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Tomasa Cuevas, Presas . Mujeres en las cárceles franquistas

Tomasa Cuevas, Presas . Mujeres en las cárceles franquistas Hace unas semanas saqué el libro de Tomasa Cuevas de la Biblioteca de Sant Cugat. Lo leí esa misma tarde. No dejo de sentir como una doble injusticia la represión de la era de Franco y el olvido de nuestros contemporáneos. Presas es una crónica, ni lacrimógena ni efectista, sobre la represión sufrida por mujeres que se involucraron en la defensa de la República española  y que por ello sufrieron unas condiciones de vida atroces en las cárceles franquistas. Muertes por inanición, por hambre. Torturas, condiciones infrahumanas, frío, sed, insalubridad, hacinamiento, el encarcelamiento de sus propios maridos, hermanos o hijos (incluso los bebés eran mantenidos en esas condiciones insoportables hasta la edad de tres años, junto con sus madres), las muertes...todo queda explicado aquí, narrado con sencillez, diría que sin rencor, por estas mujeres a las que desde 1974 fue a buscar Tomasa Cuevas y cuyos testimonios coinciden en casi todo. Nieves Waldemer Santiesteban, Ángeles Mora, Pascuala, de Brihuega, Blasa y María Rojo, María Blazquez del Pozo, Pilar Pascual y otras muchas mujeres socialistas, antifascistas, comunistas, anarquistas o simplemente demócratas pasaron años de sus vidas sumergidas en ese horror: sólo algunas lograron escapar o sobrevivir a ello. Después, con la llegada de la democracia, sus voces fueron silenciadas de nuevo en aras de la convivencia. En sus testimonios, los recuerdos reviven aquellos años negros, y también los nombres, los sufrimientos y la solidaridad de todas aquellas que no pudieron vivir para contarlo, aquellas que fueron ejecutadas o que sucumbieron en las infernales condiciones descritas en el libro. 

" Julia, la católica:

(...) Me llevaron al Gobierno (de Guadalajara) y allí estuve durante dos o tres días sin que nadie me dijera nada. Me pusieron la denuncia con una tal Juliana que ni hablaba con ella, ni muchísimo menos, y nos metieron a las dos juntas y como yo tenía que dar el pecho a mi hijo, me lo traían y lo subían y lo bajaban. No recuerdo si fue a los quince días cuando nos llevaron al Amparo (DGS), donde permanecimos durante tres o cuatro días y de ahí nos llevaron a la prisión donde pasamos muchas calamidades, muchas. De entrada nos llevaron en verano, con todo el calor que hacía no veíamos el agua ni para fregar un plato, mi niño lloraba porque tenia sed y no le podía dar agua, incluso algunas veces me pasaban un botijo de la calle y me lo daban vacío. No teníamos agua ni para lavarnos ni nada.(...)


Ángeles Mora:

De nuestro grupo todas estábamos condenadas a muerte pero la única que fue fusilada fue Elena Tortajada, miembro del Partido y una gran oradora (...) Elena Tortajada fue denunciada y detenida con su niño de dos meses. Fue condenada a muerte. Como la ley no permitia matar a la madre mientras amamantaba al niño, es decir, hasta que el niño tuviera nueve meses, al día siguiente de que su bebé los cumpliera la ejecutaron. De madrugada la pasaron por nuestra sala, al pasar ante nosotras nos entregó a su niño diciendo delante de los guardias y soldados con voz clara y firme: 'Aquí os lo confío y os pido que le eduquéis y le inculquéis mis ideales y que nunca olvide por qué murió su madre'. Supimos después que hacía dos días que había llegado su indulto".


Pocos días después de esta lectura (el 25 de abril/2007), me enteré por el periódico de la muerte de su autora, Tomasa Cuevas. Nacida en Brihuega, trabajó desde niña. A los 14 años ingresó en las Juventudes Comunistas y se incorporó al PCE. Con la guerra es encarcelada, torturada y desterrada a Barcelona, con una condena de 30 años de prisión. Recorrió las cárceles españolas hasta 1951, año en que logra fugarse de la prisión de Santander y pasar a Francia. En el 69 volvió a España clandestinamente para trabajar por la libertad y en contra de la dictadura. Una vez restaurada la democracia, Tomasa recorrió España nuevamente para transcribir las experiencias de todas aquellas compañeras de prisión que habían sobrevivido. Finalmente, Tomasa recibió la Cruz de Sant Jordi y la medalla del trabajo. Una luchadora por la libertad cuyo nombre quiero destacar aquí como pequeño testimonio de admiración y de agradecimiento. 

Tomasa Cuevas, Presas. Mujeres en las cárceles franquistas, Barcelona, Icaria- Antrazit, 2005.

5 comentarios

Gabriela -

Yo había leído, hace más o menos un año, el relato de Las Trece Rosas, de Jesús Herrero o Ferrero, pero no he leído la de Chacón. Abrazos.

Paco -

Conmovedores testimonios. Sobre el tema, había leído la novela de Dulce Chacón "La voz dormida", que también me emocionó.
Un abrazo.

fgiucich -

Por lo menos, vivieron para contarlo. En Argentina, sus historias se escriben con el ADN. Abrazos.

Gabriela Zayas De Lille -

Gracias por comprenderlo todo, querido Ático. Un beso muy cariñoso de su amiga.

Atico -

Me ha agradado su escrito, por lo que aporta a la toma de conciencia, en un momento como el actual.
No es honesto olvidar la crueldad, si de lo que se trata es de no molestar al verdugo.
Sin odio, sin violencia, sin ánimo de venganza, la memoria será el antídoto contra la repetición de la crueldad.
Gracias por su trabajo.