Blogia
arteyliteratura

Lectura y escuela

Lectura y escuela

Estos días he estado leyendo algunos libros que considero que pueden convertirse en lecturas para mis alumnos de Primero de ESO. Hemos tenido problemas con la Editorial Anaya, porque clásicos que los chicos leían este curso, como El príncipe y el mendigo, de Dickens, Primer amor, de Turguénev o El prisionero de Zenda de Anthony Hope, que pertenecían a la colección Tus libros, han sido descatalogados. Aparentemente, porque la colección está cambiando las portadas duras por unas nuevas, blandas. En realidad, se va imponiendo desde hace mucho la moda de los libros de usar y tirar, libros ’juveniles’ que no tienen sustancia, o que tienen moraleja y carecen de méritos literarios. Libros sin estilo y sin valor, olvidables. Libros que nunca me han interesado como lectura para mis chicos. La idea de que los chicos lean estos librillos y se ’enganchen’ a su lectura por su sencillez y su simplicidad siempre me ha repugnado. Creo sinceramente que aunque los clásicos sean más difíciles, aportan algo, aunque aunque sea una semilla de algo, a las almas de mis criaturas pequeñas.


Ha caído en mis manos una obra de Ian McEwan: En las nubes (Anagrama), que creo que les puede gustar y estoy considerando agregarla a la lista de los libros que pueden leer en el tercer trimestre. Mi librero, Ferran, me ha dicho que le gusta que yo crea en la capacidad de lectura de mis chicos. Si no creyera yo en ella...apaga y vámonos, he pensado.
El libro está narrado por un adulto Peter Fortune, que rememora las metamorfosis que tuvo de los 9 años a los 12, gracias a su imaginación. Convertido en gato, en muñeca mala, en bebé o en adulto, Fortune experimentó en su propio cuerpo tales metamorfosis vivamente, y a través de ellas comprendió el mundo. Su imaginación lo llevaba lejos de la realidad, pero sólo para entenderla. Es un libro hermoso, poético, a ratos terrorífico. Cada capítulo narra una de esas metamorfosis, que finalmente constituyen el proceso de crecer. Crecer poéticamente, creando un mundo tan rico de sensaciones que deja chiquito el mundo real, tan rutinario, tan superficial, lleno de puras apariencias.

El otro libro que he estado considerando es el de Frances Hodgson Burnett, El jardín secreto (Siruela), que narra la historia de una niña decimonónica, dura de corazón y que ha crecido en la India, y que, a la muerte de sus padres, pasa a la tutela de su tío político, un noble jorobado y desdichado cuya vida es un infierno. Trasplantada a la vieja mansión de los páramos, la niña comienza por fin a ser mejor, al calor de la compañía de una criadita cariñosa, primera que la considera como persona, y de su hermano Dickon, conocedor de los secretos de los pájaros y de los animalillos del páramo. Al cabo de un tiempo, Mary descubre la existencia de un primito de su edad, confinado en sus habitaciones. Solitario, privado de amor, como ella. Poco a poco, los niños van creando su propio mundo, y como resultado de ello, ambos se redimen de su dolor, de su abandono, de su enfermedad nerviosa. En el jardín secreto, las plantas florecerán como sus pequeños jardineros. Y la felicidad por fin podrá establecerse en la vieja mansión.
Se trata de una novela que algunos han comparado con Cumbres Borrascosas: gótica, oscura, misteriosa, extraña. Y hermosa.

Por otra parte, en Bachillerato sobrellevamos como podemos las absurdas pretensiones de quienes nos prescriben las lecturas. Y nada menos que nos ordenan leer en el curso de 2º de Bachillerato (Literatura de Modalidad), fragmentos de El Quijote, El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, Los pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán y Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Me pregunto con qué criterio ( o ausencia de criterio), se obliga a los alumnos a ’zapear’ por las dos partes de El Quijote en una treintena de capítulos que no siguen la historia, sino que la trocean, haciéndola verdaderamente incomprensible, para luego pasar al inabarcable Lope. Y de ahí saltar al naturalismo español y luego a la literatura hispanoamericana del XX. Me pregunto a quién se le ha ocurrido que la inmensa novela política y psicológica de doña Emilia y la genial obra de Gabo puedan leerse así, en un curso en el que vamos de las jarchas a la literatura contemporánea en 9 meses. Estoy convencida que hay que luchar contra esta tendencia mutiladora de la educación que nos quiere obligar a dar nombres y títulos en una interminable lista sin sentido; que hay que luchar contra la superficial manía de amontonar obras en una frágil tentativa de dar un ’barniz’ de ’cultura’ a los muchachos. Me siento obligada a hacer calas, a profundizar en lo posible, pero ¿cuánto tiempo tengo? Muy poco, pero no quiero hacer una lista de la compra con estas obras.


El programa de Primero de Bachillerato incluye las lecturas de Tres sombreros de copa, de Miguel Mihura, que es una obra de humor surrealista y con toques racistas que hoy día ya no se entienden: una obrita prescindible; Amor y pedagogía de Unamuno, y las poesías de Antonio Machado. Ah ¡pero el programa de literatura de Primero de Bachillerato no es de literatura del siglo XX! Pequeño detalle que se ha escapado a Ensenyament. De modo que hay que situar estas obras al margen de lo que se está enseñando en el curso. Un despropósito.

Luchamos, en primer lugar, contra el sistema educativo. Para poder dar sentido a esto, para sacar de esto algo valioso y perdurable.

0 comentarios