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La televisión pública, una comparación



Dado que esta semana he estado enferma y como no me gusta abundar en este tema (a pesar de que conozco blogs que no hablan de otra cosa que de enfermedades y recetas de forma verdaderamente impúdica), y como tampoco he podido leer a causa de la gripe, he dedicado los ratos de vigilia a repasar las series de la BBC o de la PBS (Public Broadcasting System), y de su Masterpiece Theater: series que adaptan los grandes clásicos de la literatura, preferentemente victoriana. Lo hice a tenor de mi reseña de Jane Eyre: una producción de 2006 que costó cuatro millones de libras y que constó de cuatro capítulos de una hora.

Creo que la televisión pública española ha fallado siempre como vehículo educativo. Nunca se ha planteado como necesario dar una pincelada de cultura a los televidentes. Si se han adaptado obras literarias, ha sido a salto de mata, sin una línea clara, esporádicamente. No creo que se hayan gastado nunca el equivalente a cuatro millones de libras en ninguna serie de estas características.

A bote pronto, recuerdo las adaptaciones de Los gozos y las sombras, de Gonzalo Torrente Ballester, Los pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán, una lejana y creo que barata producción de Fortunata y Jacinta de Galdós, y más recientemente (pero de eso hace ya algunos años), una versión de La Regenta, la obra maestra de Leopoldo Alas, Clarín.

Por tanto, no es extraño que, poseyendo una de las literaturas más potentes de Europa, los españoles ignoren casi todo sobre sus clásicos. Siempre me he preguntado por qué nunca se han hecho versiones televisivas de las Novelas Ejemplares de Cervantes, con lo deliciosas que son, o de las Leyendas de Bécquer (mientras que los anglosajones no han dejado de llevar a las pantallas grande y pequeña a Edgar Alan Poe). Ya no hablo de Lope, Calderón o Ruiz de Alarcón...

En Inglaterra, cualquier ente medianamente avispado sabe quién es Mr, Darcy. Me pregunto cuántos sabrían aquí quién es el Magistral,

La televisión puede llevarnos de la mano hacia la obra. Una buena serie, una buena adaptación es una invitación a la lectura.

En cuanto me he metido un poco a investigar las versiones de Jane Eyre, encuentro que se han hecho, para la televisión y solamente por lo que toca a escritores victorianos, media docena de ambiciosas adaptaciones, todas ellas con sus cualidades y defectos. Veo también versiones de obras de Thomas Hardy (El mayor de Casterbridge, Tess la de los Uberbille), de Emily Bronté, Cumbres Borrascosas, de Anne Brontë, La inquilina de Wildfell Hall; de Jane Austen, varias y hermosas versiones de Emma, de Persuasión, de Orgullo y Prejuicio, de Northanger Abbey, de Sentido y Sensibilidad. También están las adaptaciones de obras del gran Dickens: Nicholas Nickelby, David Copperfield, etc. Todo esto, sólo referido a un período: el de la prosa victoriana que coincide con la del Realismo español. Una época feliz para la literatura española, en la que Clarín, Galdós, Pardo Bazán, Pereda e incluso Valera podrían compararse con cualquier Balzac o Dickens ¿Y qué me dicen de Unamuno? Sus novelas darían maravillosas horas de reflexión y de entretenimiento. Ibsen no era mejor.

Todo esto, me temo, no sólo está relacionado con la falta de una meta educativa en la televisión pública española: también abarca otros campos: está relacionado con la falta de preparación de los actores en el mismo tema. Las obras clásicas españolas, las grandes obras, no son llevadas al teatro. Aquí nadie o casi nadie sabe decir el verso, aparte del bueno de Flotats, criado a los pechos de la Comèdie Francaise y no pocos lo ignoran todo acerca de la literatura española según he podido ver en algún concurso donde exhiben su ignoracia en medio de risas y jaleos (me refiero al programa Pasapalabra, de Telecinco). ¿Y los guionistas, cuya joya de la corona son las series de Telecinco que miran mis alumnos, como Aída o Escenas de Matrimonio? ¿Dónde estarían los guionistas para las grandes adaptaciones?

Es preocupante que la televisión pública española no se sienta con la obligación de instruir deleitando, como quería Horacio.

No educar desde la televisión pública ¿es una estrategia?

N.B:El clip es de Jane Austen, Northanger Abbey (2008) No he podido poner ningún video de serie española, porque significativamente ¡NO HAY NINGUNO en Youtube!

4 comentarios

Gabriela -

También pensé en los Episodios, Ferre. Sería magnífico. Pero ¡ay! me temo que a la tele pública todo esto no le interesa.
Abrazos.

Ferre -

Yo ahora me estoy zambullendo en la lectura (intercalada con otras cosas) de los Episodios Nacionales de Galdós (Destino los está editando en tomos por serie) y al acabar el inaugural Trafalgar, una de las cosas que pensé es a qué esperan para hacer una serie de TV de ellos. Sería una especie de serie de miniseries (a lo mejor 2 o 3 capítulos por Episodio)... incluso ya tienen la división por temporadas hecha por Galdos).

Saludos,

Ferre

Gabriela -

Querido Fer, había pensado que este invierno me había librado, pero no. Sin embargo, voy de salida. Gracias por venir.
Abrazos siempre cariñosos.

fgiucich -

En primer lugar, espero que estés mejor. Y con respecto a la TV española, vale el refrán que en casa de herrero, cuchillo de palo. Abrazos.