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Pierre de Ronsard

Pierre de Ronsard Pierre de Ronsard,
Poesía
Trad. de Carles Pujol, ed. Pre-Textos (col. La Cruz del Sur), Valencia, 2000.

Ayudada por la magnífica traducción de Carles Pujol, leo este hermoso libro. Hermoso por la tipografía, por el papel, por la elegante portada, y por la belleza inmarcesible de la poesía de Ronsard.
Como apunta Pujol en el prólogo, Ronsard ha quedado marcado por el tópico Colligoo, virgo, rosas de su soneto más famoso:

Quand vous serez bien vieille, au soir, à la chandelle,
Assise aupres du feu, devidant et filant,
Direz, chantant mes vers, en vous esmerveillant :
Ronsard me celebroit du temps que j'estois belle.

Lors, vous n'aurez servante oyant telle nouvelle,
Desja sous le labeur à demy sommeillant,
Qui au bruit de mon nom ne s'aille resveillant,
Benissant vostre nom de louange immortelle.

Je seray sous la terre et fantaume sans os :
Par les ombres myrteux je prendray mon repos:
Vous serez au fouyer une vieille accroupie,

Regrettant mon amour et vostre fier desdain.
Vivez, si m'en croyez, n'attendez à demain :
Cueillez dés aujourd'huy les roses de la vie.

Pero como apunta el traductor, Ronsard es mucho más que ese prestidigitador de tópicos clásicos y es solamente la pereza o la ignorancia la que nos hace estar ciegos ante la variedad de su obra. Aparte petrarquismos innegables, como en este soneto tan caracteristico:

Je veux mourir pour tes beautés, Maîtresse,
Pour ce bel oeil, qui me prit à son hain,
Pour ce doux ris, pour ce baiser tout plein
D'ambre et de musc, baiser d'une Déesse.

Je veux mourir pour cette blonde tresse,
Pour l'embonpoint de ce trop chaste sein,
Pour la rigueur de cette douce main,
Qui tout d'un coup me guérit et me blesse.

Je veux mourir pour le brun de ce teint,
Pour cette voix, dont le beau chant m'étreint
Si fort le coeur que seul il en dispose.

Je veux mourir ès amoureux combats,
Soûlant l'amour, qu'au sang je porte enclose,
Toute une nuit au milieu de tes, bras.

y mitologías, Ronsard ha sido no sólo el cantor amoroso que todos presuponen, sino también el amargo gustador de las hieles de la vejez, de la decadencia y del horror vacui. Ronsard es también el cronista poético de la realidad de su tiempo, cosa que no puede decirse de Garcilaso, por ejemplo, con quien tantas cosas comparte. Garcilaso solamente se tornó “realista” en su famosa epístola a Boscán, cuando deliciosamente (a mi juicio), le cuenta los pesares del camino, las malas ventas, los pésimos yantares…
Por otro lado, Ronsard posee la inspiración erótica que en la literatura española sólo llegará a través de Aldana, muchos años después. El erotismo cariñoso de sus poemas dota de un hálito de frescura muchas de sus composiciones:

Marie, que je sers en trop cruel destin,
Quand d'un baiser d'amour votre bouche me baise,
Je suis tout éperdu, tant le coeur me bat d'aise.
Entre vos doux baisers puissé-je prendre fin !

Il sort de votre bouche un doux flair, qui le thym,
Le jasmin et l'oeillet, la framboise et la fraise
Surpasse de douceur, tant une douce braise
Vient de la bouche au coeur par un nouveau chemin.

Il sort de votre sein une odoreuse haleine
(Je meurs en y pensant) de parfum toute pleine,
Digne d'aller au ciel embaumer Jupiter.

Mais quand toute mon âme en plaisir se consomme
Mourant dessus vos yeux, lors pour me dépiter
Vous fuyez de mon col, pour baiser un jeune homme.

O así:

Une fille d’Anjou me detiene en servage,
Ores baisant sa main et ores son tetin,
Et ores ses beaux yeux, asters de mon destin…

Una joven de Anjou avasalla mi pecho,
Ya besando su mano, ya besando el pezón,
Ora sus bellos ojos, astros de mi destino…

A la muerte de uno de sus amores, Marie, Ronsard nos emociona con las elucubraciones fúnebres de su alma enamorada. No con la profundidad de un Quevedo, pero casi…

Así, Ronsard, que se halla, cronológicamente, entre Garcilaso y Shakespeare, se adelanta a Quevedo, a Aldana, a Lope también (en aquel famoso Desmayarse, atreverse, estar furioso…) cuando declara,

Marie, baisez-moi ; non, ne me baisez pas,
Mais tirez-moi le coeur de votre douce haleine ;
Non, ne le tirez pas, mais hors de chaque veine
Sucez-moi toute l'âme éparse entre vos bras ;

Non, ne la sucez pas ; car après le trépas
Que serais-je sinon une semblance vaine,
Sans corps, dessus la rive, où l'amour ne démène
(Pardonne-moi, Pluton) qu'en feintes ses ébats ?

Pendant que nous vivons, entr'aimons-nous, Marie,
Amour ne règne pas sur la troupe blêmie
Des morts, qui sont sillés d'un long somme de fer.

C'est abus que Pluton ait aimé Proserpine ;
Si doux soin n'entre point en si dure poitrine :
Amour règne en la terre et non point en enfer.

Nacido en Blois en 1524, hijo de una familia noble y destinado a las armas, fue enviado por su padre a la corte de Francia a los 12 años, después de una infancia vivida en medio de la naturaleza, que dejará en su alma una huella imborrable de belleza.
Aquejado de una mala salud, padece sordera antes de los 20 años. Por lo que se ve obligado a renunciar a las carreras militar o diplomática. Así, recibe la tonsura y una serie de beneficios eclesiásticos que le van a permitir dedicarse a la poesía. Se acerca a Du Bellay y es discípulo del gran helenista y humanista Jean Dorat, creador de la “Brigada poética”, antecesora del grupo literario de la Pléiade, que reúne, entre otros a Ronsard, Joachim du Bellay y Jean Antoine de Baïf.
En 1549, Ronsard da a la luz el manifiesto poético del grupo en defensa de la lengua francesa: propone enriquecer el vocabulario y componer obras inspiradas en la época clásica utilizando sus formas: la oda, la elegía, la epopeya o la tragedia ¿Los autores? Desde Homero hasta Píndaro, más Virgilio, Horacio, Ovidio…
Ronsard equilibra su vida cortesana, frívola y mundana con estancias dedicadas a la meditación, la lectura, el estudio y la escritura en sus posesiones de Vendômois y de Touraine. Su carrera poética, que va del 1550 al 1585, año de su muerte, le permitirá practicar una enorme variedad de estilos y de formas poéticas. Pocos poetas escribirán mayor número de poemas: se calculan unos 50 mil, y ninguno conseguirá la variedad ronsardiana. Él solo encarna el espíritu de la Pléiade (el Siglo de Oro francés) e impregna con su voz a un centenar de imitadores.
“Es más grande que Virgilio y que Goethe” dirá Flaubert, quizás exagerando un poco; su obra, como señala Pujol, es extraordinariamente compleja y es fascinante, hecha para tirar por tierra las simplificaciones escolares, los tópicos que se acumulan sobre la base de leerle por encima. Es una obra que transita entre el Renacimiento y el Barroco. Una obra que requiere un lector aventurero, con afán de explorador.

Celoso de su propia posteridad, Ronsard consagró los últimos años de su vida a preparar la edición de sus Obras Completas. Pero ha padecido injustamente más de dos siglos de olvido. Muerto en 1585, siguió siendo venerado hasta principios del siglo XVII. La última edición importante de su obra se hizo en 1623, La siguiente, en 1857. Entre esas dos fechas fue duramente criticado e incomprendido. Fueron por fin los escritores de la segunda mitad del XIX quienes le sacaron del olvido: Sainte-Beuve, Flaubert y Maupassant. En el siglo XX se convierte en inspirador de obras musicales para Debussy, Saint-Saëns, Ravel, Poulenc y Milhaud. En 1949, André Gide, en su Antología de la Poesía Francesa le rinde homenaje:

¡Poeta de poetas, Príncipe de la poesía francesa, epítetos que quedan huecos y sin sentido si no hacemos el agradable esfuerzo de leerlo!

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