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Werner Herzog y Carlos Saura con Lope de Aguirre

Werner  Herzog y Carlos Saura con Lope de Aguirre “Aguirre” no es la película más lograda de Herzog, pero tiene algunas escenas magníficas, como las del inicio, cuando la fila de hombres como hormigas van bajando de esas alturas (de Macchu Picchu, como diría Neruda), internándose en esa vastedad que luego veremos que va a tragárselos, y el plano se hace medio y aparecen ya los indios, los españoles y las llamas, y cae una de las cargas y se destroza, como alegoría o premonición de la destrucción que les espera en esa inmensidad inabarcable e indomable. Ahí pienso yo que Herzog establece el “tema” de la obra. También es precioso (y muy famoso), el travelling circular del final con la balsa infestada de monos, cuando ya todo acaba y es pura miseria, hambre, muerte, sangre y río.
En cuanto a Aguirre, era un hombre pequeño y estaba cojo de la pierna derecha porque había recibido dos disparos de arcabuz y los cronistas hablan de su mirada de loco y de que padecía insomnio: no dormía porque temía ser asesinado. Antes de ese viaje ya había matado muchos españoles, oidores, gobernadores, frailes y soldados. Y él mismo, cuando se llama “Ira de Dios”, o “Traidor” en la famosa carta que escribe a Felipe II, establece su identidad sanguinaria. Creo que fue Unamuno (pero no estoy segura), quien le llamó “hermano de Macbeth”.
La película de Saura es complementaria de ésta. A mí me gusta mucho Omero Antonutti. Saura tiene una visión más política. Y Herzog se preocupa por dar una visión ontológica, se preocupa más por la locura de estos hombres que piensan que conquistan esa vastedad territorial cuando en realidad están siendo absorbidos y vampirizados por ella. Creo que lo que importa a Herzog es mostrar esa pretensión de dominio del medio que no puede cumplirse y que acaba con el conquistador, después de que él haya acabado con los otros.

"Fue hombre de casi cincuenta años, muy pequeño de cuerpo y poca persona; mal agestado, tullido en la guerra del Pirú, la cara pequeña y chupada; los ojos que si miraban de hito le estaban bullendo en el casco, especial cuando estaba enojado... Fue gran sufridor de trabajos, especialmente del sueño, que en todo el tiempo de su tiranía pocas veces le vieron dormir, si no era algún rato del día, que siempre le hallaban velando. Caminaba mucho a pie y cargado con mucho peso; sufría continuamente muchas armas a cuestas; muchas veces andaba con dos cotas bien pesadas, y espada y daga y celada de acero, y su arcabuz o lanza en la mano; otras veces un peto."

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