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El erotismo de los caracoles

Para Lety, que me ilumina los días.

Estaba yo apenas comenzando a aprender a pintar en la Escola Municipal d'Art de Sant Cugat, cuando nuestro profesor, Pere, nos pidió hacer una acuarela. La acuarela a todos parece difícil. Pero su naturaleza, que es impusiva y atarantada, que te exige pintar en unos minutos, mientras está húmeda la hoja, que no te permite elaborar demasiado y que te da el resultado bueno o malo de inmediato, se lleva bien con mi carácter impaciente. Yo abandono las tareas más pesadas. Desde chica me ha gustado llegar y besar el santo. Y si no me sale algo, pues lo dejo, pero ¿yo trabajar?. Así que la acuarela se me entregó: somos iguales. Echadas a perder o válidas, pero luego, luego. Me salió bonita.



A Pere le gustó mucho. Me salió en dos patadas. Luego me puse a pensar. El caracol es como un oído. Un oído femenino o si queréis, sensible. Un oído en el que se esconden los sonidos del mar, de donde venimos. Es una cosa húmeda que guarda secretos insondables, secretos de profundidades y de oscuros silencios, pero oscuros no por perversos, sino por antiguos. El caracol es femenino y musical. En él se esconde la vida que no se ve, pero que existe, como en nuestro cuerpo de mujeres. Late ahí un ser. Estamos, tantas veces, ocultas incluso para nosotras mismas... ¿Y en qué reside el erotismo del caracol? en su misterio. En la tibieza interior, que aguarda un oído que escuche. Sobre todo, queremos ser oídas, descubiertas en nuestro ser interior. Más allá de la belleza del envoltorio, que no todas tuvimos, dentro hay algo precioso: el alma, la música.

Poco después hice un par de acuarelas con ese mismo tema. La siguiente no me gustó tanto, aunque si lo veis bien, es más evidente la característica sexual. Creo que es una acuarela más física que la anterior, que es más alma que carne y en ésta se invierten los términos:



Para mi sorpresa, la que vendí fue la tercera de la serie, que a mí no me gustó y que me hizo abandonar el tema. Ni siquiera la escaneé: ahora la incorporo:



No he buscado fuentes literarias para esta reflexión. No sé si el caracol ha sido en algún momento emblema de lo más hondo de nuestras almas de mujeres. Para mí lo es. Por eso al leerte, Lety, sentí que, aunque distantes, navegamos por las mismas aguas.

4 comentarios

Gabriela -

Déjalo como está. A éste le quiero mucho. Bueno, no te pierdes mucho, pero de todos modos, me sabe mal.Prueba mañana a ver si tu navegador me quiere un poquito más que hoy.
:-)
:-)

emejota -

Pues me sigue pasando lo mismo en los dos blogs :)
Y he probado con dos navegadores: el Explorer y el Firefox.
Por cierto, y ya de paso, cambio en mis enlaces el de blogia por el zoomblog o estás en fase de pruebas?

Un abrazo

Gabriela -

¿Ostras, emejota? ¿en los dos? No sé, yo las veo bien y tampoco nadie me ha dicho nada, así que no sé.
¡Qué cosas! ¿Será que tu navegador tiene buen gusto?
jajaja.
Un beso.

emejota -

Buenos días, Gabriela:

Vuelvo a tener problemas para ver las imágenes de tus post. En el blog espejo me pasa lo mismo. No sé si será problema de mi navegador, y me quedo con las ganas. Imagino que tú las estás viendo sin problemas, no? Ya me dirás, por favor.

Besos