Las mujeres lectoras en la pintura
Por fin liberada de las engorrosas correcciones, me dedico a leer un libro que he recibido hace unos días, Reading Women (Mujeres lectoras).
El libro viene profusamente ilustrado y contiene varios capítulos que os reseño aquí:
En el Prefacio, Karen Joy Fowler (autora de varios libros sobre género y de novelas, también), reflexiona sobre el significado de estas imágenes en un contexto histórico cambiante, en las que el libro tiene diversas interpretaciones. El libro que lee la Virgen María, mientras el arcángel le anuncia su destino sagrado es un libro de pureza y de oración. Es interesante pensar qué libros leían las modelos de los cuadros. Pensar enq ué vidas secretas, imaginarias, alcanzaban, leyendo. El libro es también un objeto que inmoviliza. Inmoviliza exteriormente, pero no mentalmente. Vivir en la imaginación ha sido siempre un peligro. Más todavía en el caso de las mujeres. La mujer se aleja del ajetreo familiar y casero y se abstrae en la lectura ¿Se puede considerar, entonces, que la lectura es un acto combativo? Recordemos que la lectura tiene efectos nocivos tanto en los casos de El Quijote como en el de Emma Bovary ¿es necesaria la censura de las lecturas femeninas? Fowler recuerda unas palabras de Juan Luis Vives: la mujer no debe seguir su propio juicio, pues tiene muy poco. Debe leer únicamente lo que los hombres consideran apropiado y beneficioso para su educación como mujeres” y
En el siglo XIX inglés, las madres debían velar para que sus hijas leyeran libros adecuados. Es muy improbable que estas madres dejaran que sus hijas leyeran, por ejemplo, a Shakespeare…Por otra parte, se suponía (erróneamente” que las mujeres leían n mayor placer las historias novelescas que la literatura seria o filosófica. Las mujeres cristianas pueden ver acrecentada su fe y su piedad a tarvés de la lectura, pero las jóvenes imprudentes pueden estropear su vida entera leyendo novelas románticas o autores inmorales.
Hoy, han cambiado tanto las cosas que parece que el problema ya no es que las mujeres lean, sino que los hombres no lo hacen. En varios países del mundo occidental se constata que las mujeres forman el grupo mayoritario de personas que leen.
Por mi parte, siempre leí. Me recuerdo leyendo desde la más tierna infancia. Nada me ha proporcionado mayor felicidad que la lectura ¿Nada? Bueno…dejémoslo así.
Lectoras pías: La lectura como fuente de piedad y de fe.
Simone Martini (c. 1284-1344) El pintor de Siena muestra una Anunciación original: Parece que la Virgen no admite con gusto el destino que el arcángel le dicta. Se refugia, reticente, en un rincón del cuadro y sostiene en su mano un libro que evidentemente, es un libro de Horas o libro de oraciones. Martín nos muestra a la Virgen como un ser sabio, educado.
Hugo van der Goes (c. 1440-1482)
El maestro de Gante recibió de Tomasso Portinari el encargo de este altar para una iglesia de Florencia. El pintor, siguiendo la costumbre de su tiempo, muestra en menor tamaño a los donantes, y en un tamaño mayor, pinta a los santos (en este caso las santas), Santa Margarita y Santa María Magdalena. La primera sostiene un libro entre sus manos, pero no lo lee: simplemente, es un símbolo de piedad y conocimiento teológico. Armada con la cruz y con la Biblia, la santa aplasta la cabeza del Demonio.
Momentos íntimos, lectoras encantadas: El tiempo de ocio era escaso. El tiempo de la lectura era el tiempo de la esfera de lo privado, y era ajeno a la presión social y comunitaria.
Domenico Fetti (1588-1623)
La joven lectora, con sus pobres ropas asume la dignidad del más alto rango porque lee. Le ensimismada y melancólica. Puede ser María Magdalena, puede ser cualquier chica del pueblo que, por milagro, haya podido aprender a leer a la luz del fuego del hogar.
Johannes Vermeer (1632-1675)
Vermeer es uno de los pintores que mejor ha captado esos momentos en que las mujeres se apartan para leer. Sus mujeres leen cartas, las leen ensimismadas, silenciosas, en momentos de absoluta intimidad, sólo rota por nuestro voyeurismo de espectadores. Irrumpimos en ese momento, pero nos detenemos, también silencio, para ver la escena, iluminada por la ventana holandesa.
Lectoras placenteras, que confían en sí mismas.
Las mujeres dejan de ser admiradas únicamente por su belleza o por su gracia. También lo son por sus conocimientos, por su ingenio, por su capacidad literaria, como lectoras y como escritoras.
François Boucher (1703-1770)
Madame de Pompadour espera a su amante Luis XV. El libro descansa como esperando que ella le vuelva a atender. Tanto detrás como en la mesilla de noche, se pueden ver gruesos volúmenes de la biblioteca de la mujer. El vestido resalta su belleza, los libros, su deseo de no ser admirada únicamente por su apariencia.
Jean-Etienne Liotard (1702-1789)
El pintor suizo gusta de pintar a sus modelos en hábitos orientales. Aquí vemos a Marie Adelaïde de Francia, absorta en su lectura. Bella y culta.
Lectoras sentimentales. La lectura estimula el sentimiento. A lo sabían los medievales, que discutían si Amor en verdad existía o era sólo una creación de la mente humana, socializada y publicitada por los libros. Leer en el XIX significaba identificarse con los personajes o ideas expresadas en los libros.
Franz Eybl (1806-1880)
La joven lectora está tan embebida en su lectura, que ni siquiera nota que la blusa se ha deslizado y abandonó su hombro para mostrárnoslo, así como un asomo de su pecho.
Sir Lawrence Alma-Tadema (1836-1912)
Sus hijas leen. Refugio infantil: el libro de cuentos. La imaginación se despierta. Una parece reticente a dejarnos entrar en su secreto. La otra nos mira con suprema confianza en su inocente pose.
Lectoras apasionadas, que adecúan su vida con el arte. Literaturizan sus existencias. Aquí entra Emma Bovary , también Anita Ozores. Son las que sienten una pasión hasta hacerse sufrir indeciblemente con ella.
Ramon Casas i Carbó (1886-1932)
Después del baile, la mujer, agotada toma un libro al descuido, tal vez una novela, mientras se come la vida a bocados.
Théodore Roussel (1847-1926)
La desnudez de la mujer que lee no es mitológica: es realista. EL kimono, descuidadamente (aunque bellamente) olvidado en la silla, le otorga carácter intimista y a la vez casual a la pintura.
Por supuesto, el libro está lleno de imágenes y de ideas: Hopper, Matisse, Duncan Grant, Deineka. El sujeto Mujer leyendo es inacabable.
Aquí he querido dejar unas cuantas menciones que espero que os hayan gustado.
Stephan Bollmann, Reading Women (prefacio de Karen Joy Fowler), Merrell Publishers, New York, 2006.
La ilustración de portada es de Gustav Adolph Hennig, Muchacha leyendo, 1828.
9 comentarios
Ele de Lauk -
Saludos .
Ana Martínez -
Sin embargo "echo en falta" a una de las mejores (pero poco conocidas en nuestro mundo occidental): Murasaki Shikibu, siglo X, a quien Jorge Luis Borges comparó con Cervantes... Ahí queda.
Saludos
Ana
Gabriela -
Vanessa -
fgiucich -
Gabriela -
Kramer ¡gracias por el poema! ya te visitaré en ese blog común, que ya he ido y me ha gustado, pero espero más textos tuyos, desde luego. Un saludo muy cordial.
Diana, gracias por tu visita. Y el tema de las lectoras tiene tantas vertientes (y más), como se explica en el libro. Un beso.
Diana -
Kramer -
Mujer, en el secreto de tu carne llevas la paradoja de la vida y la verdad oculta en un grillo.
Púdicas rosas para ti, gloriosas palmas ... enigma de la humanidad, con tan sólo una memoria trágica de ese matiz abismal de la luz.
Gracias por tus palabras \"Gaby\" (si es que te puedo llamar así), he estado ocupado pintando unos cuantos cuadros y he descuidado un poco mi página de Kramer, pero siempre, siempre me puedes hallar en Cielo Raso, ahí publico cada Jueves una fotografía diferente junto con mi amigo Zora... ahora solo espero a que cante mi psittacula krameri para avivar un momento de inspiración para escribir... Es siempre un placer que una mujer como tu me lea y se interese un poco en lo insulso de mi vida... te lo agradesco. atte Kramer
letyricardez -