Pasó el día de muertos y...
Pasó el día de Muertos y volví a constatar cómo nuestros muertos nos habitan. Tengo el fantasma del abuelo de mi marido viviendo en mi casa desde hace mucho. Es un fantasma afable y veloz, que sólo se deja ver mientras pasa corriendo del espejo del pasillo al cuarto que fue de mi hijo Arturo y que es el más alejado de la casa. A veces mete bulla, pero debo definirlo como un fantasma muy cortés, muy discreto.
Ignoro por qué permanece aquí, porque por lo que sé, no le gustaba esta casa. Pero algo lo tiene atrapado, y yo no he conseguido juntar valor para preguntarle por qué no se va, o qué necesita para irse, o si quiere irse.
El caso es que con las obras he quitado el espejo del pasillo, y no sé si he dejado al fantasma del abuelo dentro o fuera, porque es evidente que ésa era su puerta de entrada y salida. La cosa me ha preocupado desde hace días. Es curioso que yo, que no soy nada suyo, piense mucho en él. Es mi fantasma, no el de mi marido, su nieto.
Volver a poner un espejo ahora que terminen las obras es mi principal preocupación. No quiero que mi fantasma vaya a sentirse solo. Llevamos tanto tiempo viviendo juntos que yo también lo extrañaría.
7 comentarios
Estefania -
Debes notar que te falta algo.
Que maravilloso que en una casa se cuenten sus propias historias. :)
Gabriela -
con muchísimo gusto haré la reseña de tu libro. Tu escritura me parece de la mejor calidad y sólo te pido paciencia, porque ando muy liada y antes que tu libro tengo que reseñar uno que tradujo mi hija pequeña del italiano: Virginia Woolf, una vida en la escritura, de la ed. Narcea.
A ella le prometí hacerlo en vacaciones de diciembre y a ti te prometo la reseña para la primera semana de enero!
Besos y mil cariños.
isabelbarcelo -
Gabriela -
Besos.
Libros -
Fernando Giucich -
isabelbarcelo -