¿Cómo se aprende a vivir con los otros? : Ser y tener de Nicolás Philibert
Después de ver unas cien escuelas rurales en el centro de Francia, Nicolas Philibert eligió una en la región de Auvernia, la del maestro Georges López, hijo de un emigrante andaluz que trabajó en la construcción hasta que consiguió su pedazo de tierra en el Rosellón francés. López, según cuenta en la película, siempre se sintió atraído hacia la enseñanza. En sus alumnos vuelca todos sus esfuerzos. Él es el centro del film, con esos pequeños cuyas edades van de los 4 a los 12 años y que comparten un aula única en esa escuela apartada del mundo y que al mismo tiempo, es el mundo.
La película comienza con dos secuencias que muestran el mundo: en la primera escena, un rebaño de vacas, en medio de una tormenta de nieve y de viento, se agrupan, se apiñan, se mueven con un sólo propósito, salir indemnes, encontrar el camino a casa. En la segunda escena, dos tortugas avanzan por el suelo del aula que pronto se va a llenar con los niños: avanzan lentamente, como el propio aprendizaje, pero se saben seguras, resguardadas de la tormenta exterior. Afuera, el frïo, la nieve, el viento; dentro, la lentitud y la paciencia.
El maestro enseña a sus alumnos en un espacio común, pero no juntos. Los divide en dos grupos y dos mesas: los pequeños aprenden trabajosamente a leer, a escribir, a contar. Aprenden también a respetar al maestro, que sólo responde cuando el pequeño Jojo le llama "Señor". El maestro enseña responsabilidad y que los compromisos y las promesas deben ser cumplidas. Estimula, pero no concede. Es severo, pero no hiriente. Exige y da. POne paz entre los pequeños que se pelean y consuela, pero sobriamente, sin dramatizar jamás.
El mundo de los mayores es más complicado: la timidez extrema de Nathalie, las masculinidades en choque de Olivier y Julien, que se enfrentan por ver qién es el más fuerte. Los conceptos de injusticia que ya deben tener, cuando uno de ellos, ciego de ira, se abalanza sobre los pequeños,que no tienen culpa de su caída. Y el diálogo, siempre constante, entre maestro y alumnos.
De la docena larga de pequeños que aparecen, el cineasta se fija especialmente en la gracia y el desparpajo de Jojo, (cuyas manitas y carita sucia sirven de cartel a la película), en la inteligencia de la pequeña Marie, en la inocencia angelical de Alizé, que se pierde entre unos trigales durante la excursión de fin de curso y en Nathalie, cuya timidez exagerada le impide la comunicación, y que se sienta al lado del maestro y llora al saber que debe ir al colegio de la ciudad y debe dejar atrás su protección y crecer. Finalmente, conocemos con más detalle la vida de los dos chicos mayores: Olivier, cuyo padre está enfermo de cáncer de garganta y Julien, que trabaja en la granja de sus padres, da de comer a las vacas, conduce el tractor, pero no sabe multiplicar...
Las familias son el tercer núcleo de interés en la película. Una de sus escenas más bonitas es aquella en la que Julien debe resolver sus deberes. Su madre se sienta al lado, para indicarle que siga, para vigilarle, inlcuso para pegarle un cachete cuando se equivoca. Se levanta uno de sus tíos y se acerca, ante la dificultad inesperada de la multiplicación; luego se agrega el padre, y después el hermano mayor. Niños rurales, niños que cuentan con una familia que trabaja de sol a sol pero que no se desentiende de ellos, familias que comprenden la importancia de la educación en la vida de sus hijos.
El cuarto núcleo significativo (pero no menos importante) es el tiempo que pasa. El tiempo natural, el tiempo de las estaciones. invierno, como dice Jojo en su poesía, primavera, verano...tiempo que marca el avance de los niños en su aprendizaje. Axel lee con dificultades en el invierno, pero en el verano ya, qué hermosa entonación consigue en su lectura. Los mayores marcharán al Instituto, dejarán su pequeña aula, deberán afrontar el reto de una educación en la gran aula, con otros 25 muchachos y muchachas. Ahora ellos, que son los mayores de su pequeña aula, serán los pequeños, y los pueblerinos. Ellos, que han luchado entre sí para ver quién es el más fuerte, deberán unirse ahora, como el rebaño del principio, para salir indemnes. Sus conocimientos deberán ser mayores: ’Ya no tendréis un profesor que os atienda personalmente’, les advierte el maestro. Nathalie también ha de marchar. Su timidez patológica conmueve. El maestro le ofrece la posibilidad de seguir visitándole los sabados, en que ella ya no tiene clase y él sí.
El estilo del maestro es el que yo creo que debería tener todo enseñante: mesurado, firme y respetuoso. Exigente y serio, el maestro no juega. No es uno de esos nuevos ’postprogres’ salidos de los clubes excursionistas que se creen que el maestro es un colega más que debe aceptar que sus alumnos le hablen groseramente o que salten sobre las sillas en su presencia; de ésos que cuando por alguna razón pasas por el pasillo al que dan sus aulas, crees que no hay profe dentro, del ruido que oyes. No. El maestro Georges López tiene muy claro que hay que esforzarse para enseñar y hay que esforzarse para aprender. Que es una proceso que requiere silencio y paz. Tranqulilidad y concentración. Y que eso no excluye el placer del aprendizaje sino que lo acrecienta, como cuando Jojo descubre que se ’puede contar más’, llegar más allá del cien, del mil, del dos mil, del tres mil...del un millón, del dos millones, del tres millones, y así hasta el infinito.
Al final, el curso termina. Los niños besan y se despiden de su maestro y éste los ve salir del aula, emocionado. Otros vendrán.
Ser y tener (Être et avoir), Dirección, guión, montaje, cinematografía, Nicolas Philibert; Fotografia, Katell Djian; Música, Phillippe Hersant. Intérpretes: Georges Lopez, Laura, Guillaume, Julien, Jonathan, Nathalie, Olivier, Alizé, Johann, Jessie, Jojo, Marie, Létitia, Axel. (Francia, 2002).
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Gabriela Zayas De Lille -
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