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Safo de Lesbos

Safo de Lesbos

Ahora que mi hija mayor, Paulina, pasa estos días en Londres, me acordé de que allí compré hace mucho tiempo, una preciosa edición de los poemas (fragmentos), que se conservan de Safo. Era una pequeña librería griega. Los poetas griegos me llegan al corazón. Safo, claro está, y también los modernos: Kavafis, Seferis, Elytis.
Safo me atrapa precisamente por el laconismo de sus versos, por su contención; por su elegancia y por su melancolía.
Siempre he pensado que entre lo griego y lo mexicano hay una línea de unión, algo profundo que surge y que se siente, hondo, en el pecho y en la mirada.

*Se han sumergido la luna y las Pléyades, media
noche, pasan las horas y yo duermo sola.


* Sola, en alta rama, enrojece la dulce granada,
alto, en lo más alto, inadvertida a los recolectores.
No, no inadvertida, es que no pudieron alcanzarla.


*De nuevo, Amor me perturba.
Rastrero, incombatible, dulceamargo.
Para ti, Atis, es odioso preocuparte por mí
revoloteas hacia Andrómeda.

Me parece que igual a los dioses
es aquel joven que frente a ti
se sienta y escucha de cerca mientras
amable conversas.

* Sonríes, seductora. Sí, esto
aterra mi corazón dentro del pecho,
pues tan pronto te miro un instante,
como ya me es imposible decir una palabra,
pues mi lengua se desmaya: en seguida,
un fuego sutil irrumpe bajo mi piel,
nada veo con mis ojos, zumban
mis oídos,
se me esparce el sudor, un escalofrío
me apresa toda, estoy más pálida
que la hierba y me parece que
falta poco para morir.
Pero todo hay que soportarlo, pues Amor
es así.

*Amor zarandea mis sentidos, como el viento
en la montaña acomete a las encinas.



Una amiga mía, Raquel Colomer, me ha hecho llegar este poema suyo, cuyo aroma viene de Grecia, y me ha recordado a Safo:


Te amo y sólo encuentro de ti
El rumor infinito de tu silencio.
Aislada en la torre de una agonía
Deslumbrada por la violencia con que golpea el viento
la rama de un árbol de hojas rojas
Sueño contigo y pienso
Solamente en tu boca.

Desnuda, entro en mi cama
Con la certeza de tu ausencia.

De ninguna voz me llega ni un aliento.

Descubro, desolada,
El hueco de la almohada en una trémula
Vacuidad de corales hirsutos.

De nuevo, ansío tu voz.
Tu voz que calla.

4 comentarios

Julián -

Un bello poema... que en efecto tiene algo del sabor de Safo...

gracias por permitirnos leerla...

Saludos

Julián

angel -

Releer a Safo es un privilegio que te agradezco. A Colomer la leo por primera vez gracias a tu dedicación poética en este espacio de gran calidad que con frecuencia recorro.

saludos...

fgiucich -

Una muestra de calidad poética. Abrazos.

Gregorio -

Volvemos a coincidir.