La historia es la misma para ambos, Kinski y Paganini: adicción al sexo, mujeres, violencia, insatisfacción, dinero, avaricia, comercialización, megalomanía, adoración por el hijo varón, desprecio de la sociedad y al mismo tiempo, mitomanía. Respecto a su amor por el dinero a toda costa, Kinski afirmó provocativamente : Soy una puta, acepto cualquier película porque me gusta el dinero. Paralelamente, Paganini también comerció, casi vergonzosamente, con su inimitable técnica violinística sin importarle demasiado el arte: se convierte en un prestidigitador o en un saltimbanqui del violín atrayendo a las masas con fines puramente crematísticos. El poder erótico se ejerce a través del talento artístico, como reclamo, como tiranía, como alimento. Prestigio para las amantes excitadas por ese talento, pasto o combustible para el artista insaciado. La atracción por las jóvenes cada vez más jóvenes. La esposa de Kinski-Paganini parece su hija, su hija Nastassia.
El verdadero amor es el del hijo. Las escenas de ternura: Paganini durmiendo a su hijo, vistiendo a su hijo, jugando con su hijo Achille, tocando para él e igualmente, paralelamente, Kinski con su hijo Nikolai. Las escenas con él parecen la premonición de un sueño o la nostalgia de momentos no vividos, escapados para siempre, y sin embargo mostrados en el film como testamento y como legado. El amor del padre al cachorro. Y la maravillosa actuación de Nikolai, llena de vibrante emoción ¿Heredero del talento de su padre?
La soledad del artista. Paganini-Kinski finalmente solo con su arte y consigo mismo siempre. Fuera y apartado de los otros a causa de su mal; su diferencia esencial: su genio.
La fotografía de Pier Luigi Santi, siempre con luz natural, a la luz de las velas o en el ocaso o nocturna excepto en las escenas luminosas en medio de la naturaleza, es mágica. Y la música suena como provocación, como exabrupto, pocas veces dulce, excepto en los momentos con Achille-Nikola. Exacerbada también, como su autor, casi ruido, casi insoportable hasta el momento de la muerte, en que se convierte en la voz del ya mudo Paganini, en la voz desgarrada del hijo que le abraza y no quiere abandonarle ni en la tumba en la voz de violín que llora y que canta a través del tiempo la eternidad de los sentimientos más nobles.
Sin diálogos apenas, son las imágenes las que hablan. Pesadilla, magia, sueño, luz de las velas, caballos desbocados que cruzan los bosques de Europa. Caos: vida y vida juzgada y condenada por los demás. No es extraño que después Kinski se haya muerto: esta obra es su testamento. Su propio yo vertido en fotogramas.
Una película goyesca. Hermosa.
Deborah Caprioglio ...Antonia Bianchi
Nikolai Kinski ...Achille Paganini
Dalila Di Lazzaro ...Helene von Feuerbach
Tosca D'Aquino ...Angiolina Cavanna
Eva Grimaldi ...Marie Anna Elise Bonaparte
Beba Balteano ...Carol Watson
Fabio Carfora ...Mr. Watson
Donatella Rettore ...Miss Wells
Bernard Blier ...Pater Caffarelli
André Thorent ...Galvano
Marcel Marceau ...Pantomima
Cámara: Pier Luigi Santi
Música: de Paganini, tocada por Salvatore Accardo y la London Philarmonic Orchestra.
1987-1988
Klaus Kinski ha vuelto a mi vida por una de esas recurrencias insospechadas pero constantes de la vida. Creo que fue el hecho de volver a ver su Nosferatu tras algunas pláticas previas con Óscar lo que me devolvió un interés que ya no era adolescente, como el que tuve por Visconti, Truffaut o Bergman, sino más maduro y posterior, una etapa ya barcelonesa de mi vida, ya trasplantada aquí. Entonces, con Juan, vi muchas películas alemanas de Herzog y Fassbinder. Yo creo que Juan prefiere a Fassbinder porque es más intelectual que yo. Yo reconozco que Herzog es más intuitivo y un poco descuidado y lo que le interesa es lo que me interesa a mí, y no cosas más psicoanalíticas, más intelectuales, más esteticistas o más fellinianas. Aunque hace tiempo que no hablo de eso con Juan y lo que digo aquí a lo mejor ni siquiera es verdad.
El caso es que, recuperando a Herzog estos últimos tres o cuatro meses, le vi relatar en My best fiend la petición (denegada) que le hizo Kinski para dirigirle en la que sería su última película: Paganini. Y me intrigó hasta tal punto que cometí la locura de pedirla a Alemania. Mi dominio del inglés es bueno; en italiano también me defiendo (por ejemplo, puedo ver el Ludwig de Visconti en esa lengua y sólo perderme una parte del discurso de Romy en el pabellón de Ischl). Pero francamente, tenía pereza de escuchar esta obra en uno u otro idioma. Los subtítulos ¡ay! están en alemán y ahí sí que no llego.
La he ido postergando, hasta ayer. Mi pequeña se ha ido con uns becaErasmus a Italia y me he dicho: éste es el momento. Así que ahí va la reseña de una peli que casi seguramente a nadie le interesa y que pocos habrán visto, pues fue un fracaso económico y comercial.
Kinski planeó esta obra como una serie de televisión de 16 horas. Pero los productores, al ver el material, la vetaron. Después la soñó con una duración de 3 horas y quedó reducida a 82 minutos. Así fue como su condensación obligó a Kinski a emprender otra obra en esa iniciación en su triple papel de guionista, director y protagonista. Hace poco salió en Alemania un DVD doble con la versión del director y muchos extras.
La película contiene un prólogo narrativo, en el que vemos a Kinski-Paganini como inductor de transportes eróticos a través de la música. La narración es orgásmica, así como las imágenes de esas mujeres en la ópera de Viena, aplaudiendo, tocándose y sintiendo las notas como impulsos eléctricos. La narradora es la jovencísima esposa de Paganini-Kinski, Déborah Capriolio-Antonia Bianchi, cuyo turbador parecido con la propia hija del actor, la bella Nastassia, no pasa desapercibido y aumenta la sensación satánica que Kinski quiso imprimir en la obra. Asimismo, su hijo Nikolai aparece como Achille, el hijo de Paganini. No es difícil establecer el paralelismo entonces: Kinski cuenta la historia de Kinski. Después de haberse presentado por toda Alemania como el Mesías-Jesús-Kinski, este detalle no puede echar para atrás a ningún admirador.
La historia es la misma para ambos, Kinski y Paganini: adicción al sexo, mujeres, violencia, insatisfacción, dinero, avaricia, comercialización, megalomanía, adoración por el hijo varón, desprecio de la sociedad y al mismo tiempo, mitomanía. Respecto a su amor por el dinero a toda costa, Kinski afirmó provocativamente : Soy una puta, acepto cualquier película porque me gusta el dinero. Paralelamente, Paganini también comerció, casi vergonzosamente, con su inimitable técnica violinística sin importarle demasiado el arte: se convierte en un prestidigitador o en un saltimbanqui del violín atrayendo a las masas con fines puramente crematísticos. El poder erótico se ejerce a través del talento artístico, como reclamo, como tiranía, como alimento. Prestigio para las amantes excitadas por ese talento, pasto o combustible para el artista insaciado. La atracción por las jóvenes cada vez más jóvenes. La esposa de Kinski-Paganini parece su hija, su hija Nastassia.
El verdadero amor es el del hijo. Las escenas de ternura: Paganini durmiendo a su hijo, vistiendo a su hijo, jugando con su hijo Achille, tocando para él e igualmente, paralelamente, Kinski con su hijo Nikolai. Las escenas con él parecen la premonición de un sueño o la nostalgia de momentos no vividos, escapados para siempre, y sin embargo mostrados en el film como testamento y como legado. El amor del padre al cachorro. Y la maravillosa actuación de Nikolai, llena de vibrante emoción ¿Heredero del talento de su padre?
La soledad del artista. Paganini-Kinski finalmente solo con su arte y consigo mismo siempre. Fuera y apartado de los otros a causa de su mal; su diferencia esencial: su genio.
La fotografía de Pier Luigi Santi, siempre con luz natural, a la luz de las velas o en el ocaso o nocturna excepto en las escenas luminosas en medio de la naturaleza, es mágica. Y la música suena como provocación, como exabrupto, pocas veces dulce, excepto en los momentos con Achille-Nikola. Exacerbada también, como su autor, casi ruido, casi insoportable hasta el momento de la muerte, en que se convierte en la voz del ya mudo Paganini, en la voz desgarrada del hijo que le abraza y no quiere abandonarle ni en la tumba en la voz de violín que llora y que canta a través del tiempo la eternidad de los sentimientos más nobles.
Sin diálogos apenas, son las imágenes las que hablan. Pesadilla, magia, sueño, luz de las velas, caballos desbocados que cruzan los bosques de Europa. Caos: vida y vida juzgada y condenada por los demás. No es extraño que después Kinski se haya muerto: esta obra es su testamento. Su propio yo vertido en fotogramas.
Una película goyesca. Hermosa.
12 comentarios
luis catacora -
Gabriela -
No estaba en otro sitio.
ESpero haberte sido de utilidad.
marisa -
Ponte en contacto conmigo y dime como conseguirla.
Muchas gracias
Marisa Abad
Gabriela -
Yo también veo aquí la noción del "virtuosismo" como un opuesto del "arte verdadero", que no es espectáculo o que al menos no busca eso primordialmente, sino que a veces se desprende de él, pero sin una búsqueda: como fruto natural, no como fin.
Kinski es un exceso de hombre y un exceso de actor. A mí tampoco me "gusta", pero me hipnotiza. Es la fascinación de la serpiente. Siempre he sentido atracción por lo oscuro y perverso. Ay, dios mío, vaya confesiones...
Un beso, emejota. Nos seguimos leyendo.
emejota -
Kinski. No lo soporto, Gabriela. No tengo nada contra este hombre, pero mirarlo me produce calambre, interferencias, inquietud nerviosa. Tormenta. Es como si intentara conciliar dos imanes por el mismo polo: tarea inútil...
Un abrazo fuerte
Gabriela -
Loriana -
Gracias, Gabi, ahora sí me puedo ir a trabajar más contenta. Después de leer de este hombre, es lo mínimo. Ya te contaré cuando vea la peli.
Gabriela -
Orfa -
Ya salí de mi tristeza y me da mucho gusto andar por estos rumbos y leerte. Ahora que recuerdo, no sé ni cómo llegué a "Reina de grillos", pero lo celebro porque me encanta leerte.
Quiero un día ser tan inteligente como tú.
Tu fan
Orfa
Gabriela -
Magda ¡gracias! me encanta el cine y me gusta mucho escribir sobre él. Qué bueno que te gusten mis reseñas.
Un saludo a los dos.
Magda -
Un beso.
Patricio -
Kinski era una estrella de rock que se equivocó de profesión. Narcisicista, agresivo y con episodios de locura.
Su turbulenta relación con el director Werner Herzog le significó numerosas peleas y discusiones durante los rodajes de las cinco películas que hicieron juntos. Hasta pensaron en matarse mutuamente.
Cuando filmaba Fitzcarraldo, un trabajador que talaba árboles fue mordido por una serpiente venenosa. Tuvo que amputarse en el lugar su pie para evitar que el veneno lo matara. Kisnki, lejos de ayudarlo, armó un show de prima donna celosa.
Mis películas preferidas son la ya mencionada Fitzcarraldo y Nosferatu. Esta última es una inquietante versión del muerto viviente que me puso los pelos de punta. Ese personaje desfigurado y viviendo siempre una terrible soledad es un retrato extremo del propio Kinski.
En definitiva un genio atrapado en su trepidante locura.
Mmmmmmmm....vino a mi mente una buena idea para mi blog...
Saludos.