Sin City, un gran acierto de Robert Rodríguez
(Esta reseña contiene "spoilers")
Robert Rodríguez selecciona tres historias del artista del cómic Frank Miller (que co-dirige y hace un cameo de sacerdote en el confesionario), los enmarca en dos breves secuencias (prólogo y epílogo) de sensual belleza y vierte (literalmente) las viñetas en blanco y negro con algunos toques de color: verde de los ojos, rojo de los labios, la sangre o el vestido de lamé de una de las protagonistas y el amarillo del líquido putrefacto que en vez de sangre tiene ese pederasta psicótico Roark Jr. (Nick Stahl) tras su transformación en el Bastardo amarillo. Rodríguez, que es también camarógrafo y editor de su película, pone en movimiento las estáticas figuras, pero respeta gloriosamente (diría) su trágico blanco y negro. Los planos en picado y contrapicado y esa lluvia insistente nos sumergen en Basin City, esa ciudad llena de maleantes de alto y bajo vuelo, de prostitutas armadas hasta los dientes o de angélicas, inermes criaturas como Nancy Callahan. Pero aún en medio de esa corrupción (corrupción política, eclesial, policial, especialmente), aún de ese mundo sórdido y oscuro, surgen las criaturas que, convencidas de su misión, logran alzarse para dar un sentido final a su vida y a su muerte.
Rodríguez traslada con fidelidad visual y moral ese universo entero a la pantalla, y lo hace con la ayuda de un reparto estupendo, en el que a mí sólo me falla un elemento: Clive Owen (como Dwight), que no logra dotar a su personaje de la fiereza y fuerza requeridas. Pienso que si Rodríguez hubiese intercambiado a Benicio del Toro con Owen, la cosa habría mejorado sustancialmente.
La historia protagonizada por Mickey Rourke y Jaime King (en el doble papel de Goldie/ Wendy) es la traslación moderna y trágica de La Bella y La Bestia. El amor surge dentro de ese monstruo cuya fisonomía remite tanto a Frankenstein como a Hulk, para arrastrarlo a una serie de crímenes y expiaciones cuya finalidad es la venganza. El amor de esta bestia surge volcánico e incontenible ante la pérdida del ángel que fue amable y cariñoso con é: la única capaz de humanizarle por una noche a través de la pasión y la ternura. La silenciosa y perniciosa irrupción del caníbal (Elijah Wood) rompe este momento feliz de su existencia, llevándolo a la desesperación más absoluta. Marv (Rourke)es el héroe romántico por excelencia: el que no tiene nada que perder porque nada ha tenido nunca. Su única redención proviene de constituirse a posteriori, digno del amor que ha logrado encender en su pecho la hermosa, arcangélica Goldie(Jamie King). Ya se intuye que la fuerza del mal que está detrás de todo crimen en Sin City no es solamente la de los ejecutores: los cerebros serán un Rutger Hauer rescatado para un breve, pero intenso papel de cardenal Roark, y su hermano, el senador y padre del Bastardo.
Bruce Willis es Hartigan, un policía a horas de jubilarse que decide enfrentarse a este mundo del Mal (del Mal con mayúscula), para salvar la vida de una niñita secuestrada, que sin su intervención sería violada y después asesinada cruelmente. Hartigan sabe con quién se va a enfrentar: nada más y nada menos que con el hijo del senador, Raork Jr., pederasta y psicópata y como tal, monstruo entre los monstruos. Lo hace a conciencia, sabiendo que se juega la vida, para salvar su alma. El calvario que le espera es aterrador. Tras la liberación, busca a aquella niña, ya convertida en una joven de 19 años (la sensual a la par que ingenua Jessica Alba)a quien salvó y que a su vez le salvó de la locura y la muerte con sus cartitass semanales y con ellas llenó los ocho miserables años que pasó en la jaula. Esta búsqueda de Nancy le lleva a encontrarla y a definirla claramente como el gran amor de mi vida. Amor que, como todo calvario en su versión romántica, debe terminar con el holocausto del amante. El sacrificio de la propia vida para salvar la de ella. Hermoso final y gran actuación de Willis, quien siempre me ha parecido un excelente actor, nada histriónico y sí muy expresivo.
La tercera historia ( a mi juicio la más floja), tiene como protagonistas a Clive Owen (Dwight) quien, llevado por la ira, perseguirá y después será perseguido por Jackie-Boy (Benicio del Toro), un maltratador de mujeres. La persecusión les llevará hasta la ciudad vieja, donde las prostitutas han establecido un nuevo Reino de las Amazonas (Rosario Dawson, tan hermosa como siempre en su papel de Dominatrix, Devon Auki ojo con esta chica, dará que hablar- y Alexis Bledel) Gail (Dawson)y sus chicas matan a Jackie-Boy (del Toro) sin saber que es poli. Y de ahí, la secuencia automovilístico-surrealista que filma Quentin Tarantino por un dólar, la ruptura de la tregua con la poli, la masacre, la sangre y la apoteosis final.
La obra se cierra con un epílogo de menor belleza que el prólogo, a mi juicio y con la estupenda sensualidad de la música de la Sensemayá de Silvestre Revueltas.
Esta película significa un paso adelante en la carrera de ese irregular director chicano que es Robert Rodríguez. Necesariamente, esta experiencia no será repetida, a no ser en una segunda parte que propiamente no podremos llamar secuela, por lo que su futuro como autor (para mí) sigue siendo un interrogante. No cabe duda que ha sabido innovar visualmente, que su puesta en escena es deslumbrante, que sus actores han sido excelentemente dirigidos y que su romanticismo (me refiero al romanticismo de verdad), presente tanto en El Mariachi como en Abierto hasta el Amanecer, ha salido reforzado. No os podéis perder Sin City. Hay que verla más de una vez.
Como Bonus track, Rodríguez nos rescata del olvido a dos actores con mitología: Mickey Rourke (Nueve semanas y media) y Hauer (qué decir de su inolvidable Nexus 6, en la absoluta obra maestra que es Blade Runner), ambos estupendos en sus respectivos papeles y que son también, dentro del cine, héroes caídos. Finalmente, nos salva del encasillamiento a Elijah Wood ¿Qué más puede pedirse?
Si tuviese que definirla entres palabras diría: Amor. Muerte. Fabulosa.
Robert Rodríguez selecciona tres historias del artista del cómic Frank Miller (que co-dirige y hace un cameo de sacerdote en el confesionario), los enmarca en dos breves secuencias (prólogo y epílogo) de sensual belleza y vierte (literalmente) las viñetas en blanco y negro con algunos toques de color: verde de los ojos, rojo de los labios, la sangre o el vestido de lamé de una de las protagonistas y el amarillo del líquido putrefacto que en vez de sangre tiene ese pederasta psicótico Roark Jr. (Nick Stahl) tras su transformación en el Bastardo amarillo. Rodríguez, que es también camarógrafo y editor de su película, pone en movimiento las estáticas figuras, pero respeta gloriosamente (diría) su trágico blanco y negro. Los planos en picado y contrapicado y esa lluvia insistente nos sumergen en Basin City, esa ciudad llena de maleantes de alto y bajo vuelo, de prostitutas armadas hasta los dientes o de angélicas, inermes criaturas como Nancy Callahan. Pero aún en medio de esa corrupción (corrupción política, eclesial, policial, especialmente), aún de ese mundo sórdido y oscuro, surgen las criaturas que, convencidas de su misión, logran alzarse para dar un sentido final a su vida y a su muerte.
Rodríguez traslada con fidelidad visual y moral ese universo entero a la pantalla, y lo hace con la ayuda de un reparto estupendo, en el que a mí sólo me falla un elemento: Clive Owen (como Dwight), que no logra dotar a su personaje de la fiereza y fuerza requeridas. Pienso que si Rodríguez hubiese intercambiado a Benicio del Toro con Owen, la cosa habría mejorado sustancialmente.
La historia protagonizada por Mickey Rourke y Jaime King (en el doble papel de Goldie/ Wendy) es la traslación moderna y trágica de La Bella y La Bestia. El amor surge dentro de ese monstruo cuya fisonomía remite tanto a Frankenstein como a Hulk, para arrastrarlo a una serie de crímenes y expiaciones cuya finalidad es la venganza. El amor de esta bestia surge volcánico e incontenible ante la pérdida del ángel que fue amable y cariñoso con é: la única capaz de humanizarle por una noche a través de la pasión y la ternura. La silenciosa y perniciosa irrupción del caníbal (Elijah Wood) rompe este momento feliz de su existencia, llevándolo a la desesperación más absoluta. Marv (Rourke)es el héroe romántico por excelencia: el que no tiene nada que perder porque nada ha tenido nunca. Su única redención proviene de constituirse a posteriori, digno del amor que ha logrado encender en su pecho la hermosa, arcangélica Goldie(Jamie King). Ya se intuye que la fuerza del mal que está detrás de todo crimen en Sin City no es solamente la de los ejecutores: los cerebros serán un Rutger Hauer rescatado para un breve, pero intenso papel de cardenal Roark, y su hermano, el senador y padre del Bastardo.
Bruce Willis es Hartigan, un policía a horas de jubilarse que decide enfrentarse a este mundo del Mal (del Mal con mayúscula), para salvar la vida de una niñita secuestrada, que sin su intervención sería violada y después asesinada cruelmente. Hartigan sabe con quién se va a enfrentar: nada más y nada menos que con el hijo del senador, Raork Jr., pederasta y psicópata y como tal, monstruo entre los monstruos. Lo hace a conciencia, sabiendo que se juega la vida, para salvar su alma. El calvario que le espera es aterrador. Tras la liberación, busca a aquella niña, ya convertida en una joven de 19 años (la sensual a la par que ingenua Jessica Alba)a quien salvó y que a su vez le salvó de la locura y la muerte con sus cartitass semanales y con ellas llenó los ocho miserables años que pasó en la jaula. Esta búsqueda de Nancy le lleva a encontrarla y a definirla claramente como el gran amor de mi vida. Amor que, como todo calvario en su versión romántica, debe terminar con el holocausto del amante. El sacrificio de la propia vida para salvar la de ella. Hermoso final y gran actuación de Willis, quien siempre me ha parecido un excelente actor, nada histriónico y sí muy expresivo.
La tercera historia ( a mi juicio la más floja), tiene como protagonistas a Clive Owen (Dwight) quien, llevado por la ira, perseguirá y después será perseguido por Jackie-Boy (Benicio del Toro), un maltratador de mujeres. La persecusión les llevará hasta la ciudad vieja, donde las prostitutas han establecido un nuevo Reino de las Amazonas (Rosario Dawson, tan hermosa como siempre en su papel de Dominatrix, Devon Auki ojo con esta chica, dará que hablar- y Alexis Bledel) Gail (Dawson)y sus chicas matan a Jackie-Boy (del Toro) sin saber que es poli. Y de ahí, la secuencia automovilístico-surrealista que filma Quentin Tarantino por un dólar, la ruptura de la tregua con la poli, la masacre, la sangre y la apoteosis final.
La obra se cierra con un epílogo de menor belleza que el prólogo, a mi juicio y con la estupenda sensualidad de la música de la Sensemayá de Silvestre Revueltas.
Esta película significa un paso adelante en la carrera de ese irregular director chicano que es Robert Rodríguez. Necesariamente, esta experiencia no será repetida, a no ser en una segunda parte que propiamente no podremos llamar secuela, por lo que su futuro como autor (para mí) sigue siendo un interrogante. No cabe duda que ha sabido innovar visualmente, que su puesta en escena es deslumbrante, que sus actores han sido excelentemente dirigidos y que su romanticismo (me refiero al romanticismo de verdad), presente tanto en El Mariachi como en Abierto hasta el Amanecer, ha salido reforzado. No os podéis perder Sin City. Hay que verla más de una vez.
Como Bonus track, Rodríguez nos rescata del olvido a dos actores con mitología: Mickey Rourke (Nueve semanas y media) y Hauer (qué decir de su inolvidable Nexus 6, en la absoluta obra maestra que es Blade Runner), ambos estupendos en sus respectivos papeles y que son también, dentro del cine, héroes caídos. Finalmente, nos salva del encasillamiento a Elijah Wood ¿Qué más puede pedirse?
Si tuviese que definirla entres palabras diría: Amor. Muerte. Fabulosa.
13 comentarios
Gabriela -
Besos.
Ramon -
Saludos.
Ramon -
Gabriela -
Y Patrico, gracias por linkarme, Ya tengo el blog de Kaos en mis enlaces desde hace tiempo, porque me gusta mucho visitarlo. Lo que pasa que no me quedó claro el título y lo puse como "Cine maldito Paropua". La escena dirigida por Quentin es estupenda, para caerse de la butaca de la risa y muy bien planteada, muy suya. Muchos saludos. Seguimos en contacto.
Patricio -
Acabo de agregar este blog en mi lista de links. Saludos desde Chile.
PD: te recomiendo este blog: www.kaosblog.com/topito .
Portnoy -
Portnoy -
Te devuelvo la visita.
;)
No sé que pensar sobre Sin City... estéticamente me parece una apuesta interesante que se queda sin fuerza por su pobreza narrativa...
pero resulta interesante visualmente
En cuanto a la violencia... si Ramón vió Kill Bill puede ver esta sin temor (total, ya está perdido...jejejejejeje)
Un saludo
Gabriela -
Un saludo.
J. P. Bango -
Por lo demás, coincido que -por encima de todo- es una cinta romántica, llevada hasta al extremo, claro, temperamental y contundente.
Un clásico moderno. Coincidimos, Gabriela.
Un saludo desde El Cronicón.
Gabriela -
Te mando las instrucciones por mail, vale? porque aquí no se puede meter html.
Saludos
Ramon -
Por cierto me puedes decir como se consigue un contador para mi web.
Saludos.
Gabriela -
Un saludo.
El Enigma -
Saludos
El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra