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Mis lugares

Apuntes del viaje a Albi

Apuntes del viaje a Albi

 

Me escribió Gregorio: No olvides la Itaca de Kavafis. Emprendemos un viaje, buscamos algo. Algo dentro que necesita salir. Nosotros, en el viaje, escucharemos una voz que en nuestra vida cotidiana no oímos. Salimos, pues, a buscarla.

He viajado a Albi ¿Qué busco yo en Albi? ¿Qué voz mía se esconde en este sitio?
Fuera de la zona de la basílica, Albi parece un lugar fantasma. 
He venido a parar a un lugar silencioso. He ido a la basílica. Por fuera, es una fortaleza, por dentro es una joya llena de delicadeza, con frescos que muestran el Juicio Final.
El sonido de la trompeta -dice la guía-, indica que te cueces en tus pecados por siempre jamás.
¿Acaso la voz mía dice: Todos estamos hechos de lágrimas?
O dice: ¿Hay que dejar fluir la vida, con toda su complejidad, con todas sus luchas?
De tus ojos no deja de brotar el dolor ¿Es esto lo que me dice la voz? ¿O la voz me dice: De mis ojos no deja de brotar el color?
¿Es que la belleza del mundo me duele? ¿El color del mundo me hiere?
Los nombres de calles: calle del Paraíso, calle de los Encantos, calle de los Jardines. Extraordinario silencio. Casas que parecen deshabitadas, o tal vez habitadas por durmientes, por espíritus del pasado que rondan por aquí. Zumbidos, zureos de palomas. El sonido del calor en medio de la tarde.
Vine a parar a un lugar silencioso cuyo latido es el río, es la calle desierta, es el rumor de las hojas de los árboles. 
De modo que he salido de mi silencio para entrar en otro silencio.

Silencio, silencio, silencio, silencio.

Y color, color, color, color.



(La ilustración es una página de mi cuaderno de viaje, con una mala copia de uno de los cuadros de Toulouse-Lautrec)

Albi, un tesoro a las orillas del Tarn

Albi, un tesoro a las orillas del Tarn


Albi, maravilla de la arquitectura, ciudad acogedora y calurosa, imponente y a la vez delicada como su basílica, símbolo de la todopoderosa iglesia, que guarda unos maravillosos frescos italianos cuyo tema parece salido de la mano del Bosco. Albi cuenta también con bellísimos, escondidos jardines y está llena de callejuelas y misterios, de hermosas casas burguesas, fruto de la riqueza del pastel, una tintura azul que la hizo rica.
Paseé, leí, pinté un poco; me empapé de la historia conflictiva de este Albi que padeció la terrible y cruenta represión de la cruzada contra los llamados albigenses (que eran solamente unas trescientas personas), y que luego quiso mostrar la omnipotencia del poder eclesiástico católico con la erección de esa basílica-fortaleza y de ese palacio episcopal también imponente que son su sello característico. En el antiguo palacio episcopal, el Berbie, se encuentra hoy el museo de Toulouse Lautrec, hijo de esa ciudad, aunque la ciudad, aparentemente, no haya dejado huella en su obra. Allí pude ver algunos de esos extraordinarios dibujos de Lautrec, que tanto me gustaron cuando era una adolescente. Durante muchos años, Toulouse Lautrec fue mi ídolo, y no pude evitar la emoción al recorrer las salas de su museo.

Me alojé en la Villa Mandarine de la familia Jeambrun (en la foto), gente amabilísima y acogedora, con una casa preciosa que queda a sólo 10 minutos a pie del corazón latiente de Albi: la plaza Vigan. Con una agradable piscina y un lindo jardín. Os recomiendo que si vais a Albi, os alojéis con esta familia encantadora y que no dejéis de callejear intensivamente por esa maravillosa ciudad del Midi francés.

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La Ciudad Universitaria de México

Es uno de mis lugares. Ahí pasé parte importante de mi primer noviazgo y mi primer amor: paseando por su Campus, yendo al cineclub universitario del CUC, por los pasillos de la facultad de Filosofía y Letras...pero estuve también en la facultad de Química, en el Estadio Olímpico, y en Políticas; las reuniones y asambleas en el auditorio Che Guevara...
La majestuosidad de la UNAM, presidida por el inmenso campus y el imponente mosaico de Juan O’Gorman, santo y seña de la Biblioteca de la UNAM, es un recuerdo vivo en mi memoria. Alma Mater.


El otoño en Sant Cugat (amanecer y mediodía)


Impasse

Ha habido un silencio. La verdad, no creí que fuese percibido. No porque no crea en esos lectores amigos que vienen aquí por afecto platónico, sino porque en términos generales, el número de lectores no varía. Se mantiene estable, escriba o no escriba. Misterios de la red.

Soy una persona con ciclos, y suelo dejar abandonadas las cosas, las actividades y las gentes. No existe una razón: es una limitación debida probablemente a que mi apatía es superior a cualquier otra carácterística de mi personalidad. Esa apatía no tiene que ver con el pesimismo. No soy Antonio Azorín. Si me pongo a analizar este silencio es porque los amigos me han hecho reflexionar. Hay veces que no tengo nada que decir. Nada. Y entonces, no me siento con ganas de poblar con palabras los vacíos. Wittgenstein escribió: Si no tienes nada que decir, cállate. Me ha parecido siempre una sentencia a tomar en cuenta. Hablar por hablar, escribir por escribir, aunque haya una costumbre: no.

Aunque lo que diga, cuando hablo, sea superficial o prescindible, lo digo porque siento una necesidad de decirlo, porque creo que hay algo dentro: algo, aunque sea pequeño ínfimo incluso. Pero si no siento esa necesidad, o si no tengo nada que decir ¿para qué? Sin embargo, hay cosas. Cosas que quiero decir todavía. Sobre otros, sobre mí. Hay un espacio en el que sé positivamente que estoy. De algún modo.Y quizá este pequeño texto sea mi escalera. Mi modo de subir hasta la superficie otra vez. El lugar del silencio es acuático. Y hay que salir de ahí, subiendo.

El silencio es un tema que no me abandona nunca. Pasé mi infancia callándome. Llenándome de palabras no dichas. Pasé mi infancia leyendo y viendo películas de Hollywood. Ese lugar del silencio me conforta. Pero no indefinidamente. En estas semanas, no he hecho nada productivo en el sentido de creativo. Sólo he trabajado, he hablado con los demás, he vivido. He pensado mucho, pero no he escrito, no he ido al cine, no he leído, no he pintado. Dejé que la apatía llenara mi tiempo. No hacer nada contra la apatía es una forma cómoda de vivir. Abandonarse al propio defecto sin cuestionarlo. Nadie conoce mejor que yo esa parte mía en la que no soy nadie.    

Vislumbrando Jaca

La Prepa 6 de Coyoacán

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Hace tiempo que quería mostraros mi "Instituto". En México, la educación de Bachillerato está separada de las de Primaria y Secundaria y los "Instituto" reciben el nombre de "Escuelas Preparatorias" (preparatorias para la Universidad). El Bachillerato consta de tres años de estudio. Había 9 especialidades (hoy hay cuatro), y yo cursé la de Ciencias Químicas y Biológicas (sí, yo quería ser científica y me encantaba la Química Orgánica). El ingreso a la Universidad es automático si has aprobado tus estudios en cualquiera de las Preparatorias de la UNAM. Si estudias en un colegio privado sí debes hacer un examen de admisión a las universidades públicas (en México D. F. hay siete universidades públicas).


Mi Prepa es la Prepa 6 de Coyoacán. El logo es el Coyote, porque Cooacán era conocido como un lugar de coyotes, eso es lo que quiere decir el nombre. Lugar donde vivieron Frida Y Diego Rivera, Octavio Paz, León Trotsky: barrio hermoso y colonial. Mis recuerdos de la Prepa son muy felices. Hay 16 grupos de cada curso y cada nivel tiene su patio. Además, están la piscina, el gimnasio, el campo de futbol, la cafetería, la biblioteca, que tiene más de 40 mil volúmenes.

Os adjunto un plano de la Prepa aquí.

La Prepa 6 fue fundada en 1964. Yo estoy orgullosa de haber estudiado en ella.

El tai chi

El tai chi

Hace varios años que comencé a practicar Tai chi y el Qi Kung. Aunque lo dejé, ya se sabe que lo que bien se aprende no se olvida, y este año comienzo mis clases normales de Tai chi el día 12, con la novedad de que voy a aprender la modalidad de espada. El sábado hice el ejercicio con la espada por primera vez y me gustó mucho.
Aparte de las clases de entre semana, los sábados por la mañana nos reunimos en el Parc Central de Sant Cugat un grupo de personas. Es precioso hacer este ejercicio con los pies en contacto con la tierra, escuchando el murmullo de las hojas al viento y el canto de los pájaros. Naturalmente, también padecemos algunas incomodidades, como los tristemente famosos mosquitos tigre (este año menos numerosos), o las mosquitas asesinas...
Nosotros practicamos la forma Yang de 24 movimientos, tal como se ve aquí:

Estos ejercicios son como meter una pila en tu interior. Mueven tu energía interna, te cargan de una fuerza tranquila, liberan las presiones de tu cuerpo y de tu ánimo y te ayudan a liberar y a reconducir la energía que acumulas y que muchas veces produce malestar o tensión, tanto física como mentalmente.
Aquí os dejo un video para que veáis en lo que voy a meterme la semana que viene. Mi espada no será de verdad, sino una de esas espadas extensibles (parecidas a las que se usan en las obras de teatro o de cine). O sea, que no somos peligrosos...

Ésta es la forma que haremos:


El Colegio de México

Pasé tres años de mi vida en este lugar propicio, como becaria del programa de doctorado en Literatura y Lingüística (CELL). El Colegio de México, alejado del mundanal ruido, camino del Ajusco. Tres años que no he olvidado nunca. Ni a aquellos que me acompañaron: Margit Frenk, Antonio Alatorre, Teun van Dijk, Tzvetan Todorov, Iris M. Zavala, Clara E. Lida, Carlos Blanco Aguinaga, Carlos Pereda, Andrés Lira, Ulises Moulines, fueron, entre otros, mis maestros. Mis compañeros y amigos: Bárbara Amunátegui, José Luis Melgar, Águeda Méndez, Ysla Campbell, Víctor Díaz Arciniega. Recuerdo el reencuentro: Tomás Segovia. La Biblioteca. A mi marido esperándome en la cafetería con Arturo en una sillita de bebé... Uno de mis lugares. (El arquitecto: Abraham Zabludovsky, uno de los mejores de México).

Galicia de mis amores: bosque, río, aire, mar de Galicia