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El rey danza (La pasión del rey) de Gerárd Corbiau

<strong>El rey danza</strong> (<strong>La pasión del rey</strong>) de Gerárd Corbiau Hecha en el año 2000, la última película (de las 4 que ha realizado) de Corbiau tiene, como la primera (Le Mâitre de Musique), una relación estrecha con la música. Con Bênoit Magimel como Luis XIV (me es difícil imaginar un actor con mayor majestad que éste), narra la historia de amor y dependencia de Jean-Baptiste Lully con el monarca, su ambición, su agitada vida y su difícil relación con Molière, al que acaba "robando" los derechos de las obras que conjuntamente habían realizado.
La documentación es excelente: Corbiau nos presenta tanto las coreografías de los ballets tal como fueron creadas, como los figurines (históricos) del vestuario (a cargo de Olivier Bériot), o la complicada "maquinaria" utilizada en estos teatros palaciegos, primero en Fontainebleau, el Louvre y después en Versalles. El rey danza nos presenta a Luis XIV desde la infancia (Emile Tarding), fascinado con la música de Lully, preocupado por no poder gobernar o mandar a causa de Mazarino y de la reina regente, la española Ana de Austria. Y cómo la figura real y el poder de Luis se afianzan a medida que va adquiriendo madurez a través del arte, a través de la alegoría de los ballets y de la música. La música de Lully surge como elemento clave para entender la idea de estado de Luis; la proyección de su imagen de rey absoluto queda pasmada ante la corte contundentemente, porque el rey danza vestido de sol, vestido de Apolo, omnipotente, y los cortesanos danzan alrededor de él, planeta central, dios apolo, dador de la luz, centro de la existencia, creador de la vida, y se inclinan, se posternan ante su figura. Luis reina como bailarín y reina como metáfora del ojo divino. La apoteosis de Lully coincide con el momento estelar de la vida de Luis como artista de la danza.
Lo demás, la bisexualidad de Lully, su triple papel de danzarín, violinista y compositor de ballets y de ópera franceses, las envidias de los otros músicos de la corte, los tejemanejes con Molière (Tcheky Karyo), con quien creó las obras que hoy día casi todos desconocen que fueron musicales, forman parte del fresco que nos propone Corbiau. Lo esencial de la película, a mi modo de ver, es la intercomunicación entre la música y el poder y entre la música, la poesía, la palabra.
Habría sido demasiado ambicioso plantear en una sola película cómo Luis XIV configura su imagen utilizando todas las artes a través de una política consecuente, calculada. Utilizando la música, la danza, el teatro, sí, pero también impulsando la arquitectura ( el mejor ejemplo: la construcción de Versalles), la pintura, la escultura, la tapicería, la literatura y hasta la numismática para crear, concienzudamente, esta imagen carismática de sí mismo como Rey Sol. Todo esto se explica y analiza detenidamente en el estudio de Peter Burke, La fabricación de Luis XIV (Editorial Nerea, San Sebastián, 1995). Este culto a la imagen propia convierte a Luis en el primer gran manipulador o creador de imagen pública de la Historia.
En cuanto a la música de Lully (Boris Terral), el otro personaje central de esta historia (por encima del personaje mismo del músico italiano trasterrado a Francia), a mí me parece fascinante. Majestuosa o ligera, la música de Lully me gusta especialmente en El burgués gentilhombre, en Alcidiade o El templo de la Paz o en su ópera (que entonces se llamaba tragedia lírica)el Phaëton y creo que es un músico que, como Luigi Bocherinni (es inevitable pensar en los Quintetos de Madrid) más tarde, lleva a cabo una obra para ensalzar la figura de un rey y de un país, pero luego, a lo largo del tiempo, va trascendiendo aquel objetivo.
Lully debería ser más conocido y mejor apreciado y recordado como el creador del ballet y la ópera francesas, que durante el Barroco fueron preeminentes en Europa.Jean Baptiste Lully es un músico completísimo, cuya obra fascinará a todo aquel que ame la belleza. Colaboró con Molière, como se ha dicho, pero también con otros grandes escritores de la época como Boileau, Corneille, Racine y tiene una obra ingente, variada, rica en matices.
A mí la película de Corbiau me ha servido para acercarme de nuevo a Lully, a quien tenía muy olvidado. Para recrearme en las puestas en escena de esa época gloriosa, para recordar que más allá del poder, está la gloria de la creación artística, que prevalece.

3 comentarios

carolina -

Desde el punto de vista historico la pelicula es muy interesnte pues da a conocer facetas del rey que son comentadas pero no muy ilustradas. Ademas, es de verdad un aporte muy importante dentro de la historia del rey como de las artes

Gabriela -

Hace tiempo me dio por comprar óperas "raras" y me fascinó su "Phaëton", y de ahí en adelante todo lo que he ido conociendo me ha gustado de verdad. Yo creo que puede gustarte.
Saludos.

emejota -

Tomo nota porque no he visto esa película y me has abierto el apetito. Me temo que hoy en día Lully es un músico extraño a muchos músicos en el sentido de ser un desconocido perdido en un pasado muy remoto y realmente es una lástima porque, como bien dices, es un compositor fascinante.

Un saludo!