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El maestro de música, de Gérard Corbiau

El maestro de música, de Gérard Corbiau Ayer leí que hoy canta en el Castell de Perelada José Van Dam, el extraordinario bajo-barítono belga que protagonizó hace algunos años de Gérard Corbiau, autor también de la más popular Farinelli, el castrado, que nos permitió ver cómo los ídolos musicales del pasado vivían y eran admirados similarmente a los del presente. Sobre Farinelli, el castrado hablaré en otra ocasión, ya que el fenómeno de la música para "castrati" y su moderna proyección (bajo el nombre de "contratenores" o "altotenores"con grandes nombres como James Bowman o Alfred Deller, por sólo citar a dos ellos), me fascina y enriquece musicalmente.
Tan fecunda como la relación entre cine y literatura es la relación entre la música y el cine, y también me siento inclinada a las películas en las que esta relación se concreta. Una de mis presentes frustraciones es no tener en mi devedeteca “Todas las mañanas del mundo”, de Alain Corneau, pero en cambio tengo una buena colección de películas en las que la música es protagonista, y una de ellas es ésta de Corbiau.
El maestro de música, protagonizada por José Van Dam, trata de la música como legado y como secreto cabalístico, como corpus hermeticus. De hecho, la música y la matemática celeste han estado hace siglos ligadas en el contexto de la sabiduría occidental. La música de los astros, el mundo celeste movido al compás de la voluntad divina para extraer una melodía, como en el poema de Fray Luis,en su "Oda a Francisco Salinas":
(...)
El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada,
por vuestra sabia mano gobernada.

A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.

Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce,
que el vulgo vil adora,

Ve cómo el gran maestro,
aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado,
con que este eterno templo es sustentado.

Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta;
y entrambas a porfía
se mezcla una dulcísima armonía.

Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él ansí se anega
que ningún accidente
estraño y peregrino oye o siente.
(...)
¡Oh, suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos!

La película.

A principios del siglo XIX, Joachim Dallayrac (Van Dam), famoso cantante, ya viejo, cansado y enfermo, decide retirarse tras una actuación apoteósica pero, incapaz de prescindir de la música y deseando transmitr todos sus secretos, se dedica a transmitirlos a una joven alumna, cuyo inmenso talento la hace merecedora de esa summa que son los conocimientos de Dallayrac. Circunstancialmente, aparece un joven salvaje, dueño de una voz excepcionalmente hermosa, y comienza el tejido de las relaciones entre los cuatro: los alumnos(Sophie, la exquisita Anne Roussel, y Jean), el profesor y su compañera. Joachim acepta el reto de su Moriarty particular, el príncipe Scotti: participarán en un concurso donde el protegido de éste tiene todas las de ganar, pues Dallayrac y sus alumnos estarán en campo enemigo. La diferencia no estribará aquí pues, ya en la técnica (que como a los toreros, se les supone) sino en la capacidad que cada uno tiene para transmitir el sentimiento místico, sensual o supraterreno de la música y también en la modestia con que se acercan al arte, pues Dallayrac ha enseñado a Jean que si Scotti perdió su peculiar duelo con él, no fue por ser inferior a él, sino por creerse superior.
Porque Dallayrac no sólo enseñará a sus alumnos la técnica, la práctica y la teoría musicales, también la ética que subyace en todo arte o sea, el espíritu y la materia del arte de la música. La fuerza, la contención, la rabia, y la moral, la belleza transida tantas veces de dolor, pero jamás ¡jamás! mancillada por la soberbia o por una ambición espúrea.
Todo en esta película rezuma nobleza y belleza: la música, por supuesto, con la hermosísima voz de su protagonista, José Van Dam en primer lugar; los escenarios, el vestuario, las actuaciones y la belleza de la moral estética, no exenta a veces de juego y seducción y toques de ironía, especialmente en ese final de “Comedia del arte” que refleja el cartel promocional. No es una película solemne, sino profunda: dos cosas muy distintas. Ahora que ha salido el DVD de “El Rey Danza”, también de Corbiau, cuya belleza es también perfecta (aunque como película sea más superficial que ésta), recomendaría la visión su opera prima (1988), que tuvo un éxito merecido en su estreno y fue nominada como mejor película extranjera a los Oscar de ese año.
A los amantes de la música y del cine no les decepcionará.

6 comentarios

Gabriela -

Creo que te refieres al dueto del primer acto de La Traviata (Verdi) "Sempre Libera. Si no, mira en mi nombre, te he dejado el enlace al contenido de la banda sonora de la peli.
Saludos.

Fermin Adan -

Esta pelicula me encanta pero por desgracia no he podido conseguir la sinopsis de la misma para poder obtener los nombres de las piezas musicales que se interpretan. En especial la ultima, donde se presenta el duelo entre Jean y Arcas. Si alguno me puede informar sobre el nombre de esa pieza mucho lo agradaceria, Saludos desde Caracas, Venezuela

susana -

desearia comprarla pero no la consigo me podrian indicar donde puedo buscar

HUGO REPETTO -

ESTOY INTERASADO EN COMPRAR ESTA PELICULA. Y NO SE DONDE CONSEGUIRLA, POR FAVOR AGRADECERIA QLGUNAS DIRECCIONES DONDE AVERUGIAR

Gabriela -

La compré hace ya más de un año y medio en el FNAC en un pack junto con El rey Danza, pero no he vuelto a verla, tal vez esté ya descatalogada, ya sabes cómo va esto. Es mejor qu epreguntes en FNAC, ellos te dirán si es posible adquirirla todavía.
Saludos.

Marcelo -

Estoy interesado en comprar esta película y no se donde consegirla, agradeceria algun tipo de información.