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Mi familia

Pasó el día de muertos y...

Pasó el día de muertos y...

 

Pasó el día de Muertos y volví a constatar cómo nuestros muertos nos habitan. Tengo el fantasma del abuelo de mi marido viviendo en mi casa desde hace mucho. Es un fantasma afable y veloz, que sólo se deja ver mientras pasa corriendo del espejo del pasillo al cuarto que fue de mi hijo Arturo y que es el más alejado de la casa. A veces mete bulla, pero debo definirlo como un fantasma muy cortés, muy discreto.

Ignoro por qué permanece aquí, porque por lo que sé, no le gustaba esta casa. Pero algo lo tiene atrapado, y yo no he conseguido juntar valor para preguntarle por qué no se va, o qué necesita para irse, o si quiere irse.

El caso es que con las obras he quitado el espejo del pasillo, y no sé si he dejado al fantasma del abuelo dentro o fuera, porque es evidente que ésa era su puerta de entrada y salida. La cosa me ha preocupado desde hace días. Es curioso que yo, que no soy nada suyo, piense mucho en él. Es mi fantasma, no el de mi marido, su nieto.

Volver a poner un espejo ahora que terminen las obras es mi principal preocupación. No quiero que mi fantasma vaya a sentirse solo. Llevamos tanto tiempo viviendo juntos que yo también lo extrañaría.

 

Conmemoración : un artículo que recuerda a mi tío Pedro De Lille

Conmemoración : un artículo que recuerda a mi tío Pedro De Lille


SE CUMPLEN 42 AÑOS DE LA MUERTE DEL AUTOR DEL CORRIDO DE CHIHUAHUA


Don Pedro De Lille Aizpuru, Parralense por adopción, pionero de la radiodifusión en México y autor del Corrido de Chihuahua, murió el 1 de octubre de 1964, a los 65 años de edad.

 

 

Pedro De Lille, nació el 19 de Junio de 1899 en Gunaceví, Durango, pero casi inmediatamente sus padres, los señores Pedro de Lille Borja y María Aizpuru Alvarez, a los tres meses de nacido lo llevaron a vivir a Parral, Chihuahua.

En 1910, debido a la revolución, la familia se fue a radicar al Paso, Texas. En 1917, a los 18 años de edad, regresó a Chihuahua, donde permaneció durante poco tiempo, para trasladarse a la ciudad de México, a fijar su residencia permanentemente. Una vez en la ciudad de México, entró a trabajar a Petróleos Mexicanos, posteriormente laboró en la Tabacalera Mexicana y en 1930, a los 29 años de edad, entró a formar parte del cuerpo de locutores de la XEW, que se convierte en su definitiva casa de trabajo.

Respecto a sus estudios, los inició en Parral y los continuó en Estados Unidos, donde terminó High School. Los deportes a los que siempre fue aficionado y que practicaba eran el golf, la pesca, el tiro al blanco, el frontón y la natación. Sus amigos lo recuerdan afable, hombre bondadoso con corazón de oro, a quien todos querían y respetaban. Le gustaba viajar, bailar, conversar con sus amigos. Se distraía escuchando la radio, viendo televisión, o jugando ajedrez o dominó. Escuchaba todo tipo de música, pero era conocido su especial gusto por los tangos y los corridos revolucionarios.

Pedro De Lille, locutor pionero de la radio y de la televisión en México, tuvo una vida fascinante; le tocó descubrir y "bautizar" a muchos famosos mexicanos, como Agustín Lara "El músico poeta", Emilio Tuero "El barítono de Argel", Pedro Vargas "El samurai de la canción"...era su especialidad, inventarse un epíteto original, poético y a veces disparatado -por ejemplo, Tuero no era barítono...ni por supuesto, de Argel-. Pedro de Lille era conocido con el apodo de "El príncipe azul", en parte por su programa, "La hora azul", y porque llamaba a sus oyentes "mis princesitas azules". Con su tersa y seductora voz también era conocido como "El caballero del micrófono".

Pedro De Lille recibió muchos reconocimientos por su trayectoria como locutor destacado. Como ejemplo, el Heraldo, el Micrófono de Oro, destacando que a sus veinticinco años de locutor, se le hizo un homenaje, en el que recibió de manos del Sr. Presidente, Lic. Adolfo López Mateos, un collar de oro con veinticinco micrófonos. Un reconocimiento muy importante para él fue la Llave de Oro de la ciudad de Chihuahua.

En Parral, a finales de los años 70s, el Grupo Comunicación, integrado por los trabajadores de los medios electrónicos e impresos, le hicieron un homenaje y las autoridades municipales (1977-80), encabezadas por el presidente José Luis Bremer González le pusieron su nombre a una calle y se levantó un monumento, -un pedestal donde se colocó la réplica de un micrófono, similar a los de su época-. Este monumento está ubicado frente a la clínica del Seguro Social, al inicio de la avenida que lleva su nombre y que corre desde la avenida Independencia hasta el periférico.

Su vida fue plena, llena de interesantes anécdotas. Una de ellas narra que cuando estuvo grave en el Hospital Inglés, una señora que no lo conocía personalmente, al enterarse quién era fue a preguntarle a su esposa, la Sra. Celia Saenz de De Lille, por la salud de su marido. Al platicar con ella, esta señora comentó que había sido Princesita Azul en el programa La Hora Azul. La señora estaba por recibir su primer nieto, al que pusieron Pedro e invitaron como padrinos a Don Pedro y a Doña Celia, luego lo bautizaron en ese hospital.

En el aspecto artístico, su primera obra fue precisamente una con la que más se le recuerda, la letra del Corrido de Chihuahua, canción con la que recibió muchas satisfacciones; era su orgullo, a donde él llegaba lo tocaban, se convirtió en un himno para el Estado de Chihuahua, al que tanto amó.

El Corrido de Chihuahua lo hizo en coautorìa con el maestro Felipe Bermejo, que compuso la música. Se sentía muy gratificado al ver la importancia que para el Estado de Chihuahua adquirió su Corrido, y también, que haya sido grabado con la letra completa, por la reina de la canción mexicana Lucha Reyes. Don Pedro de Lille, murió el 1 de octubre de 1964, en la ciudad de México, pero su recuerdo está presente cada vez que escuchamos el Corrido de Chihuahua.


(La noticia apareció el 9 de abril de 2007 en el Semanario Digital de Parral, Chihuahua, México, sin firma).

 

Más cosas sobre los De Lille en Chihuahua

Más cosas sobre los De Lille en Chihuahua Una amabilísima lectora, Carmen Arriola, me ha enviado estos datos, que en su mayoría me eran desconocidos y que paso a transcribir aquí.

Su fuente es el libro  "Sucesos del norte acaecidos a norteños".

Su autor, el  Dr. Guillermo R. Alvelais

Primera edicion, 1991.


Esto es lo que me envía Carmen: ( El Dr. Alvelais) Inicia su prefacio (escrito por él mismo), diciendo: 

 "Se dice que sucedió en el norte a norteños durante los últimos 100 años."

"La intención es lograr breves relatos que, reunidos debidamente, formen un todo digno de ser leído y que creemos interesará mucho a personas que hayan residido en un tiempo o en otro en Ciudad Juárez, Chihuahua, Delicias, Camargo, Jiménez, Parral, Santa Bárbara y sus zonas vecinas. Al leerlos se podrán dar cuenta si sus padres,hermanos, tíos, primos o amigos, estén inmiscuidos en tales relatos.


Pag. 70.- "La familia de Lille Borja. El médico de Lille Borja muy parralense no participaba con las ideas revolucionarias, ese fue el motivo de que fuera fusilado por villistas, dejando a su viuda con varios de familia. El mayor de los hijos se tituló en la Facultad Nacional de Medicina en 1930. (Se refiere a José De Lille).


El químico, microbiólogo farmacéutico, laboratorista, su hermano Pedro, con el gran don de poder transmitir conocimientos a sus discípulos, se fue a Chihuahua. Su esposa y gran señora María Aizpuru, apellido muy conocido en la región con numerosos parientes. su hijo Pedro con unos 15 años de edad se incorporó en la defensa social. En 1913 (?) don Pedro emigró a Los Angeles, Cal. con sus hijos Pedro, Enrique, María (la Chata) y Toña la menor. A la Chata la impulsaron a la música y el canto y Toña no se amedrentaba ante las audiencias de las fiestas escolares en que participó, las dos desarrollaron personalidad teatral, que años después las hicieron muy populares en Chihuahua. Enrique ejerció farmacia en Los Angeles y jamás regresó a México. Don Pedro y su familia hicieron una visita a Chihuahua en el verano de 1918 pero se regresaron a Los Angeles.

A principios de 1921 la familia regresó a Chihuahua, don Pedro fue nombrado Jefe de Salubridad, sitio en un costado del Teatro de los Héroes por la calle Escorza y profesor de Química, Física e Historia Universal en el Instituto del Estado, en las cuales se ganó el cariño de sus alumnos. Poseía el don de la enseñanza. No había muchos trabajos para la personalidad de Pedro hijo, quien se tuvo que conformar mientras tanto con ser vendedor de calzado en la tienda de Francisco I. Medina en calle Libertad frente a la Plaza Merino. Alto, de buen físico y bien parecido,portaba un dia traje azúl marino y al siguiente uno gris, corte de moda, polainas grises, calzado negro y cubría su cabeza con una cachucha. Su porte muy de categoría. Nada más dos trajes se le vieron tanto en calle como en fiestas. Siempre perfectamente sometidos a la plancha. Pedro traía en sí mismo mucha madera de donde poder formar agallas pero era necesario esperar que se presentara la oportunidad y al llegar o la iba a dejar ir. Listo con dientes y uñas."

"La Chata, bonita con finas facciones, buena estatura, de frágiles y graciosos movimientos, fue acogida con beneplácito en lo mejor de la sociedad. Con todas esas cualidades, su agradable voz y tendencia a un buen desempeño en las tablas, cooperó con entusiasmo a funciones de caridad organizadas por conocidas damas, como en el papel de gitana en la Zarzuela "El puñao de rosas", en la que la guapa Elvira Chávez desempeñó el carácter principal. Función que tuvo un lleno a capacidad en todas las secciones del Coliseo de los Héroes. También se le dió participación a Toñita, en edad de 10 años, para que luciera su graciosa picardía de cupletista cantando "Los pepes".


"A Pedro ( Se refiere el autor a Pedro De Lille Aizpuru) le llegó su oportunidad en la Cía. de Petróleos "El Aguila". Cultivó buenas amistades mentras le llegó otra oportunidad, la de ser locutor de radio, el medio de diversión y transmisión de noticias que ahora ocupa la televisión.
Conociendo el idioma y teniendo en cuenta las constantes inovaciones respecto a equipos, maneras de anunciar, reacciones de sorpresas, animaciones, etc. Pedro los cambiaba a su manera, para impresionar al público. Sus radioescuchas le dieron tremenda acogida al oir sus traducciones no literales pero modificadas poniendo énfasis apropiado, imprimiéndoles su toque personal que quería y sabía aplicar, lo que fué su éxito. Muchas veces se remontaba al pasado y venían recuerdos de hechos que presenció con amistades, etc. de los que tuvo muchos, así como otras tantas de sus experiencias.

Enrique Aizpuru Durán, primo hermano de Pedro, muy agradable persona, buen tipo y estatura, casanova consumado, chihuahuense, le achacaban el cuento de que en una reunión varias señoras casadas y con descendientes se pusieron a platicar en tono confidencial dando nombres de los novios que habían tenido cuando solteras. Cada una de ellas habían sido novias del famoso "Güero Aizpuru" en un tiempo o en otro. EN 1922 conoció a una guapa morena, Celia Sáenz, prima de María Luisa La norteña, orgullo de todo chihuahuense y se dedicó a atenderla y acompañarla. Celia Sáenz se fue a la capital en donde la conoció el locutor y la flecha que atravesó el corazón del "Güero" quedó ensartada en el de su primo Pedro. Este idilio terminó en matrimonio. El popular locutor supo emplear sus ganancias, lo que lo hizo dueño de varios apartamentos que le dejaron buenas rentas.
También fue procurado a radiodifundir inauguraciones y eventos especiales, en Chihuahua se hospedó en casa de Don Arturo Wisbrun cuya esposa, la gentilísima y guapa doña Romana, era prima de su esposa Celia, cuando fue solicitado para anunciar la inauguración del Hotel Victoria, se anunció como  propietario al señor Pedro Delgado muy conocido en Los Angeles, Cal. EE. UU."

Después continúa el autor comentando de Estadounidenses que visitaron Chihuahua en aquellos años.



    " De los pretendientes de la Chata, Alberto Enríquez S., futuro cirujano, fue el más asiduo y afortunado. A principios de 1922 don Pedro renunció a sus puestos y con su familia se trasladó a la Capital y se hizo cargo de un laboratorio en la Farmacia Del Aguila y del puesto de profesor de la cátedra de farmacia en la Facultad Nacional de Medicina.

Pedro aún no daba pie con bola y tomó trabajitos insignificantes para ayudar a gastos de casa. La Chata ingresó al Conservatorio Nacional para seguir conservando canto y música. Alberto, su enamorado novio, apenas principiaba los estudios de una carrera profesional que tomaría 6 años, luego titularse, establecer consultorio para formar su clientela, todo lo cual por lo menos tomaría 10 años aproximadamente. Mucho tiempo de espera para una jovencita de 16 años que tenía la Chata. En todo ese tiempo podían intervenir muchos cambios contrarios al idilio que no visualizaba la pareja en el momento. Casi diariamente cuando el tiempo de sus clases lo permitía, Alberto acompañaba a la Chata. Los domingos por la tarde a un teatro o cine, etc. es muy posible que en casa le hicieron ver que faltaba mucho tiempo para que Alberto pudiera formalizar el noviazgo, etc. porque repentinamente un buen día dijo a Alberto que ya no seguirían viéndose, sus estudios, etc. el noviazgo terminó muy a doliendas de Alberto y con entera seguridad  que a la Chata le pudo tanto como a él.  Amistades de la Chata la oyeron decir que le pudo mucho haber terminado con Alberto. Se supo que años despuès la Chata se casó y fue llevada a Detroit en EE.UU."


Agradezco mucho a Carmen Arriola estos fragmentos, que permiten añadir datos a la historia familiar.


En la foto, Pedro, Chata y Enrique De Lille Aizpuru, de chiquitos ( A principios del siglo XX).



Guitarreando

Guitarreando

Anoche nos la pasamos cantando rancheras y similares ’a la De Lille’. Mi hija mayor aportó esta canción de Víctor Iturbe, que espero que les parezca tan divertida como a mi familia:



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Más sobre mi abuelo, Pedro De Lille Borja

Más sobre mi abuelo, Pedro De Lille Borja

Mi primo, el Dr. Ramón De Lille Fuentes, me envió por Internet este fragmento del libro de Salvador Prieto Quimper , El Parral de mis recuerdos (Editorial Jus, 1948, reeditado recientemente por el Gocierno del Estado de Chihuahua), que, como conté antes, yo había tenido y perdido con tanta mudanza. Este libro, en su reedición, le fue facilitado a mi primo por una amabilísima parienta nuestra (por el lado Borja), Mercedes de la Peña, que me ha prometido enviarme uno también a mí. Mientras, transcribo un fragmento donde habla de mi abuelo:

  Otro de los preclaros hijos de Parral a quien me refiero en este artículo, Pedro De Lille Borja, nació pocos años después que Norberto Domínguez, por el 1875. Su padre fue don Pedro De Lille, que vino de la amada Francia, en un pequeño grupo de hombres de trabajo, honorables, cultos y emprendedores, que cooperaron en el adelanto y mejoramiento de Parral (…)No existe ya ninguno de esos hijos de la Galia y sólo de ellos vive el grato recuerdo de su vida activa y honesta.Doña Toñita Borja, de antigua y honorable familia de agricultores, excelente y virtuosa, fue la esposa de don Pedro De Lille, que le dio tres hijos, Pedro, José y Carlos. Ninguno vive. José, dueño de extraordinario talento, algo taciturno y romántico, hizo una notable carrera de médico que su temprana muerte truncó en plenitud de sus facultades. Carlos, inteligente también, fue un luchador en el campo del comercio (…)Pedrito De Lille, de constitución fuerte. Mostró desde sus primeros años clara inteligencia y gran precocidad. Hizo la primaria en la escuela de aquel gran educador que fue don Pepe Rentaría Sarvide, con gran éxito, siendo uno de los alumnos más distinguidos y aprovechados de la escuela, aunque no de los consentidos, pues por inquieto – y no por violento- producto de sangre francesa y mexicana, armaba con frecuencia camorra con sus compañeros por cualquier pretexto – como sucede entre muchachos-, terminando muchas veces a bofetadas. El cuento llegaba a oídos del maestro, que celoso de su autoridad, aparentemente sancionada por los papás de los escolares, aplicaba el castigo que creía adecuado y necesario: algunos chicotazos con una vara de membrillo muy resistente o una o dos cachetadas, no tanto dañosas, pero sí bochornosas en plena aula llena de alumnos. Cosas del tiempo. Así era con todos (…)Después de terminar Pedrito sus estudios de primaria, vino a México a seguir sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria, que como los de primaria cursó con magnífico éxito. Sobresaliendo en química y en historia en las que era una potencia, y también en lógica y psicología. Terminó la preparatoria y se recibió de químico _ahora ingeniero químico-  y bacteriólogo en brillantes exámenes.De Lille era, como Domínguez, un apasionado del estudio, y llegó a formarse una profunda cultura. Era experto en griego y en latín. De carácter expansivo, bromista y alegre, de alma noble y generosa, gozaba de grandes simpatías y estimación entre sus maestros, compañeros y coterráneos. Su conversación era muy interesante, amena y emotiva por su carácter apasionado y vehemente, y como tenía, al igual que su paisano, el don maravilloso de enseñar, las discusiones con sus compañeros sobre cualquier punto resultaban valiosas enseñanzas.Ya recibido regresó a Parral, donde se casó con María Aizpuru Álvarez, excelente y bondadosa criatura, finamente educada, hermosa y elegante, dueña de dos ojos negros de maravilla y de una brillante inteligencia aunada a una sólida cultura que le impartió su padre, el competente y sabio maestro doctor don José María Aizpuru Benítez, nativo también de Parral. Tocaba muy bien el piano, que aprendió de su madre, doña Josefa Álvarez, y cantaba con gusto artístico y gran pasión, con su preciosa voz de soprano que ella, con personal, cuidadoso estudio y con talento, supo cultivar bajo la perspicaz vigilancia de doña Josefina.Poco tiempo duró De Lille en Parral después de su matrimonio, pues poco tiempo después del nacimiento de su primogénito, llamado ahora Pedrito como llamaron siempre a su padre, como él, trabajador y honorable, con grande influencia en la industria radiodifusora y uno de los locutores más competentes de habla española en la América Latina, la pequeña familia se fue a Guanaceví. (1)En aquella ciudad durangueña fue por varios años jefe de laboratorio de ensaye y al mismo tiempo encargado de  farmacia de la empresa minera de los Hermanos Lozoya, puestos que desempeñó con gran eficiencia y honradez.De Guanaceví fue a establecerse a Chihuahua, donde permaneció hasta que a causa de los sacudimientos del país, vino a radicarse en la capital (2). Durante le tiempo que vivió en Chihuahua – alrededor de diez años-, fue catedrático titular de química y de historia, dos materias que dominaba, a las que dedicó mucho estudio y cariño. Tenía una memoria excelente, por lo que sus clases, de historia especialmente, se convertían en amenas charlas, salpicadas de citaciones de importantes hechos históricos con lujo de detalles. Sus alumnos tenían por él ese gran respeto y cariño que poco a poco van cristalizando a través de la enseñanza y trato constante a base de talento, afabilidad y cultura, tres atributos esenciales en un verdadero maestro, que siempre conserva ecuanimidad y paciencia iguales para todos sus discípulos.Al poco tiempo de llegar a México, por sus méritos, reconocidos desde que fuera aquí preparatoriano y luego en la profesional, fue nombrado profesor de química en la Universidad Nacional Autónoma, cátedra que desempeñó hasta su muerte con gran competencia. Pero hombre muy dinámico, tenía otros trabajos, entre ellos la dirección de un importante laboratorio de productos químicos.

El matrimonio De Lille Aizpuru tuvo seis hijos: dos mujeres: María, la Chata y Toña, y cuatro hombres: Pedro, Enrique, Mario y Héctor, que heredaron las cualidades morales, físicas e intelectuales de sus progenitores. Pedrito tenía un corazón de oro y carácter jovial, que conquistaba luego la simpatía y el corazón de quien tenía la ocasión de tratarlo. Ingenio sutil. Al trabajo intelectual duro y constante combinaba su gran afición por la música, que le producía verdadero deleite, y no sólo, sino que tocaba el violín al que comunicaba las emociones de su espíritu lleno de fibra y de delicadeza simultáneamente. Cuando recordaba sus tiempos en Parral y Chihuahua lo hacía con gran cariño, con nostalgia, con detalles emocionantes y evocaciones llenas de afecto y de respeto para tanta gente querida de aquel lejano pedazo de tierra mexicana, que ya ha tiempo se habían ido. Pedro De Lille fue un auténtico parralense, que vivió siempre vinculado al pueblo en que nació.

  Salvador Prieto Quimper, El Parral de mis recuerdos, Primera ed, México, Editorial Jus, 1948, reed. del Gobierno del Estado de Chihuahua, Chihuahua, 2004? Notas: (1) De hecho, mi tío, Pedro De Lille Aizpuru, ya nació en Guanaceví, Durango, por lo que la familia debió trasladarse antes.(2) Antes de irse a México, D.F. Mis abuelos estuvieron viviendo en Los Ángeles, California, adonde se refugiaron, huyendo de la Revolución. Ahí se quedó mi tío Enrique, enamorado de Elsie, como explico en el post que le he dedicado.   

Mi abuelo, Pedro De Lille Borja


Mi abuelo, mi tía Celia Sáenz, esposa de mi tío Pedro, mi abuela María Aizpuru y mi tió Pedro De Lille Aizpuru

No conocí a mi abuelo: había muerto hacia 1942. A través de mi madre y de mis tíos se me transmitió el cariño. Ya se sabe que uno no muere mientras haya alguien que lo recuerde. Ya os conté que mi abuela no volvió a tocar el piano cuando él murió, a pesar de que para ella era una profesión muy amada, o por eso mismo. Hoy parece casi suicida. Sin embargo, creo que en ese tiempo, ese tipo de cosas solían hacerse. Una especie de tributo a la memoria del ser amado. No sé si romántico o tenebroso. El caso es que el piano desapareció, y mi madre también fue sacrificada con ello. Mi madre después prosiguió su vida profesional por otros cauces bien distintos, aunque, como creo haber dicho, terminó las carreras de piano y de organista.
Al parecer mi bisabuelo (o mi tatarabuelo), vino de Burdeos, Francia ¿Sería un socialista utópico? Esa idea me gusta, aunque no lo sé. El caso es que fue dueño de una escuela en Parral. Murió prematuramente, y mi abuelo se hizo el cabeza de su pequeña familia: tuvo dos hermanos, José, médico, y Carlos, que murió muy joven y sin descendencia.
Mi abuelo estudió Química y Farmacología, y fue uno de los introductores de la Bacteriología en México. Además de sus farmacias y sus investigaciones, estuvo siempre ligado a la enseñanza y fue profesor de la Preparatoria y de la Facultad de Química, y también fundador de la Institución que dio germen más tarde al Instituto Politécnico Nacional. En Parral había sido Director del Instituto Científico y Literario en 1911 y diputado por la circunscripción de Meoqui durante una legislatura.
Mi abuelo era un hombre interesado por la literatura clásica, y en su biblioteca fue donde yo leí a Dante, a Plutarco, a Homero o a Platón. Pedro De Lille Borja amaba también la música y tocaba el violín. En aquellos tiempos, las familias hacían música por las noches, porque no había televisión. Había que entretenerse, así que mi abuela o mi madre tocaban el piano, mi abuelo el violín y mis tíos y tía cantaban fragmentos operísticos, de zarzuela o canciones de Manuel M. Ponce o de Granados. Mi madre recordaba esas veladas con mucho cariño, y después nosotros proseguimos con ellas en casa de mi tía Leonor, que tocaba el piano de oído excelentemente. En mi familia ha seguido siendo muy importante la música: mi primo Pedro De Lille Sáenz también fue un excelente pianista. Mis primos Ramón y Enrique tocaban la guitarra y la armónica (y Ramón, interminablemente y de oído “El claro de luna”, para irritación nuestra), y mis sobrinos Marisa, Gabriel, Luis y Alejandro son músicos o cantantes o ambas cosas. Mi hijo Arturo se ha dedicado al violoncello, aunque no profesionalmente, pero sí con continuado amor. De modo que parece que hay algunas redondas, blancas y negras, fusas y semifusas en nuestro ADN.
Bueno, a lo que iba. Mi abuelo, como sabéis, se casó con doña María y tuvo con ella 6 hijos, de los cuales sólo uno se dedicó a la ciencia: Enrique, que siguió sus pasos. Todos ellos recordaban que mi abuela llevaba la casa y a la familia y que mi abuelo era el sabio que leía y estudiaba todas las noches varias horas: sus libros estaban en alemán, en latín, en inglés o en francés. En ese tiempo las traducciones escaseaban y había que conocer varias lenguas para estar al día. Mi abuelo también era el tierno de la familia. Mi madre me contó que cuando le bajó la regla estaba subida en un árbol. Al ver la sangre, creyó que se moría y fue a hablar con mi abuelo, quien con mucha ternura y tacto le explicó la transformación que estaba por llegar. El amable y cariñoso era él. Y el tolerante, pues en aquel tiempo no era frecuente un matrimonio como el suyo, en el que la mujer trabajase y tuviese mucho carácter y lo pudiese exhibir sin avergonzarse de ello. Mi abuelo nunca fue machista. Sospecho que a él le venía muy bien el carácter de María Aizpuru. Mi abuelo era un buen hombre distraído y pacífico, cuyo interés por aprender nunca se sació.
Por temporadas vivieron en Guanaceví, Durango, en Eagle Pass o en Los Ángeles,Califronia, huyendo de la Revolución.
Pancho Villa era para mi abuelo el ejemplo del cuatrero sinvergüenza, del hombre inculto y salvaje. Mi abuelo era un afrancesado y un europeísta. Y no veía más que destrucción y barbarie en aquellos hombres. Una vez, un hombre entró en su farmacia de Parral, exigiendo que fuese a curar a Villa. Mi abuelo se resistió, respondiendo: “Yo no curo cuatreros ni ladrones”, pero fue llevado por la fuerza de las armas hasta el campamento. Villa tenía una herida en la pierna, que mi abuelo curó. Una vez hecho esto, Villa le dijo: “Pídame usted lo que quiera”. Y mi abuelo le dijo: “No entre usted en Parral”. Los saqueos, las violaciones y las muertes eran cosa normal cuando entraban los villistas. Y Villa no entró en Parral. Parral fue la única ciudad que no sufrió el saqueo de las tropas villistas. Durante años, pensamos que esta historia era falsa. Hasta que Enrique Krauze la recogió en su libro Caudillos de la Revolución Mexicana.
Después de su estancia en USA, mi abuelo volvió a México. Él nunca tuvo deseos de progresar económicamente. En USA les iba muy bien, mucho mejor que en México, por la situación tan irregular que había en esos años en nuestro país. Pero él extrañaba su tierra. Se dejó allá un hijo: mi tío Enrique, de quien ya os he hablado. Y se trasladaron a la capital. Mi tío Pedro comenzó a trabajar en la XEW y a hacerse muy famoso. Y mi abuelo se dedicó entonces casi completamente a la enseñanza, primero en la Preparatoria (la famosa Prepa 1 del Centro de la Ciudad, pintada por Diego Rivera con esos hermosísimos murales), y después en la Facultad de Química. Más tarde, con otros preclaros científicos como Diodoro Antúnez, Enrique Suárez del Real, Marcelino García Junco, Leopoldo Ancona, Demetrio Socolov y Antonio Ramírez Laguna, concibieron la idea de fundar una nueva escuela profesional de Bacteriología en 1933, un año después de ser proclamada la autonomía de la Universidad Nacional de México. Fue escaso el número de alumnos, pues aún no se le concedía personalidad propia a la bacteriología, dado que esta actividad la cubrían médicos. En 1934, Lombardo Toledano y Alejandro Carrillo crearon la Universidad Obrera, germen del actual Instituto Politécnico Nacional, donde al final quedó inscrita la carrera de Químico Bacteriólogo.
Mi abuelo llevó a cabo muchas investigaciones diversas, creó sueros contra mordeduras de serpientes, investigó sobre las enfermedades infecciosas o sobre la diabetes. Él mismo se curó la suya, pero la vida no le alcanzó para culminar esta investigación, que habría sido decisiva, pues murió antes de cumplir los 60 años.
Mi madre contaba que su féretro fue llevado a hombros de sus muchos alumnos desde la casa de San Ángel hasta el Panteón Francés, donde descansa, al lado de su esposa. Su herencia no fue material: fue el cariño y la ternura que dejó en sus hijos, y que éstos nos transmitieron a nosotros, con los valores del esfuerzo y del amor por el conocimiento.

Mi tío Mario De Lille Aizpuru

Mi tío <a href=&quot;http://technorati.com/tag/Mario De Lille Aizpuru&quot; rel=&quot;tag&quot;>Mario De Lille Aizpuru</a> En realidad, no sé dónde nació, si en Guanaceví, Durango, o ya en Parral, Chihuahua, pero creo que a partir de mi madre (que era la que en línea ascendente iba antes que él), ya todos los hijos de Pedro De Lille Borja y María Aizpuru Álvarez nacieron en Parral.
Me contaron que de niño era muy tímido, porque no hablaba bien: tenía un problema con las “erres” y decía “eles”, por lo que, cuando lo enviaban a la tienda, todos se reían al escucharle decir “Pol favol, un kilo de aloz y un kilo de flijoles”. Mi tío tenía un gato fiel, que le seguía por todas partes y que le esperaba a la salida de la escuela. Gato cuyo rastro se perdió en una de esas huidas a los USA que ya he relatado. Malos tiempos para los animales domésticos.
La inteligencia de mi tío, en cuanto a las Matemáticas, era excepcional. Una vez, el profesor mandó llamar a mi abuelito para decirle que mi tío hacía trampas con las operaciones. Que debía haberse agenciado el libro del profesor con las respuestas, pues no acababa él de escribir los ejercicios, cuando ya mi tío tenía los resultados. Además, la inteligencia maquiavélica de mi tío había hecho que el profesor no pudiera encontrar el dichoso solucionario, por lo que el indignado profesor acudía a mi abuelito para el interrogatorio del reo. Mi tío dijo a mi abuelo que él solucionaba los problemas él solito. Y que no tenía la culpa que esto fuese raro o excepcional. Mi abuelo le creyó y le propuso al maestro la sencilla prueba de la sinceridad y aptitud del muchacho: él mismo dictó los problemas de un libro al chico, mientras el maestro observaba atentamente al chaval, quien no sólo resolvió en cuestión de segundos los de su curso, sino que también pudo con los de cursos superiores.
Este talento inusual para las matemáticas hizo albergar sin duda muchas expectativas para el futuro de mi tío, en el sentido de una posible dedicación a la ciencia. Por alguna razón que no alcanzo a comprender, no fue así.
Mi tío Mario era guapísimo, más todavía que mi tío Pedro, pero no era tan alto. No tenía tan buena planta. Era delgado y sus enormes ojos castaños tenían un brillo especial. No estudió ninguna carrera ¿Es probable que estuviera acomplejado por mi abuelo, dada su inmensa y legendaria sabiduría, o por el éxito de mi tío Pedro? No lo sé. Pero se dedicó a la venta ambulante. Durante la época de la Segunda Guerra, mi tío vendía lámparas de petróleo, porque en la capital había muchos apagones. Luego fue mejorando hasta terminar como vendedor estrella de una compañía de muebles para oficina, H. Steele y Cía.
Se cuenta que una vez mi tío Pedro quiso introducirlo en la radio. Fue un fracaso. Como venía de los Estados Unidos, de aquella estancia en casa de mi tío Enrique que ya mencioné en un post anterior, hablaba un poco en gringo y anunció a un “piano solo”, en vez de a un pianista y su obra. Con lo que al parecer la salida radiofónica no pudo prosperar.
No sé si tuvo amores antes de conocer a mi tía Leonor. Ellos se conocieron cuando los dos trabajaban en la Compañía de luz. Tras un año de noviazgo, se casaron. Leonor Fuentes había tenido un novio al que había adorado: Juanito. Por equis o zeta esa relación había terminado, y mi tío se introdujo en su vida. Una vez me confió que él, incluso si se hubiese casado con aquel tipo, la habría esperado a que se quedara viuda. El hecho es que, en efecto, Juanito se casó con otra y murió poco después. Mi tía siempre lo recordaba con nostalgia. A mis abuelitos tampoco les gustaba mi tía Leonor (igual que Elsie) porque venía de una familia mucho más liberal. Mi tía nadaba muy bien, montaba a caballo, se iba de fin de semana con amigas. Eso mis abuelitos, al fin bastante provincianos, bastante profiristas, bastante reaccionarios, vieron eso como una cosa muy indeseable, excesivamente "moderna". Sin embargo, estoy segura que después mi abuela "Niní" pudo apreciar las muchas cualidades de mi tía, que tocaba el piano de oído. cantaba, cocinaba de vicio y era una mujer alegre y preciosa, como podéis ver en la foto de la boda. Claro que tenía sus defectos. Yo la quise muchísimo. Al final creo que mi abuela y mi tía se quisieron bastante.
Si puede decirse algo de mi tío, es que adoraba a Leonor. Quizá ella hubiera preferido ser menos querida y menos celada. Mi tío desconfió siempre de ella, aun cuando ella nunca le fue infiel. Las razones de estos celos patológicos las conozco, pero no puedo revelarlas. Esos celos destrozaron la vida familiar. Mi tío era alegre, simpático, bueno, trabajador, aunque nunca salió de pobre. Pero esos celos envenenaron su vida y la de Leonor. Aunque no creo que él fuese violento con ella, o nunca lo he oído decir. Pero aún así, él hacía sufrir, inflingiendo daños, moralmente. También creo que mi tía hubiese querido que él tuviera más dinero, más éxito. Sus hermanas se habían casado bien. Ella la única que vivía en una vecindad, en la calle de Van Dick 50, en Mixcoac, mientras que sus hermanas casadas se daban la gran vida.
El caso es que mis tios tuvieron 5 hijos: Mario, que es arquitecto y escritor, Paloma, que ha sido profesora de inglés, psicóloga, escultora y ocasional escritora; Enrique, que ha tenido negocios y empresas y tocaba muy bien la guitarra, aunque no hizo una carrera universitaria; Ramón, que es médico anestesista y también músico aficionado como Enrique, y Patsy o Patricia, que tampoco hizo carrera y se casó.
Casi todos mis primos tienen aptitudes artísticas de diverso estilo. Por eso creo que la neurosis colectiva familiar está ligada en parte a esa inquietud artística, que no acaba de cuajar en ninguno de nosotros.
Al final de su vida (que fue corta, pues murió a los 55 años), mi tío había conseguido mejorar un tanto su estatus. Y creo que estaba en camino de mejorar también sus ataques de celos y de impotencia, esas angustias que de pronto le asaltaban, esa desesperación que le hacía encerrarse en su cuarto y llorar a gritos.
Para mí fue el padre que nunca tuve: aunque naturalmente, mi relación con él fuese intermitente y episódica, marcada por los malentendidos o las afinidades caprichosas que mantenía mi madre con él. Pero él fue una persona que yo adoré, al que le debo algunas de las emociones más nobles que sentí en mi infancia, emociones estéticas compartidas ante un atardecer, frente al mar de Acapulco o cariños y efusiones que mi madre nunca me dio y mucho menos mi (ausente) padre.
Mi tío también escribía muy bien, pero no fue un escritor. No sé si mis primos conservan sus escritos. Ojalá sea así. Lo que es cierto es que mientras vivamos aquellos que le quisimos, él seguirá viviendo en nuestros corazones y su recuerdo no se perderá.
Toavía lo recuerdo, bombín en mano, con un paraguas como bastón, cantando con su hermosa voz de tenor "Adiós, muchachos, compañeros de mi vida". No adiós, querido tío, sino hasta luego.