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Sally Potter: La lección de Tango

Sally Potter: La lección de Tango

                                                                                                             

Me gusta mucho el cine de Sally Potter y me siento identificada con su feminismo humanista que no abronca a los hombres. Yo también creo, como ella, que no sólo las mujeres hemos sido despojadas de parte de nuestra historia, sino que también a los hombres les ha sido arrancada una parte de su ser, la más sensible y vulnerable, ésa que todos tenemos derecho a tener.

Y por eso me gusta La lección de Tango. Y también porque hace ya muchos años, en un Festival de Tango en México, escuché hipnotizada e incrédula a Astor Piazzolla. Hasta entonces, esa música no me decía nada. A partir de ese momento ha pasado a formar parte de la banda sonora de mi vida. 

La película de Sally Potter se inicia con el momento crucial de la creación: la guionista y directora frente al horror de la hoja en blanco. Algunas ideas se materializan en color: algunas imágenes van apareciendo. Un pequeño percance, un incidente sin ninguna importancia impide la continuación de la escritura. Finalmente, ese pequeño percance se convierte en un obstáculo de tal magnitud que hace huir a Sally Potter a París.

Casualmente o por destino, esto le llevará a conocer a Pablo Verón, a quien solicitará una Lección de tango. Y Pablo va a enseñarle el tango solamente si ella está dispuesta a no pensar, si acepta seguirlo ciegamente. La tiranía se justifica porque sólo él es el maestro, sólo él sabe por dónde, cómo y cuándo deben moverse los cuerpos en conjunción perfecta, en sincronía con la música. Cómo me gusta esa idea del abandono total en los brazos del otro. Es condición indispensable para la creación común. El tango -dice Borges- es un sentimiento que se baila.

Pero en París él es el maestro y ella se siente insegura, sola. Vuelve a Londres y piensa en una película (la película que hace rato que estamos viendo), con ella y con Pablo y con el tango. Y se lo propone. Le dice: Pero si aceptas protagonizar mi película, debes segurime en todo, ciegamente, sin pensar. Y así, él debe a su vez abandonarse al conocimiento de ella, totalmente. Obedecer de la misma manera que ha sido obedecido: sin reservas.

Me parece una idea tan hermosa, y tan perfecta. Por supuesto, esto crea muchas tensiones. Son dos personas muy seguras de sí mismas, independientes, difíciles de dominar.

Pablo acepta, y van a buscar la raíz de todo en Buenos Aires. La raíz de esa música, de la danza, de la camaradería, del amor.

No sin problemas, la danza final se lleva a cabo en un galpón vacío, con el cello maravilloso de Yo Yo Ma y la música del Libertango de Piazzolla, sublime.

Ponerse de acuerdo, aceptarse, entregarse, crear, darse: amar, AMAR.

 

Sally Potter, The Tango Lesson (1997), UK-Francia-Argentina-Alemania. Sony. 

Y más información sobre esta interesante mujer aquí mismito.

5 comentarios

Gabriela -

Yo adoro el tango, Daniela, es parte de mí, gracias a Piazzolla, a Goyeneche y a Adriana Varela, fundamentalmente. Gracias por tus comentarios y eres muy bienvenida acá.

Daniela -

TANGO, no es sólo un baile es sensación es magia convertida en movimiento, es seduccion pura.............
slds y felicitaciones por tu blog!

Gabriela -

Antonio, gracias por tu visita.
Magda, me alegro de que te haya gustado la reseña, ojalá puedas encontrar la peli por allá, o también la anterior, la de 'Orlando', basada en la novela de Virginia Woolf. Pese a algunas metidas de pata (specialmente el final), también es interesante. Un beso.

Magda -

Que excelente reseña, Gabriela, te aseguro que este fin de semana alquilo esta película, se me ha antojado verla mucho.

Te dejo un beso.

Antoni -

OFF TOPIC Gabriela, te devuelvo la visita, sólo he visto hoy un comentario tuyo a un post de mi blog sobre anticatalanismo, aqui,
http://quaderns.lamevaweb.info/post/651/37643#comments
cosa que te agradezco. Vi tu intervención, estamos básicamente de acuerdo.