Un hombre en la oscuridad, de Paul Auster
El 2 de septiembre, primer día de su distribución, recogí en mi librería (Celler de Llibres), mi ejemplar de la última novela de Paul Auster. Desafortunadamente, esta vez me parece que el neoyorquino no ha conseguido trascender las palabras para crear un mundo (o dos, ya que son dos las historias que se nos cuentan).
Ya nos había dejado una vez una historia abandonada y a su personaje encerrado en un bunker (en Brooklyn Follies), y con esa misma frivolidad, el soñador de historias de Un hombre en la oscuridad abandona a su suerte a Brick. Eso no está bien. Los personajes no son muñecos que sin más ni más se abandonan cuando al novelista o al soñador les da la gana. Eso sólo puede hacerse si uno no cree en su fábula, y si uno no cree en su fábula ¿para que plasmarla? ¿para que escribir? Eso es jugar con el lector de mala manera y el lector (o en este caso, la lectora), se cabrea. No vengas a mí inventando una historia sin consecuencias: no tengo tiempo para esto. Si quieres que me entregue a tu literatura, chaval, empéñate hasta el fondo en ella, pero no me marees con jueguecitos que no van más allá de una historieta prescindible que además se acaba cuando te aburres, sin razón y sin sentimiento.
Finalmente, la historia marco, por así decirlo, es decir, la historia del soñador-creador de la historia burdamente conclusa de Brick, es vulgar y corriente. No toco carne alguna aquí, no late ningún corazón por ningún lado: no me viven entre los brazos ni August, ni Sonia, ni Katya, ni Miriam.
Me sabe mal decirlo, pero creo que Auster no debió dar esta novela a la imprenta. Simplemente, no vale lo que cuesta.
Paul Auster, Un hombre en la oscuridad, ed. Anagrama, Barcelona, 2008. (Traducción de Benito Gómez Ibáñez).
4 comentarios
Petrusdom -
isabelbarcelo -
Gabriela -
Abrazos.
Portnoy -
Pero tienes razón, dejé de leer a Auster a raíz de Brooklyn Follies y su relato inacabado. Tengo la impresión, de hecho creo que era lo que decía en BF, que está cansado de la narrativa, de escribir para complacer a un público o a una industria en vez de hacerlo por motivos personales. Parece como si le pesase ser P. Auster. No sé, debería reinventarse, escribir otra cosa y no aquello que todos esperan de él y que él mismo reconoce le aburre.
En fin, y todo esto lo digo sin haber leído la novela, pero conozco esa sensación de rabia y frustración que nos queda a los lectores cuando nos sentimos estafados.
Siempre nos quedará Collins, ¿no? Y también Galdós.
Un abrazo